Suma cero

Dra. Mónica Xaxier                                                                                                                                             Senadora                                                                                                                                                           Secretaria General del Partido Socialista

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En la economía  hay quienes miden el éxito únicamente según indicadores monetarios,  sin considerar las condiciones laborales de la gente ni al impacto de producción en el medioambiente.

La idea por la cual para que unos ganen las mayorías deban perder, ha generado terribles desequilibrios. Algunos crudos ejemplos. La riqueza del mundo está en manos de una ínfima minoría. La riqueza de nuestro continente sigue siendo la peor repartida del mundo. Los niños siguen siendo los más pobres. Esto tiene raíces en aspectos económicos, sociales y políticos.

A primera vista, para combatir esas injusticias hay una simple ecuación económica: inversión, crecimiento y creación de puestos de trabajo. Claro está, este esquema tan sencillo de decir responde a una actuación de gobierno que logre plasmarlo en condiciones tangibles para todos los sectores de la sociedad. Esto es distribuir. Muy ligeramente, se está poniendo de moda postular a exitosos comerciantes para esta tarea. Todos ellos indican fracaso: Berlusconi en Italia, Collor de Melo en Brasil, Piñera en Chile.

Gobernar una nación no tiene nada que ver con administrar una empresa. Con el futuro de los trabajadores y con el futuro de la economía no se juega.  Cuando las condiciones laborales y la tasa de empleo acumulan históricos avances, lo primero que mejora es la vida de la gente. Allí está un foco de acción política fundamental. En establecer las condiciones para hacerlo posible y activar políticas que permitan reducir las groseras diferencias de ingresos.

En la economía  hay quienes miden el éxito únicamente según indicadores monetarios,  sin considerar las condiciones laborales de la gente ni al impacto de producción en el medioambiente. Tampoco los indicadores más extendidos están condicionados a si se vive en una dictadura, si se contamina, si se respetan los derechos humanos. En definitiva solo importa el beneficio monetario pero no se repara en los medios para alcanzarlo.

Toda actividad económica debe servir al bien común. Para ello también es fundamental que a las empresas se les exija información sobre sus procesos con relación al cuidado a la dignidad humana y a la ecología. Por ejemplo, que no explotan, ni ejercen esclavitud infantil, ni promueven la desigualdad entre hombres y mujeres. Lamentablemente sabemos que muchos de los vistosos productos que compramos en cómodas cuotas no tienen en cuenta todo esto. Desde todos los ámbitos debemos actuar con mayor decisión para terminar con estas aberrantes prácticas.

Y también debemos poner sobre la mesa la discusión sobre las distancias salariales al interior de las organizaciones. Por ejemplo: la iniciativa de las Juventudes Socialistas de Suiza, llamada 1:12, por la cual nadie de una misma organización en un mes pueda cobrar más que lo que percibe anualmente el asalariado más bajo de esa misma organización. No parece ser una iniciativa tan ambiciosa, sin embargo fue rechazada en un plebiscito.

Por más trillado que esté el concepto de la teoría de juego «suma cero», si atendemos a su definición, veremos su validez para lo dicho: “los beneficios de los ganadores son equivalentes a las pérdidas de los otros participantes“.  Su extrapolación al sistema capitalista no puede calzar mejor.  Por eso hay que apostar a formas más solidarias y terminar con la suma cero.

Fuente: prensa 90

16 de agosto 2016