El lugar que cada uno ocupa en la lucha política, lo determinan diversas circunstancias. A mi padre le tocó ser el primer edil del Partido Socialista en la Junta Departamental de Colonia en un período muy breve: desde febrero de 1972, cuando asumieron los ediles electos en las elecciones del 71, hasta junio de 1973, cuando los militares disolvieron la Junta y atropellaron todas las instituciones democráticas. Solo 16 meses.
Su militancia política había comenzado bastante antes que el Frente Amplio naciera, ya que pertenecía a este viejo partido de los socialistas, el más longevo de la izquierda uruguaya.
En lo personal tengo recuerdos borrosos de aquellos primeros pasos del Frente en Carmelo, hace medio siglo; yo tenía solo 9 años, no tantos como para entender de qué se trataba la atrevida y desafiante propuesta de la izquierda, pero sí los suficientes como para haber ayudado con las brochas y los carteles y para no olvidarme más del penetrante olor al engrudo. Primera campaña en Carmelo de una fuerza política que llegaba para cambiar las cosas y cuyos hombres y mujeres sufrieron en sus propios cuerpos esa opción.
Recuerdo a mi padre contándome que en Conchillas, cuando finalizó el primer acto del Frente poco antes de las elecciones del 71, con la presencia de Líber Seregni como orador, un par de vecinas aparecieron en la plaza una vez que los pocos asistentes se estaban retirando y comenzaron a baldear y limpiar con febril entusiasmo los pisos. Las dos señoras sentían que tenían que desinfectar la plaza luego de la presencia de esos barbudos de pelo largo, que habían invadido su pueblo.
Lo de Conchillas no es solo una anécdota pintoresca: es una muestra de la situación vivida en mayor o menor grado por todos los primeros frenteamplistas del interior del país, aquellos que arriesgaron mucho por atreverse a cambiar, por animarse a hacer las cosas de otra manera y diferenciarse de las prácticas habituales de la mayoría de los dirigentes de los partidos tradicionales.
A muchos de esos militantes frenteamplistas del 71, la osadía de jugarse por una opción de izquierda les costó la vida, la libertad, el trabajo o la salud. Para ellos, como decía don Carlos Quijano, solo quedaban tres opciones: el destierro, el encierro o el entierro.
A 50 años de la fundación de nuestro querido Frente Amplio, es bueno, es importante y creo que necesario, mirar atrás y confirmar ese camino recorrido. Recordar con un nudo en la garganta y también una sonrisa, a todos los compañeros que en algún momento estuvieron a nuestro lado y que hoy ya no están, las argumentaciones en asambleas, el trabajo militante incansable hasta las madrugadas, las mil recetas para hacer el mejor engrudo de la campaña, la mano tendida del compañero o compañera que en la discusión se pasó un poco de rosca, pero que en la calle se pega a nuestro lado y no le afloja ni medio centímetro.
Todo esto es el Frente Amplio y –por supuesto- mucho más que esto. Una hermosa colcha de retazos compuesta por entrañables compañeros que nunca abandonaron la lucha o que nos dejaron pero siguen con nosotros. El que acercaba un mate para aliviar tensiones, la que siempre tuvo una palabra de aliento, aquel que era duro en la discusión y capaz de dar hasta lo que no tenía cuando alguien lo necesitaba, aquella que siempre nos mostraba un camino que a nadie se le había ocurrido. El que se arrimaba a ayudar a los familiares de los presos, ayudando a mantener encendida una débil llama de esperanza durante la larga noche militar. El que acercaba un paquete con yerba para llevar al penal de Libertad, aunque difícilmente llegara a destino. La que brindaba una mano cálida y una palabra de aliento, cuando casi todo el pueblo te daba vuelta la cara.
Esos militantes anónimos que a lo largo de 50 años forjaron esta fuerza política que ha tenido aciertos y errores, pero que nadie podrá acusar de haberse escondido debajo de ninguna alfombra. A esos anónimos le debemos casi todo.
Brindo por estos 50 años, y también por los 50 que vienen y por quienes tuvieron la valentía de hacer llegar el barco hasta acá, sorteando tempestades, cayendo mil veces y levantándose otras mil. Por los que nunca pidieron recompensa ni reclamaron honores. Por los que apretaron los dientes y siguieron. Por los que faltan, por los que están y por los que mañana volverán a levantar la bandera de Otorgués, la rebelde, la tantas veces prohibida, la que llevamos en el alma. Por vos, Frente Amplio, tan humano, contradictorio, peleador y de izquierda; tan igual a nosotros mismos.
José Luis Pittamiglio – Edil Departamental Partido Socialista (FA)