Intervención del Senador Yerú Pardiñas
SEÑOR PARDIÑAS.- Pido la palabra.
SEÑOR PARDIÑAS.- Señor presidente: nosotros vamos a acompañar este proyecto de ley, pero queremos reafirmar que no siempre la solución a los delitos viene por el lado de poner más penas. Creo que esto es bueno a la luz de que el sistema político y el Parlamento están discutiendo una cantidad de temas vinculados a la seguridad.
Uno de los aspectos que se plantean aquí es, justamente, que no hay pena sustitutiva, y me parece que a veces, en las comunidades pequeñas, que haya este tipo de penas es muy importante. Creo que sería muy interesante, por ejemplo, que a un carnicero que vende carne en forma clandestina se le adjudicara una pena sustitutiva y tuviera que ir a hacer su tarea en un hospital o en una dependencia pública, o simplemente a trabajar –aportar mano de obra– en una comunidad. Creo que en esas comunidades pequeñas sería mucho más aleccionador ponerlo a trabajar que enviarlo a la cárcel.
Pero, bueno, nosotros simplemente dejamos la constancia y decimos que vamos a acompañar el proyecto de ley. Si hay algo que caracteriza al Uruguay es que el control social, sobre todo en el interior, pega fuerte; tenemos que aprovechar esta herramienta –que todavía tiene valor en nuestra sociedad– antes de que se pierda.
Por otro lado, es cierto lo que señalaba el señor senador Larrañaga en cuanto a que hay puestos policiales en los que no hay policías. Pero, ¿por qué pasa eso? Porque realmente allí no hay la inseguridad que a veces existe en concentraciones sociales importantes. ¡Esa es la realidad! Pero no solamente hay puestos policiales sin policías; quienes andamos por los caminos de campaña también vemos que hay establecimientos sin personal y sin propietario. Lo cierto es que uno pasa por allí y ve que está la cadena con el candado puesto. ¿Por qué? Porque en esa jornada no hay nadie allí. Muchas veces sucede que la gente solo va cuando tiene que vacunar a los animales, o va tres veces por semana. Esa también es la realidad del campo de hoy. En muchos de esos casos la inseguridad no es tan frecuente como para que las personas tengan que ir a vivir al establecimiento y, además, cargarse de municiones y de diferentes instrumentos de defensa. ¡Eso no pasa!
El contrabando en la zona de frontera es más viejo que el agujero del mate, y como bien decía el señor senador Saravia, en otras épocas el contrabando en nuestro país lo hacían los propios propietarios del ganado. ¿Por qué? Porque les servía económicamente. ¿Acaso pensamos que la producción pecuaria es altruista? ¿Que aquí se hace para proporcionar alimento a la sociedad en una actitud benefactora? ¡No! Se hace como una actividad económica. Por eso decimos que el abigeato no es solamente un delito que daña la propiedad, sino que también afecta económicamente porque en algunos casos involucra patrimonios productivos que van más allá del valor de la propiedad.
El abigeato es importante en un país productor de carne, donde el aparato productivo son los animales. Tenemos más animales que gente, y eso es así desde hace años. Ahora bien; si lo analizamos desde el punto de vista del daño económico, concluimos que es tan importante como el que enfrenta el bolichero que instala un supermercado de barrio y le roban la mercadería. Creo que, en ese caso, las consecuencias del delito económico no se alejan de las del abigeato.
En síntesis, me parece bien que se legisle en este sentido porque es una señal que da el gobierno a una demanda que plantea la sociedad, las organizaciones de productores y el sistema político, que tienen que ser escuchados porque, en definitiva, la democracia la construimos y defendemos entre todos. Creo que el Poder Ejecutivo da una respuesta al remitir la iniciativa y el Parlamento nacional hace lo propio al discutirla y proponer modificaciones.
SEÑOR PARDIÑAS.- Con mucho gusto concedo la interrupción.
SEÑOR PARDIÑAS.- Señor presidente: creo que nosotros, como país, todavía tenemos que avanzar bastante en muchos aspectos. Una de las debilidades que tenemos es, justamente, en cuanto a la pena sustitutiva. No puede ser que el acusado tenga que ir a la comisaría, por ejemplo, dos horas, los lunes, miércoles y viernes. Sin embargo, es lo que muchas veces se aplica. Si tuviéramos otra capacidad, si el Poder Judicial indicara las penas y, a su vez, hubiera una tutela para plasmarlas en otro tipo de acciones, sin lugar a dudas podríamos tener elementos más aleccionadores para quienes infringen las normas. Este es un aspecto que vamos a tener que seguir analizando para generar las herramientas que nos permitan avanzar.
Para finalizar, señor presidente, el abigeato es un grave problema para la producción porque se ha transformado en una forma de obtener ingresos y de mejorar las condiciones de vida de algunas personas. También existe faena clandestina que no está dentro del circuito del abigeato, y es allí donde la Justicia debe poner la mira cuando hay denuncias. Muchas veces esto ocurre porque el productor –sobre todo el pequeño–, como es lógico, debe encontrar alguna forma de mejorar sus ingresos. Al llevar una vaca a la feria, debe pagar el 12 % de comisiones, lo que en algunos casos es algo abusivo; entonces, ¿cuál es el razonamiento que hace el productor? Faenar la vaca él mismo y vendérsela al carnicero de la esquina. En el interior esa modalidad es más conocida que la ruda.
Por lo tanto, debemos seguir desarrollando mecanismos que mejoren y faciliten el desenvolvimiento económico del pequeño productor. Debemos seguir pensando en alternativas y en políticas. Y el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca tendrá que esforzarse en esa línea de construcción de políticas que ayuden a un mejor desempeño y reembolso económico de la actividad pecuaria cuando esta se realiza a pequeña escala.
Muchas gracias, señor presidente.
6 de julio 2016