Yo también soy Ricardo

Escribe: Andrés de la Iglesia

Un día hablaba con Gargano en algún viaje por el interior en campaña electoral, acerca de las causas por las que había ingresado al Partido, que era lo que me había motivado para tomar la decisión de pedir la afiliación.

En ese momento creo que hice una racionalización muy sincera y como reitero siempre, fue por emulación Polo, le dije.

No podía decir que el Partido representaba la interpretación más acabada y realizada de los postulados de Marx o que era la representación más genuina de los trabajadores o que el Partido sintonizaba con la mayor lealtad y realismo las necesidades para construir el proceso revolucionario del proletariado. Repetir todo esto era falsear mi propia conciencia.

Le dije con absoluta simpleza que estaba en el Partido porque tenía un cordón umbilical que me unía con muchos compañeros, pero además yo quería emular, quería parecerme a Aparicio Macedo que con sus enormes bigotes me daba la viva imagen de aquellos murales que pintaban los comunistas con obreros de gruesos brazos, portando la bandera de la liberación.

Quería parecerme al Coronel Montañez, con sus catorce años de prisión sin dejar jamás de faltar a su cotización al Partido o a un veterano de apellido Pequeño (y también físicamente) que conocí cuando Pepe D´Elía me mandó para reabrir el local de la FUECI en calle Río Negro y me lo encontré sentado en aquella enorme mesa de la Directiva, fumando La Cubana sin filtro y cuando me ve llegar me dice: “ te mandó Pepe, bué, ahora tomá la llave y hacete cargo. Yo estuve viniendo a abrir la puerta del local todos los días a las cinco de la tarde, durante toda la dictadura, para que los milicos no se lo apropiaran”.

De la misma manera que reconozco esta adhesión fuertemente afectiva, es que hoy soy tal vez más Ricardo que Andrés, de la misma manera que soy Gargano, Aparicio, Montañez, Freiría, Darré y tantos otros.

Por eso no puedo escribir sobre Ricardo, sobre su persona, su disciplina, su lealtad, su fiereza para defender sus posiciones, su versatilidad para manejar un camión, organizar un acto o construir un planograf para hacer los afiches.

Tengo muchas anécdotas de mi militancia con Ricardo, algunas que podría contar y otras que mueren cuando me toque a mí, pero siempre les digo a quienes no me conocen, que todos los defectos que me encuentren, son todos de mi autoría, ahora si por si acaso encuentran en mi alguna virtud, entonces deben con justicia atribuírsela al Partido, a todos los nombrados y a algunos que no nombré. Pero les puedo asegurar que Ricardo se lleva un porcentaje muy grande de ellas.

Tengo que decirlo, aunque me deje expuesto y vulnerable. La pérdida de Ricardo me pesa mucho.