Compartimos la Exposición de Yerú Pardiñas en el Senado.
SEÑOR PARDIÑAS.- Señora presidenta: la verdad que para nosotros –y creo que también para gran parte del país– es realmente significativa e importante la instancia en la que estamos considerando este proyecto.
En primer lugar, porque creo que se trata de un aprendizaje común. Este debate implica, para nosotros, un aprendizaje como fuerza política de izquierda con posiciones ya comprometidas a lo largo de la historia en la construcción de nuestro país. Y en segundo término, más allá de no querer asumir los roles que le compete a los partidos de la oposición, implica un aprendizaje para ellos. Me retrotraigo solamente a un ejemplo: en 2002 el Poder Ejecutivo firma el acuerdo del tratado de protección de inversiones con Finlandia y en 2004 se termina de ratificar ese convenio como ley en la Cámara de Representantes. Algunos de quienes hoy están presentes fueron legisladores, ya sea en el Senado o en la Cámara de Representantes. Todos sabemos que el debate sobre el acuerdo de protección de inversiones con Finlandia tenía un objetivo: la inversión que iba a hacerse por Botnia y también por Stora Enso. Pero en todo ese tiempo nadie cuestionó qué tipo de acuerdo estaba desarrollando nuestro país para que pudieran establecerse esas inversiones. Simplemente, se discutió sobre el tratado de protección de inversiones.
Creo que el hecho que hoy estemos discutiendo en torno a este tema refleja otro ámbito, un ámbito de transparencia, un ámbito de apertura de roles y, por supuesto, de las condiciones en las que vamos a enfrentar este proceso.
Varias de las intervenciones que se han hecho indican que este acuerdo, en cierta medida, al único que compromete es a nuestro país, que la empresa no asume compromisos y que, por ende, podemos quedar en malas condiciones o mal parados.
Se ha dicho que Uruguay asume el compromiso de vía férrea, vial, viaducto, puerto, que nos comprometemos con eso y que si la empresa no realiza la inversión de la planta, todo eso –y pido perdón por la expresión vulgar– lo hicimos al cohete. Entonces, realmente me pregunto en forma distinta, señora presidente, si nosotros cumplimos con lo que está establecido en el contrato y como Estado hacemos esa inversión, avanzamos en el desarrollo de esa infraestructura, ¿quién gana? ¿Quién gana y quién pierde? Ah, yo creo que gana el país; yo creo que gana nuestra gente.
Y si esto, sobre lo que se está discutiendo, se generó a la luz de que se presentó la oportunidad de hacer esa inversión –aunque a veces me hierva la sangre cuando dialogo con el señor ministro de Transporte y Obras Públicas acerca de resoluciones de algunos temas de rutas para el interior–, si esto sirvió como desafío para que se invierta en infraestructura en el interior, lo aplaudo. Estoy realmente satisfecho porque el Gobierno está asumiendo un desafío importante cuyo único beneficiario va a ser el país, su gente, la gente que vive en el interior.
Entonces, acá el asunto no es que nosotros nos comprometemos, hacemos y perdemos. ¡No! ¡Nosotros nos comprometemos, hacemos y ganamos! Gana el país, gana la gente del interior, ganan los departamentos que –tal como la señora ministra informó al inicio– tienen más retraso en desarrollo humano.
¿Y si no se hace la inversión? Y, bueno, tendremos que ver que esa infraestructura sirva para seguir construyendo ese país más equitativo, no solamente en lo económico sino también en lo social y, sobre todo, en capacidad de desarrollo, señora presidente. ¡Para eso, la inversión en infraestructura es fundamental, es más que necesaria para lograr ese desarrollo equitativo! Por esa razón, no me preocupa el grado en el cual nos hemos comprometido.
Yo creo que le erran cuando desde la oposición le apuntan a nuestros cinco ministros diciendo: «Ustedes se entregaron y se comprometieron a hacer muchas cosas». ¡Bienvenido ese compromiso! La gente tiene que estar satisfecha y aplaudiendo ese compromiso porque, en definitiva, esto es desarrollo para nuestro país.
Es a partir de eso, señora presidente, que me paro en el análisis y en la discusión de este proyecto, de este convenio, de este compromiso, de este contrato. Es a partir de eso.
Vuelvo a recordar experiencias que ha vivido nuestro país. Se quiso comparar esto con lo que ocurrió en los años 2003 y 2004. Craso error. ¡Craso error!, sobre todo por decir que una resolución es un decreto, aunque eso puede ser producto de un error de interpretación. Pero decir que este compromiso que ha asumido el país, que este tránsito de trabajo que hemos realizado durante este tiempo es igual a una resolución presidencial –¡vamos!– que otorga una zona franca, no es lo mismo.
Señora presidente: a modo de ejemplo, voy a leer las descripciones de los proyectos –aunque los ministros ya han profundizado en ellas–: «Los proyectos de ROU y UPM. Descripción del proyecto de ROU. El «proyecto de ROU» incluye: el proyecto ferroviario; el proyecto de viaducto sobre la rambla; los proyectos viales; los trabajos de dragado de ANP; los trabajos de electricidad; y cualquier otro proyecto, trabajo o actividad acordada a ser llevada a cabo por ROU de conformidad con este contrato.
Descripción del proyecto UPM. El «proyecto UPM» incluye:» y menciona: proyecto de planta de celulosa –una planta cautiva de generación de energía eléctrica, una planta química, la infraestructura requerida en relación con la zona franca, otras instalaciones, estructuras y equipos–, operaciones forestales y proyecto portuario.
¡A ver! Si eso es lo mismo que tomar una resolución para otorgar una zona franca, yo estoy interpretando equivocadamente, ¡muy equivocadamente! No es comparable, como bien señaló el señor ministro de Trabajo y Seguridad Social, Ernesto Murro. ¡No es comparable!
Lo que pasa es que, como en los actos anteriores la que decidía era la mayoría, era el Gobierno, entonces, no se discutía porque eran parte. Pero ahora no son parte y, como dice el tango, la miran con la ñata contra el vidrio, y molesta. Sin lugar a dudas, debe molestar. ¡Y más molesta cuando siempre estuvieron del lado del poder, cuando siempre estuvieron del lado de los que tomaban decisiones! Ahora no las toman. ¡Pero no las toman porque la gente no los eligió! ¡Por eso no pueden firmarlo! Porque la gente dijo: «Mire, usted no va a ser presidente. Por lo tanto, si no es presidente, no va a tener que firmar ningún decreto ni ningún contrato en representación del país». ¡¿Quién lo asume?! El doctor Tabaré Vázquez, que es nuestro presidente. Así de sencillo. Más claro, échale agua.
Entonces, estas son las cuestiones que también están en debate. Y, como bien señalaba el señor senador Michelini, nuestro Gobierno asumió las consecuencias que emanaban de aquel compromiso laxo. Sin lugar a dudas, laxo. Y lo construimos. Eso nos ha dado la fortaleza para enfrentar hoy cualquier desafío que tiene nuestro país, primero con los temas ambientales, sin lugar a dudas, señora presidente.
Nuestro país fue a una corte internacional a una disputa sobre temas ambientales con la representación que nos demandaba la hermana nación argentina. Y salió airoso con el asesoramiento, los trabajos y la formulación de fundamentos que elaboraron nuestros técnicos.
A su vez, nuestro país fue a un litigio internacional con una de las empresas más importantes del mundo, como es la Philip Morris, por un tema sanitario, de salud, de construcción humana –porque consideramos que si hay salud, hay construcción humana–, y salimos airosos gracias al asesoramiento de nuestros técnicos y también de otros técnicos calificados, contratados en el exterior del país, que nos acompañaron.
El Uruguay ha trabajado en serio, y en este asunto vamos a trabajar en serio. Lo ha demostrado la propia conformación del debate, la propia formulación del contrato y las exigencias y compromisos que de este emanan.
Por lo tanto, acordar que dentro del marco de la normativa nacional nos comprometemos a exigir niveles de emisiones al ambiente en el rango de «las mejores tecnologías disponibles de acuerdo con el documento BAT de IPPC (2014)», para nosotros no es ir a menos. Para Uruguay tener estas exigencias ambientales es ir a más, es ser exigentes en los controles y exigentes en los niveles de emisión y de contaminación que se puedan volcar a las aguas. Entonces, no hay duda de que estamos ante un desafío importante. ¡No hay duda!
También se ha dicho que no se entiende por qué, si el contrato establece un determinado precio de tarifa ferroviaria y hay un precio menor, UPM tiene eso a favor. ¿Por qué hay que hacerlo? ¿Saben por qué? Porque el punto 1 del artículo 3 del acuerdo de promoción y protección de inversiones con Finlandia, que votaron los integrantes de los partidos que conforman la oposición –lógicamente, nosotros no lo votamos, no precisamente por tener una posición adversa; luego voy a hablar de eso– refiere a las inversiones realizadas por los inversores de una parte contratante en el territorio de la otra parte contratante, y dice que corresponde la aplicación de la cláusula de la nación más favorecida. ¡Ya en aquel momento estaban consagrando que hoy, en un proceso de desarrollo económico, tenemos que bajarle el precio a UPM! Es por la aplicación de ese tratado, que nuestra bancada no votó, y no por un problema ideológico, sino justamente porque se pidió que se discutiera y no se nos dio tiempo.
En ese entonces, cuando se discutió el tratado, el señor senador Pintado era el presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales de la Cámara de Representantes, y en parte de su intervención dijo que, más allá del voto negativo en esa oportunidad –como lo hicieron constar el presidente y muchos colegas de la Cámara de Representantes– su ánimo era el de colaborar y facilitar, con todas las garantías, la aprobación de ese trascendente convenio, que iba a implicar una inversión importante para el Uruguay. Tan así era que quería dejar sentado en la versión taquigráfica de esa sesión que, a los efectos de facilitar la mayoría necesaria para que el convenio pasara al plenario, se ausentaron momentáneamente de sala en el momento de la votación. Es decir que el Frente Amplio colaboró para que en la comisión hubiera mayoría y pudieran informar el tratado.
Estas cuestiones también están en este proceso y son las que importan. Como lo que planteó en ese momento el diputado por el Frente Amplio, compañero Carlos Pita, quien dijo que una vez asentadas en la versión taquigráfica de la comisión esas salvedades, tendría las garantías para dar su voto –no el de la mayoría– desde esa bancada al proyecto en cuestión. Porque es cierto que en el Frente Amplio había miradas encontradas –como las tenemos en muchos temas– en torno a esta votación.
Señora presidenta: estamos ante un hecho que no es menor. Algunos señores senadores preguntaban por qué, según las cláusulas, nos estamos entregando y estamos reconociendo que esta es la mayor inversión del país. ¿Eso no es una realidad? ¿Reconocer no es parte de la lógica de poder acordar? Antes nadie venía a invertir a nuestro país; aun teniendo la llamada ley de promoción de inversiones, nadie venía porque no se generaban las condiciones mínimas de seguridad, de crecimiento económico, de atención a los reclamos populares, salariales y de los demás sectores de la población. Entonces, ¡claro que no había estas discusiones! Por más ley de promoción o de protección de inversiones que tuviéramos, nadie venía a invertir. Ahora sí se dan estas discusiones. ¿Por qué? Porque somos un país atractivo y tenemos el compromiso de seguir generando un estímulo para las inversiones, que son necesarias para la generación de empleos y el desarrollo de las capacidades, para el desafío como país y para construir la equidad territorial, que hoy nos está costando mucho.
Señora presidenta: aplaudo este debate. Creo que, como nunca, el Gobierno se ha plantado con transparencia y ha volcado la información. Quien no quiera reconocerlo, ¡que no lo haga! Lo importante es que la gente reconozca que lo que estamos haciendo es por nuestro país, por su gente, por el desarrollo pero, sobre todo, para que ese desarrollo llegue a una zona que históricamente ha estado en aislamiento o poco provistas de políticas públicas para su crecimiento.
Muchas gracias.