Versión taquigráfica de la intervención en Sala del Diputado Gonzalo Civila

“La discusión no es si debe o no existir la educación universitaria privada sino sobre el financiamiento público de la misma”

SEÑOR CIVILA LÓPEZ.- Señor presidente: estaba anotado por algún otro lado pero terminé en esta etapa del debate y voy a hacer uso de la palabra ahora, que se me está concediendo.
Antes que nada, quiero agradecer a los compañeros del IR, un grupo integrante de nuestro Frente Amplio, por haber tenido la iniciativa de acercar esta idea a la discusión interna de nuestra fuerza política. Lo hicieron, primero, en el marco de la discusión de algunos grupos que estuvimos trabajando sobre distintas iniciativas vinculadas a la rendición de cuentas, y después ante el conjunto de la bancada. Hubo un tiempo largo en que esta iniciativa estuvo puesta sobre la mesa y en algún momento se tuvo que laudar.
Pienso que es muy importante, no solo por lo que está escrito en el texto sino por todo lo que desató. Yo estoy bastante asombrado por las reacciones que generó esta iniciativa. Al igual que varios compañeros que hicieron uso de la palabra hace un rato, creo que movilizó muchas cosas, que puso sobre la mesa una serie de factores que no terminan de verbalizarse, de expresarse cabalmente, pero están acá, en el clima que se ha estado viviendo con esta discusión, no solo en sala sino en todo el debate previo. Estábamos discutiendo una rendición de cuentas que tenía impuestos, se debatía sobre gasto público, etcétera, y los últimos días el debate central fue este. Creo que es el debate que hoy ha llevado más tiempo, como lo anotaba algún señor diputado. No sé bien a qué hora empezamos; creo que a las cinco de la mañana, y ya son las siete. Eso pasa por algo.
Me da la impresión de que parece que estuviéramos discutiendo la prohibición de la educación universitaria privada. Llego acá, de afuera de este debate, escucho algunos argumentos y me digo: acá se está discutiendo prohibir la educación universitaria privada. En verdad, no es eso lo que se está discutiendo; no es eso lo que dice el texto, que ni siquiera habla de los marcos de regulación de la educación universitaria privada. Se refiere a los mecanismos de donaciones de las empresas a una lista de instituciones que es acotada, de la que se puede sacar y agregar. En este caso, se están sacando algunas instituciones. Del mismo modo en que se pusieron, con nombre y apellido, algunas instituciones, ahora se están sacando, con nombre y apellido, algunas. Ese es el objeto de la discusión; sin embargo, pasó a ser un debate central que parece tener muchas más implicancias de las que nosotros mismos logramos captar. Por eso me parece hiperinteresante y quiero analizar eso un poquito.
Acá se dijeron muchas cosas bastante gruesas. Se habló de resentimiento social, de prejuicios, de rencor. Se habló de cosas duras, muy duras. Yo creo que lo único que puede fundamentar ese tipo de adjudicación de intenciones, percepciones o de motivaciones en este debate es algo que me parece que se asemeja bastante al miedo. Me refiero al miedo de que haya algo que se pierda, que deje de estar ahí, que es mucho más importante que lo que está escrito en este texto. Hablo de una especie de percepción de élite, una especie de sentido de impunidad, de que hay cosas que no se pueden tocar. Parece que una de las cosas que no se pueden tocar dentro de un mecanismo que inventó el Frente Amplio, o sea que no existía antes de la reforma tributaria es la permanencia de cinco instituciones, que no son la Peluffo Giguens, ni la Teletón, ni ninguna de esas, sino cinco universidades privadas del Uruguay, que no están fundidas ni quebradas, ni trabajan con los sectores más vulnerables de la sociedad. La magnitud que ha tomado la discusión de este tema para tratarse de lo que se trata me hace pensar que acá están jugando algunos factores prerracionales y que están motivando reacciones que exceden la discusión que estamos teniendo.
Yo digo que esto ha tocado una fibra de clases. ¡Sí, sí! No a nosotros, ¿eh? Porque algunos de nosotros hablamos mucho de la lucha de clases; otros hablan poco, pero la practican y la vienen ganando desde hace bastante rato. Tocó algo que tiene que ver con eso, porque de no ser así no me explico esta situación. No me explico que se haya hablado de la burguesía. Ningún integrante de la bancada del Frente Amplio nombró a la burguesía, pero desde las bancadas de la oposición, de la derecha, se habló de la burguesía, que es un término que en general les parece anacrónico, pasado de modo, salido del siglo XIX. Parece que leen la historia desde un poquito antes, desde 1780, desde Adam Smith, desde el liberalismo más clásico, profundizado capaz que en algunas teorías contemporáneas. Más allá del debate que se ha dado en sala que viene siendo un debate de ideas en el que subyacen estos temas, pero que se ha dado con respeto creo que la etapa previa, la de la discusión pública, tuvo algunos elementos bastante repugnantes. Aquí se han mencionado algunos casos, como por ejemplo el vinculado al tratamiento que recibió una de las compañeras que fue parte de esto. Ella ni siquiera salió a dar un debate público en estos días, a decir: «Bueno, vengan todos a hablar conmigo que les explico qué es lo que estamos queriendo hacer». No; se manejó muy moderadamente y bastante en silencio. Sin embargo, sobre ella se depositaron muchas cosas, vinculadas con ciertas cosas que dijo la señora diputada Bianchi en su intervención, que yo valoro que las haya dicho, porque hay concepciones que uno tiene y las lleva adonde vaya, y eso está muy bien.
Yo digo que el debate previo a la discusión en sala fue bastante repugnante también por otra cosa. ¿Saben por qué? Porque en esta discusión se mandó al frente a los pobres. En lugar de discutir sobre lo que se debía, se habló de las becas de los pobres muchachos que no van a poder estudiar si se sacan estas donaciones. Esa es una costumbre que tiene las élites en este país: mandar al frente a los pobres cuando hay que discutir un tema que, en realidad, los toca a ellos y no a los pobres. Acá no están en discusión los pobres. Acá no están en discusión las becas. Lo dijo hoy el rector de la Universidad Católica: las becas no se van a tocar; no están en discusión. Quiero decir, no para los señores legisladores que están acá sino para los estudiantes de cualquier universidad privada de este país que estén becados, que si alguien les toca un beca no será el Frente Amplio, que no suele tocar becas para que algunos no puedan estudiar sino que, por el contrario, da becas para que todos puedan estudiar. Si alguien les toca una beca, serán los dueños de esas instituciones, que van a preferir ahorrar en becas antes que en otras cosas en las que podrían ahorrar. Las becas no están en discusión. Por suerte, eso lo dijo hoy el rector de la Universidad Católica. Él dijo a su modo que la Universidad Católica no va a cortar el hilo por el lado más fino, no va a cortar becas, y dio esa tranquilidad.
Ahora, se hizo terrorismo con las becas. A mí me llegó algún mensaje de algún padre de algún estudiante becado en una universidad privada, diciéndome: «Le quieren sacar la beca a mi hijo». Y no se estaba discutiendo sobre las becas, pero fue la discusión que se colocó, porque es más fácil discutir sobre las becas; es más fácil decir que acá se están tocando las posibilidades de algunos que no tiene las mismas chances de acceder a la educación que tienen otros que decir que se está discutiendo sobre las universidades privadas, que son instituciones a las que no accede la gran mayoría de la población. En realidad, la gran mayoría de la población ni siquiera accede a la Universidad, y menos a las universidades privadas.
Termino diciendo, señor presidente, que esta no es una discusión sobre la calidad de la educación. Si uno mira los rankings puede ver que la Universidad de la República está primera y después están las demás, bastante lejos. La discusión no es si debe o no existir la educación universitaria privada. La discusión pasa por cuánto es el financiamiento público que deben tener esas instituciones, y como ya tienen muchísimo, decimos: «Este mecanismo también, no». No es nada en contra de las universidades, absolutamente nada, y menos en contra de aquellos que puedan estar becados en esas universidades, a los cuales el Frente Amplio no les tocó ni les tocaría jamás nada.
Gracias.