Escribe Felipe Matontte | Militante JSU
El 30 de agosto no es la fecha que tenemos más presente, probablemente muchas personas aún no saben a que hace referencia pero es, sin duda, uno de esos días que todas y todos deberíamos recordar. A propuesta de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Fedefam) se estableció por parte de las Naciones Unidas que cada 30 de agosto se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas
La convención internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas entiende a la misma como “el arresto, la detención, el secuestro o cualquier otra forma de privación de libertad que sean obra de agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúan con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o del ocultamiento de la suerte o el paradero de la persona desaparecida, sustrayendo a la protección de la ley.”
En el proceso de búsqueda de Verdad y Justicia la institucionalidad de nuestro país se caracterizó por ser muy lento, pasaron quince años desde la apertura democrática y la negación de la existencia de detenidos – desaparecidos por parte de políticos muy relevantes para que recién en el cuarto gobierno post dictadura se conformará la Comisión para la Paz que fue la primer herramienta institucional que buscó investigar sobre ese pasado tan reciente que nos sigue doliendo.
Luego de esta primera etapa institucional el cambio de gobierno por uno Frenteamplista significó entrar en otra, que sin duda implicó un avance en la búsqueda de Verdad y Justicia, en la construcción de Memoria y en empezar un proceso de reparación integral que aún hoy no es suficiente.
Tantas veces antes pero hoy más aún, es necesario revisar nuestras acciones, la coherencia y profundidad que le dimos o no a las mismas, no para la autoflagelación sino para pararnos desde otro lugar a la hora de encarar nuevamente los temas y ya lo empezamos a hacer en el aporte que como partido hicimos en noviembre del año pasado a la discusión de balance, evaluación crítica, autocrítica y perspectivas del Frente Amplio, “No fuimos capaces de avanzar lo suficiente en la democratización y transformación profunda de las Fuerzas Armadas y en la lucha contra la impunidad. En este capítulo incluimos los discursos erráticos en relación a la teoría de los dos demonios, pero también la incapacidad de desmontar definitivamente la doctrina de la seguridad nacional y la de dar pasos más significativos en materia de memoria, verdad y justicia.”
Se ha dicho que esto se termina cuando se mueran todos y no solo es necesario decir que esto no va a suceder debido a que es una causa nacional que ya atraviesa a toda nuestra historia como pueblo uruguayo, sino que no vamos a dejar que se termine hasta no saber toda la verdad. Se murió Gavazzo y no nos cambia nada porque él no nos iba a decir la verdad.
Se nos van las viejas y eso si que nos moviliza, con cada una que se va la justicia es menos posible pero igualmente se encargaron todas ellas, las que están y las que ya no, de que entendiéramos que debe ser sin ningún tipo de revanchismo, pero que no podemos parar. Qué no pasó, sigue pasando, la desaparición forzada es un crimen que se perpetúa con el ocultamiento de la verdad, con cualquier tipo de acción que interfiera.
Es hora de hacer otro pacto, uno que no solo les de justicia a las personas, a las victimas directas del terrorismo de estado sino uno que nos de justicias a todas y todos. Un pacto en el que se entienda que el silencio no le afecta a unos pocos, nos afecta como pueblo y en nuestra humanidad.