La rabia y el desconsuelo nos invadieron ante los abusos y asesinatos de dos niñas la semana pasada, que profundizaron la indignación y la tragedia por los abusos y asesinatos de otra niña y de un niño, muy poco tiempo atrás, y de las más de veinte mujeres asesinadas por el hecho de ser mujer, en lo que va del año. Nada es más urgente e importante que hacer todo lo necesario para que esta tragedia no se siga multiplicando. No podemos permitirnos la indiferencia, ni naturalizar la violencia, ni bajar los brazos.
La semana pasada se conmemoró el día mundial contra la violencia de género, se realizó una multitudinaria marcha y obtuvo media sanción la Ley integral de violencia de género. No estamos inertes ni paralizados. Estamos conmovidos y movilizados.
El tema es complejo y los registros inequívocamente grafican su intensidad y gravedad. Según el Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad, existe una denuncia por violencia de género cada 14 minutos, lo cual suma 104 por día y acumula 31.854 denuncias en los primeros 10 meses del año. Hay un 14% más de denuncias que en igual período del año anterior. El 70% de las denuncias corresponde a violencia con pareja o expareja y el resto a familiares o personas con las que convivían. Estos datos pueden señalar un incremento de violencia pero – sin dudas – también expresan una mayor conciencia de denuncia y reporte, ya que lo que antes se consideraba como lesiones, riñas y disputas, ahora sí se le rotula como violencia doméstica. Una de las claves para terminar con estas conductas es denunciar, involucrarse en la solución. No podemos mirar para otro lado ante estos graves hechos. Si cualquiera de nosotros sabe de abusos debe denunciarlos.
Resulta injustificable – por decir lo menos – que estas trágicas situaciones sean utilizadas para rédito político o para ganar audiencias. Tampoco tiene el menor sustento reclamar aumentos de penas y castigos que por sí solos está comprobado que no terminan con la violencia.
Cinco verdades incontrovertibles de esta tan trágica como compleja situación. La primera, que las víctimas de los delitos de violencia basada en género, como la violencia doméstica, el abuso sexual y la explotación sexual, son mujeres, niños, niñas y adolescentes. La segunda, que la gran mayoría de golpeadores, asesinos y abusadores, son hombres. La tercera, que las mujeres no violan. La cuarta, los medios de comunicación y las campañas de bien público son herramientas fundamentales para generar conciencia social. La quinta, que la ley integral a estudio parlamentario contra la violencia de género previene y mejora sustantivamente la situación de los más vulnerables – por ello debe ser aprobada inmediatamente -.
La responsabilidad que tenemos los decisores políticos es muy grande. Por ello cabe cuestionarse: ¿En qué pensaban algunos representantes de la oposición cuando el Proyecto estuvo durante más de un año siendo estudiado en la Comisión? ¿En qué pensaban algunos representantes de la oposición cuando votábamos el capítulo penal de los artículos de la Ley Integral de Violencia de Género?
Todos los uruguayos debemos sumar esfuerzos para terminar con estas aberraciones que están incrustadas en la base cultural de nuestra sociedad. Para lograrlo, debemos sumar educación, leyes y medios de comunicación. Y cada una de nuestras actitudes cotidianas debe dar cuenta de que realmente queremos desterrar la violencia y el machismo.