Todos venimos perdiendo

Escribe: Julio Callorda | Integrante de la departamental San José 

Tranquilos, no es una columna deportiva.

Siempre existieron puntos de contacto entre política y fútbol. Algunos opinan que el fútbol es la catapulta a la política, aunque puede ser la sepultura, y otros que la política se mete en el fútbol.

Para empezar, analicemos unos pocos aspectos de la actualidad usando a la celeste como punto de comparación, para llegar a la conclusión que indica que aquí perdemos todos.

En principio, los coalicionistas gobernantes tienen mucho en común con nuestra actual selección; jugadores abrumados, cansados de entrenar en sus equipos y no demostrar nada en la cancha, sin ideas y declarando más de lo que juegan. Lo que vulgarmente se llama vender humo.

Veamos.

Cuando días pasados se presentó la Rendición de Cuentas, el Ejecutivo volvió a destacar su decisión de apelar a la “libertad responsable de los ciudadanos y no decretar cuarentenas obligatorias”.

Humo. Nadie pidió nunca cuarentena obligatoria, lo que pedimos los más sensatos fue un control mayor de la movilidad, que hubiera significado, con toda seguridad, que la mayoría de los 5700 muertos hubieran podido tener más armas para salvarse. La “libertad responsable” es propia de un papá que quiere sacarse el problema de encima y le da las llaves de la Ferrari testarossa al hijo para que se mande unos piques en el camino a Guaycurú.

Nos siguen vendiendo el verso de que no se van a aumentar impuestos, cuando ya sabemos lo que está pasando. La campaña electoral fue un ardid que siguió paso a paso lo aprendido de cierto gurú macrista que insistía en que había que decir cualquier cosa, prometer lo más disparatado y después hacer lo contrario, total, los votantes son tan ignorantes que no piensan, sólo actúan por reflejos del momento, o por algún baño estético del personaje presidenciable; pelo abundante, juventud maquillada, cara de bueno, pectorales atléticos. Así le fue a Macri. Personalmente no quiero que sigamos los pasos de la Argentina macrista, pero vamos tras el flautista de Hamelin tan rápido que me preocupa.

Usted y yo sabemos que es inevitable la suba de impuestos; inevitable y natural, diría.

Se deja pues en manos del capital privado el crecimiento económico del país, ya que aligerar la carga de los “malla oro” los hará más y más ricos y así “derramarán” plata y bienestar a roletes.

Humo. Los malla oro son unas aves de rapiña que lo que hacen es aprovecharse del trabajo de los demás para llegar a la meta, y eso se aprende simplemente prendiendo la tele y mirando el Tour de France. Cuando los que lo llevan a ganar ya no sirven, vuelven al pelotón y en ocasiones un simple golpe los voltea de un plumazo, como en el propio Tour.

En campaña vociferaron a los cuatro vientos los despilfarros que se habían hecho, y las famosas auditorías no han podido encontrar evidencias de ello. 

Las políticas sociales fueron arrastradas por el piso y constantemente humilladas, así como sus beneficiarios, a los que los 15 años del gobierno del FA les había dado la dignidad necesaria como para asomarse a un mundo distinto. Se pretendió llevar adelante la política que el ministro del opus dei quería inculcar en el MIDES, con un ladero que no tenía ni idea de dónde estaba parado. Así les fue.

La pandemia le dio la oportunidad a este gobierno de decir y hacer cualquier cosa, porque todos estábamos pendientes de las cifras que nos tira la realidad sobre muertes y contagios. Y mientras desde marzo de 2020 todos la veníamos peleando para salvarnos, no nos dábamos cuenta que en realidad los uruguayos y uruguayas veníamos perdiendo por goleada.

Mientras tanto, y a escondidas, los combustibles siguen subiendo, aunque quieran convencernos que bajan, y sobre todo al amparo de la LUC, que permite un ajuste todos los meses. El primero se dio después que la Ministra saliera de la última conferencia de prensa, tan lamentable como todas, y ahí la población se enteró de ese primer ajuste que la LUC permite. A la suba por supuesto. Cuando baje un 0.0003%, nos enteraremos por cadena de radio y televisión, por supuesto, y con gran alarde de melenas.

Eso sí, me congratula que las rutas esta vez no sean cortadas debido a la protesta de algunos por el aumento del combustible. Tomando datos que me acercara un estudioso del tema, en 15 años de gobiernos del FA, en promedio, la nafta y el gasoil aumentaron menos de $2 por año y la garrafa de 13 kilos, $22 por año. Sólo en el último año, la nafta aumentó $11, el gasoil $5 y la garrafa de 13 kilos $78. Aun así, no vi tractores cortando la ruta. 

La actividad agropecuaria está en el punto más alto en la pandemia, aunque no veo que derrame para ningún lado. Silencio.

Mientras tanto, los ministros entran y salen en una loca sucesión para ver quién la embarra más.

Como en el fútbol, uno empieza jugando con los titulares, con los más capaces y desnivelantes, y de a poco se hacen cambios para ir mejorando el equipo y corrigiendo errores. Pero cuando vemos que los titulares son mediocres y los suplentes no levantan las patas, nos terminamos dando cuenta que vamos perdiendo todos, con una diferencia; los que juegan tienen millonarios sueldos, y la hinchada seguirá mascando bronca y perdiendo plata en las entradas o pagando el cable, para que unos pocos se llenen los bolsillos.