El nuevo Gobierno, constituido por una Alianza interpartidaria denominada Multicolor, ha sido muy claro en cuanto a su orientación de neto corte neoliberal y conservador.
Una vez electo, se hizo visible la voluntad presidencial de alinear y subordinar la Política Exterior del Uruguay a las aspiraciones e intereses de los Estados Unidos, en su intento de recuperar su hegemonía, sensiblemente disminuida, en América Latina.
La Alianza elaboró un documento en el cual consignaba los acuerdos alcanzados entre los socios. Se destaca en el apartado 5 el título “Inserción Internacional, abrir mercados y hacer alianzas”, donde se evidencia una postura economicista en lo que respecta a la Política Exterior programada para el próximo periodo de Gobierno. En el mencionado apartado, se afirma que “Se hace necesario instaurar una Política Exterior basada en los principios tradicionales del Uruguay y en la satisfacción del interés nacional, y no en afinidades o antipatías ideológicas, con los Gobiernos de turno, en otros países”. Esta afirmación implica una crítica a la gestión del FA en sus 15 años de Gobierno, que no se condice con la realidad. A partir de estas definiciones, el futuro Presidente asumió una serie de medidas que implican un profundo viraje en lo relativo a la Política Exterior instrumentada por los Gobiernos del Frente Amplio.
A principios de diciembre, en una extensa entrevista, Lacalle Pou manifestó su desacuerdo con los Gobiernos del FA en lo que respeta a su relacionamiento con Venezuela, declarando que condenaba al Gobierno dictatorial de Maduro. Asimismo, toma la determinación de abandonar inmediatamente el Mecanismo de Montevideo.
El 20 de diciembre, se reunió con el Embajador de los Estados Unidos, Kenneth George, el cual manifestó públicamente la disposición de su Gobierno a negociar bilateralmente un TLC con Uruguay. A posteriori de este encuentro, se puso en contacto con el Secretario de Estado, Mike Pompeo, para proponerle la negociación de un TLC, ya sea bilateralmente o a través del MERCOSUR.
A fines de enero, Lacalle Pou y Talvi recibieron en Montevideo al Subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, David Hale, con el cual conversaron sobre las crisis políticas internas en Venezuela y Bolivia. Asimismo, intercambiaron opiniones sobre el inminente inicio de conversaciones para concretar un TLC bilateral con Uruguay o con el MERCOSUR. En el marco de estas conversaciones Talvi manifestó su visión sobre un futuro MERCOSUR, moderno y flexible, señalando la necesidad de impulsar una modificación de la normativa mercosureña, que permita la celebración de Tratados, a cada uno de los miembros con terceros Estados, sin que ello implique el visto bueno del resto de los socios del Acuerdo. Sintetizando, la aspiración del Gobierno implica el abandono de la Unión Aduanera, retrocediendo hacia una Zona de Libre Comercio.
El 11 de febrero, Lacalle Pou toma una decisión radical. Decide no invitar a los Presidentes, Miguel Díaz Canel, de Cuba, Daniel Ortega, de Nicaragua y Nicolás Maduro de Venezuela, a la ceremonia de su asunción. A su vez invita a la Presidenta de facto de Bolivia, Jeanine Añez. Al respecto, manifestó no estar dispuesto a que en la ceremonia de asunción esté presente el dictador Maduro. A su vez, señaló que esa fue una decisión personal, y que se hacía cargo de la misma. Una vez asumida la Presidencia de la República, Lacalle Pou tomó una serie de medidas que reafirman su postura ideológica y que buscan sellar su tacita alianza con el Gobierno de los Estados Unidos y los Gobiernos de orientación neoliberal y conservador de América Latina.
El 10 de marzo se anuncia el retiro de Uruguay de la UNASUR y la permanencia en el TIAR, dejando de lado la iniciativa del Gobierno frenteamplista, el cual había iniciado gestiones para abandonar ese anacrónico Acuerdo. El 13 de marzo se dio a conocer el retiro de Uruguay de Telesur y el Banco del Sur.
EL 20 de marzo, en el seno de la Asamblea General de la OEA con motivo de la Elección de su Secretario General, Uruguay dio su voto a la reelección de Luis Almagro, coincidiendo con los intereses de los Estados Unidos en la Región.
El 4 de abril, la Cancillería comunica su beneplácito ante la propuesta presentada por Mike Pompeo, la cual procuraba lograr una salida política, de forma gradual y con elecciones libres, a la crisis que atraviesa Venezuela. Por otra parte, se indica que Uruguay seguirá trabajando con los integrantes del Grupo de Contacto Internacional, en la búsqueda de una solución política y duradera por vías pacíficas, la cual no tuvo éxito.
El 6 de junio, el Canciller Talvi brindó una conferencia de prensa. Al ser interrogado sobre si él consideraba que el gobierno venezolano constituía una dictadura, respondió que no correspondía que, en el ejercicio de su investidura, utilizase ese término, independientemente de su postura personal, la cual era por todos conocida. Talvi buscaba lograr una salida diplomática a la crisis, por tal motivo, entendía que debía mantener una postura neutral entre las partes en conflicto. Esta definición del Canciller generó tensión en el seno de la Alianza Multicolor, especialmente con el Presidente, por lo cual, en una reunión llevada a cabo entre ambos, se acordó que en un futuro dejaría su cargo, pasando a asumir, desde su banca en el Senado, el liderazgo de su sector político.
Rápidamente se generó otro entredicho entre el Presidente y su Canciller. En setiembre se procederá a elegir al nuevo Presidente del BID. Ante tal inminencia, algunos de los países miembros del Organismo, elevaron los nombres de sus eventuales candidatos. Sorpresivamente, el Gobierno de los Estados Unidos, decidió presentar un candidato propio, Mauricio Claver-Carone, para ocupar la Presidencia del BID. Esta decisión es una jugada fuerte llevada a cabo por el Gobierno de los Estados Unidos. Es la primera vez que este Gobierno manifiesta su interés por acceder a la Presidencia del BID. Se deja así de lado una norma no escrita, por la cual, ese cargo siempre ha surgido de un candidato latinoamericano. El candidato propuesto, Claver-Carone, es un cubano americano, que actualmente se desempeña como Director para América Latina en el Consejo de Seguridad Nacional. Claver-Carone es considerado como uno de los principales consejeros del Presidente Trump en temas de la Región, sobretodo en las relaciones bilaterales conflictivas con Cuba y Venezuela. El Departamento de Estado ha fundamentado argumentando que, Claver-Carone posee los atributos para colaborar con América Latina y el Caribe para superar los efectos del Covid 19.
A mediados de junio, el Ministerio de Economía y Finanzas y el Ministerio de Relaciones Exteriores, comunicaron su apoyo a la candidatura de Claver-Carone a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo. Decisión poco inteligente de nuestra Presidencia, apresurada por satisfacer los deseos de Donald Trump, cuando todo indica que no resultará reelecto Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Un razonamiento similar fue recientemente expresado por la Unión Europea, la cual ha propuesto posponer la elección del nuevo Presidente del BID. La UE no está de acuerdo en que un estadounidense esté al frente de la jefatura del BID, y romper así con la tradición que reserva ese sillón para un latinoamericano. La UE entiende oportuno celebrar ese proceso electoral en marzo del 2021 luego de haberse celebrado las presidenciales de noviembre en los Estados Unidos.
Oportunamente, el Canciller Talvi hizo saber, públicamente, su disconformidad con la decisión adoptada por el Gobierno, la cual alinea a Uruguay con un bloque de países sudamericanos, que apoyan a Claver Carone, como Brasil, Colombia, Ecuador, Bolivia y Paraguay. Estos desencuentros suscitados, entre el Presidente y su Canciller, conducen a que se hiciese efectiva la solicitud de renuncia, presentada por el ahora ex Canciller, el 1 de julio.
Los hechos descriptos precedentemente avalan el Titulo de este artículo, el Gobierno de la Alianza Multicolor, ha hecho que el Uruguay experimente un giro extremadamente pronunciado en materia de Política Exterior.
El Embajador Francisco Bustillo, miembro del Partido Nacional, fue el elegido para sustituir al ex Canciller Talvi. Una vez investido manifestó -al igual que nuestro héroe nacional José Gervasio Artigas- que “con la verdad ni ofendo ni temo” y, por lo tanto, el Gobierno de Maduro, debe ser caracterizado como una Dictadura. Sin embargo, entiende que el Gobierno de la presidenta interina de Bolivia, impuesta en su cargo por el Ejército de su país, está en un proceso electoral “en aras de recuperar la democracia en todo su esplendor’’
Las palabras del novel Canciller recibieron una respuesta de Jorge Arreaza, Canciller de Venezuela, el cual, entre otros conceptos, manifestó “evite ideologizar la política exterior de su país por afinidades ideológicas”
Se ha dejado de lado la Política Exterior instrumentada por los Gobiernos del Frente Amplio, la cual, en todo momento veló por la soberanía de la Nación y fue llevada a cabo con absoluta independencia y autonomía.Por el contrario, a lo largo del primer cuatrimestre del Gobierno conducido por Lacalle Pou, hemos podido constatar un alineamiento y subordinación a la política implementada por el Gobierno de los Estados Unidos de América, el cual, aplicando los preceptos de la Doctrina Monroe, busca recuperar su hegemonía en Latinoamérica, la cual está siendo desplazada por la presencia de China en la Región.
En el marco de un enfrentamiento entre las dos principales potencias, los Estados Unidos de América y la República Popular China, resulta riesgoso hacer una apuesta por la potencia imperialista, que a la fecha está soportando una triple crisis; sanitaria, económica y racial. Debemos estar atentos a los resultados de las presidenciales de noviembre en EUA, los cuales, auguran una derrota de Trump y seguramente impliquen cambios en la política exterior de esa Nación.
Lo indicado es mantener una política de equilibrio. Aunque para nuestro Gobierno resulte tentador la celebración de un TLC con los EUA, no es menos cierto que, desde hace ya un buen tiempo, China se ha constituido en el principal destino de nuestra producción exportable. Asimismo, China es uno de los principales inversores en el Uruguay. También es destacable que, durante los Gobiernos del Frente Amplio, se logró que Uruguay ocupase un lugar privilegiado en el futuro trazado de la Ruta de la Seda. Esta postura que ha asumido la Alianza Multicolor obstaculiza la posibilidad de mantener una política equilibrada entre ambos polos, por el contrario, facilita la eventualidad de que se menoscabe el ejercicio de nuestra soberanía nacional. El aumento y radicalización de este enfrentamiento bipolar, y el alineamiento incondicional de nuestra Política Exterior con los intereses de los EUA, será, sin dudas, sumamente perjudicial para los intereses de nuestro país.