Sin vendas y con Ley

Ley integral que profundice el combate a la trata y la explotación de las personas

Un grupo de trabajo parlamentario creado a instancias de la senadora Daisy Tourné, presentará en estos días un anteproyecto de Ley que abre una nueva etapa para un tema que durante largas décadas permaneció fuera de la necesaria atención del sistema político, al menos hasta 2004.
Francis Comas

En palabras de Tourné la propuesta no sólo llena un hueco en la legislación nacional sobre el tema sino que aporta un instrumento imprescindible para la profundización del combate contra un delito cuyas víctimas principales son mujeres, niños, niñas y adolescentes de los sectores más vulnerables de la sociedad.
elcambio.uy entrevistó a la senadora Tourné a su regreso de la ciudad de Durazno donde participó en un encuentro sobre el tema, convocado por jóvenes en el marco del Día internacional contra la trata de mujeres.

¿Cuál es la razón por la que no parece existir en el país una preocupación, al menos proporcional, ante un delito de este peso en Uruguay, la región y el mundo, por parte de la ciudadanía, pero lo que es más grave de parte del propio sistema político?
Antes que nada yo diría que no hay nada que lo justifique. Y en el caso del sistema político que durante mucho tiempo miró para otro lado, mucho menos. Por eso nos hemos puesto en la tarea de ocuparnos y seguimos haciéndolo desde que el Frente Amplio llegó al gobierno.
A nivel general no hay una clara percepción del problema. Tal vez por lo que suele recordarnos Gerardo Caetano, cuando dice que los uruguayos tenemos una percepción autocomplaciente de nosotros mismos. Una mirada que lleva a aceptar como verdad una afirmación que da orgullo, aunque nunca haya sido comprobada, como cuando decimos: “somos un país muy culto y democrático”. Lo cierto es que esta autocomplacencia, al menos en este caso, va de la mano con otro rasgo de conducta no menos importante: el famoso “no te metás”.
La “trata de blancas”, como erróneamente se la llamaba, no es nada nuevo, es un mal tan viejo como el agujero del mate. Recuerdo el libro de María Urruzola, “El huevo de la serpiente”, que escribió hace como veinte años y ahora se reedita. Fue un sacudón ya que destapó una trama de explotación sexual de mujeres uruguayas en Milán, algo que aquí se consideraba que no existía. Pero sí que existía y en la red mafiosa estaban comprometidos abogados, policías, funcionarios, financistas, agencias de viaje, residencias, transportes dentro y fuera del país, etcétera. En fin, una telaraña que medraba en la sombra y donde figuraban muchos nombres conocidos de este “país de la cola de paja”, al decir de Benedetti.
Y eso terminó, allá en Italia, con juicios y condenas. Pero aquí, pasado el impacto, no consiguió llamar la atención. Y hay que decir algo aunque parezca obvio: nunca fuimos una isla y aquí no solo se siguió produciendo este delito, sino que ante la inoperancia legislativa y punitiva, el Uruguay además de ser un país de origen de la explotación sexual, también pasó a ser país de tránsito y, finalmente, país de destino de la trata.
Es una realidad muy dura y no vale seguir diciendo que el problema no existe y que “eso pasa en el mundo, pero aquí no pasa”. ¿Aquí no? Bueno, para desilusionar a los que prefieren no ver este lado oscuro de nuestra realidad podemos dejar hablar a los números. Y atención, porque aún no son números suficientes, pero así y todo, nos están diciendo que en 2014 hubieron 74 procesamientos por trata y explotación sexual, en 2015 hubo 99 casos y en lo que va de 2016 ya suman 44. Y en declaraciones recientes la directora del INAU, Marisa Lindner, reconoció que se están atendiendo 286 denuncias de explotación sexual infantil y que ya hay adultos —familiares y perpetradores— procesados. ¿Cómo que aquí no pasa?”.

¿Cree que la ley que tratan de impulsar desde el grupo de trabajo parlamentario tendrá una incidencia decisiva para frenar este flagelo?
No se pueden ver las cosas sin considerar el punto del proceso en que se encuentren. Cuando el Frente llegó al gobierno, este tema también estaba en la agenda y vaya si en estos 15 años se trabajó fuerte. Respecto a la trata, a nivel legislativo y muy en síntesis, en 2004 ratificamos y volvimos ley el Protocolo de Palermo. En 2008, se tipifica el delito de trata a nivel internacional como tema comprendido dentro del crimen organizado, al votar la ley de migraciones. Y hoy, en 2016, la Mesa Interinstitucional sobre Trata y Explotación de Personas ya presentó un anteproyecto de Ley integral de prevención y combate a la trata y la explotación de personas que será considerado y finalmente hecho ley a través de la Comisión Especial que el Senado formó a estos efectos.
La Ley crea el marco y su aplicación se juega en la cancha, en cada hecho concreto. Con el nivel legislativo que tenemos el combate al delito se ha profundizado y también la protección de las víctimas, pero con esta Ley vamos a ir mucho más a fondo. Pasó con la violencia doméstica, un delito invisibilizado porque era de puertas adentro. Pero al establecerse como delito, entonces avanzamos. Se aprobó una ley. Se desarrolló el combate. Y hubo que preparar policías a quienes antes eso no les correspondía y le ganamos al “no te metás” y al manto de silencio.

Usted dice que este tema es “más viejo que el agujero del mate”, lo que daría la idea de que es una característica tan instalada que puede verse como algo “naturalizado”. Pero es obvio que no deja de golpear. ¿Qué hace que este delito “mas viejo que el agujero del mate” siga creciendo en todas parte incluso en Uruguay, el país Número 1 en prevención entre los de la región?
“Este es un delito que viene del fondo de la historia, por eso exige una nueva mirada y un cambio en la forma de juzgarlo y de actuar contra él como parte de la lucha contra el crimen organizado. Se podría decir que todos sabemos que hay captadores que son personas entrenadas en la persuasión, esbirros en la cadena deleznable del delito de la trata, pero conocen bien su trabajo y saben pintar las maravillas que seducen a las jóvenes con engaños, mentiras, amenazas, un trabajo que les cambiará la vida (casi siempre “modelaje”), etcétera. y las empujan a la esclavitud sexual. Entonces, si todos lo sabemos, ¿por qué pasa?
Es evidente que existe una población vulnerable y también que el tema no está instalado a los niveles deseables desde el punto de vista de la prevención. No ha entrado en consideración que la propia sociedad consumista se convierte en un auxiliar del reclutamiento tanto por la erotización del cuerpo transformado en objeto como por la eliminación de la distancia entre desear y tener, ahora y ya. Obviamente no digo que sea un factor único pero es algo que pega mucho sobre todo en los contextos más faltos de oportunidades, en familias fracturadas, en ámbitos resistentes a toda institucionalización.
Yo me crié en una familia donde todos los días veía a mi padre levantarse muy temprano para ir a trabajar… y desde niña el trabajo siempre estuvo integrado a la vida. Había cosas que yo deseba tener: una muñeca, un juego, algo que me había llamado la atención, pero sabía que no era posible tener todo lo que deseaba y menos al instante. Bueno, tocaba esperar. Y en esa espera veía cómo se hacía el esfuerzo, hasta que un día el regalo me llegaba. Como muchos de mi generación crecimos sabiendo que las cosas se consiguen con esfuerzo, que entre el deseo y la obtención de la cosa media distancia y un esfuerzo. Hoy, estamos en un momento totalmente diferente de la sociedad y sobre eso hay que trabajar coordinadamente desde el Estado y desde toda la institucionalidad y las organizaciones sociales.
Y no solo se reclutan jóvenes, también personas de 35 a 50 para enrolarlos en los trabajos esclavos y además niñas y niños para proveer esa crueldad intolerable de la pornografía infantil o directamente el comercio, su venta y debemos sumar a la adolescencia, los embarazos forzosos con fines comerciales, el tráfico de bebés, la venta de órganos, la mendicidad forzada y otros horrores que por más que no se quieran ver están ahí y suman víctimas por millones.
El trabajo esclavo es una de las lacras del mundo actual. Muchas cadenas y marcas importantes hacen su negocio con prendas producidas en esclavitud, en factorías ocultas.
A veces en barcos que deambulan por los océanos donde hay mujeres que trabajan cosiendo o cortando en jornadas inhumanas. Les llevan un cubo de comida seca hasta la máquina en la que trabaja y a hasta les dan pañales para que no tengan que ir al baño y así seguir produciendo. Los miserables centavos que ganan jamás les darán la libertad.

¿Cómo se puede combatir por un lado el delito y por otro esa relativa indiferencia que durante mucho marcó la tónica sobre el tema y por extensión se propagó a buena parte de la sociedad?
Tenemos que ocuparnos de lo que pasa aquí y legislar y acordar y crear vínculos legales y políticos para poder actuar aquí y allí, en los extremos que forman las vías de comunicación del delito. Pero hay que empezar por casa o mejor dicho profundizar lo que está en marcha. Por eso, en la charla con los jóvenes que tuve en Durazno el Día internacional de lucha contra la trata, yo les decía: Ustedes saben lo que pasa aquí, ¿no? Entonces les pregunto: ¿por qué simplemente no lo decimos? Y yo creo que por allí comienza un cambio de actitud y no sólo de los jóvenes, sino de todos con respecto a estos temas. A nosotros, los legisladores nos corresponde legislar y a todos los uruguayos, enterarse, informar, difundir, transparentar.
Hay que hacer conciencia. Cambiar la percepción heredada y marcar las nuevas conductas, hay que hablar, denunciar, alertar, porque es la primera forma de enfrentar la explotación. Y no hay otra. Para mí está claro que hay que preocuparse y ocuparse, y en eso estamos, porque como siempre, el reclutamiento golpea con más fuerza en los barrios y sectores más carenciados, más vulnerables.

¿Usted sugiere que la información masiva aún es débil con respecto al tema y que se debe tomar la información en las propias manos?
Hay que hacer campañas contra todo tipo de desinformación, campañas que pongan el tema en la mesa, que aborden su multicausalidad y que apoyen esta lucha con fuerza y con inteligencia. Y hay ejemplos, como uno que vi en Berlín sobre el trabajo esclavo que realmente me impactó. En una plaza céntrica, muy amplia llamaba la atención una cabina donde se ofrecían remeras muy bien diseñadas por solo 2 euros. Se formó enseguida una cola larga y cada persona, al llegar a la cabina podía poner los 2 euros en un dispositivo y llevarse la camiseta. Pero en ese momento se encendía una pantalla que te decía que esa camiseta se había hecho con trabajo esclavo y daba la siguiente opción: llevarte la camiseta consciente de que comprabas trabajo esclavo o donar los euros para seguir con esa campaña contra el horror del trabajo esclavo y las cadenas que se benefician.

Yo no veo a la población muy preocupada por estos temas, ¿por qué supone usted que sucede, cuando desde el gobierno se despliegan esfuerzos que involucran el trabajo de ministerios y de instituciones? ¿Será que la gente piensa que es solamente un problema que a ellos no les compete y que son los políticos o el gobierno quien los tiene que solucionar?
No creo que la cosa vaya por allí. El desarrollo de la conciencia es progresivo y hay que seguir haciendo conciencia, no hay otra. Políticamente el Frente Amplio ha sido claro en lo económico, pero en lo ideológico cultural puede que sea más fácil que se cuelen cosas de esta sociedad consumista. Y si no, fíjese en la tristeza de los resultados de la encuesta de Botinelli sobre la confianza institucional. ¿Quiénes están primero? Los bancos. ¿Y después? La policía. Tercero, las fuerzas armadas y, allá último, los políticos. Yo pienso que nosotros, los políticos también tenemos parte de responsabilidad porque muchas veces entre nosotros los y las políticas puede más la tentación de decir lo que se sabe que el otro quiere escuchar. Y esto va claramente contra la defensa a ultranza de la verdad en que creemos, así eso no genere adhesiones. Yo creo que si nosotros no enfatizamos la creación de conciencia en esto y en todo, así como también en la conciencia del cambio que el Frente está llevando adelante, entonces no estamos aportando como políticos que somos.
Sabemos cómo estaba el país antes de estos años de gobierno del Frente Amplio porque los vivimos y también sabemos cuánto se ha avanzado. Tal vez esa vivencia en el cambio permanente, no nos deja ver cómo y cuánto hemos cambiado, pero tenemos que verlo y decirlo mientras profundizamos las líneas que marcan ese cambio. Hay que hablar, juntarse con la gente.
Los Consejos de Ministros, el gobierno de cercanías que viene llevando adelante Tabaré en este período, enseñan y demuestran el valor del contacto directo, ponen en evidencia las prácticas y el alcance —posible o no posible— de ciertas medidas o las formas de dar solución a una preocupación existente.
En ese acercamiento de las partes los dos niveles aprenden, dejando de lado entelequias y acercándose directamente a los problemas y las dificultades para resolverlos desde una cercanía efectiva, colocando sobre la mesa todos los instrumentos del Estado en juego. Es como una contracultura frente al mundo del capitalismo salvaje que hoy nos toca enfrentar.
Un mundo que ha creado vías, mejor dicho verdaderas autopistas donde todo circula, lo legal y lo delictivo, las armas y drogas y las decisiones que favorecen negocios millonarios o condenan a poblaciones enteras a la catástrofe como vemos todos los días. El Uruguay no va a cambiar el mundo, pero tiene que tener leyes que nos permitan actuar dentro de fronteras y también fuera, allí donde se gesta o se recepta o se favorece el delito y para eso hay que unir Estados, avanzar en acuerdos, todo eso.

Últimamente se han visto algunas acciones contra la trata y la explotación de mujeres y recientemente se investigan denuncias sobre explotación sexual infantil en forma puntual. ¿Para usted es suficiente, se necesita, aparte de la ley, una convergencia mayor de fuerzas?

Estamos en una etapa donde se van concretando cosas. En el anteproyecto también hay propuestas concretas sobre lo que usted pregunta. Pero la clave de este desempeño se llama interinstitucionalidad.
En la prevención y el combate a la trata y el tráfico, convergen el Ministerio de Relaciones Exteriores por los flujos de migrantes y el manejo de esa temática; el Ministerio del Interior que debe reprimir al crimen organizado y específicamente al delito de trata, tráfico y explotación de personas (fueron exitosas la Operación Imperio —trata, tráfico y explotación sexual de dominicanas— y la Operación en Carrasco —trabajo en sistema de servidumbre de bolivianas— y van saliendo cosas a este nivel); el Ministerio de Desarrollo Social, el de Educación y Cultura, la Educación en toda su extensión y las familias, que es donde tiene que empezar ese tejido protectivo que evita la exposición desavisada de mujeres jóvenes, niños y adolescentes, a las tentaciones de una sociedad donde la delincuencia y la explotación también se globalizan.
Al igual que en este tema vemos como en muchos otros el gobierno ha hecho avances notorios en la coordinación interinstitucional y tal vez sea la forma más avanzada de trabajo y la más efectiva que se ha conseguido y la que veo como clave para seguir profundizando las líneas que están cambiando al país.
Aquello de trabajar cada uno por su lado, eso ya se vio que no resultó. Y por eso se hizo la gran labor de poner al país en el tiempo presente, ahora hay que profundizar y para eso esta herramienta, la interinstitucionalidad, es lo que nos está dando grandes resultados.
Ante hechos recientes y declaraciones de la oposición a partir de un asunto puntual de seguridad y su lectura por el Frente Amplio ¿Cómo ve estos temas en clave democrática? Alguna gente se pregunta si resistirá la agresiva andanada neoliberal que campea en la región.
Yo creo que sí, estoy convencida. Pero pienso que los partidos políticos son esenciales para fortalecer la democracia, son pilares, porque sintetizan la vida y el intercambio de un país sobre si mismo, sobre lo que debe o no debe hacer y dan a la sociedad la capacidad de defenderse de ataques que en apariencia no existen, pero que son los que carcomen sus bases.
Creo que los partidos tienen que especializarse más, y lo mismo los políticos. Cada discurso, cada palabra debe estar respaldado en hechos y en conocimiento concretos, con contenidos evidenciables y demostrables, lo demás ya es pasado. Es que los problemas de hoy exigen respuestas complejas, que sinteticen los diferentes niveles y aspectos que encierran y que cuenten con la capacidad de articulaciones necesarias para hacerse efectivas.
Claro que la democracia resistirá. Nos ha costado mucho como pueblo recuperarla y en estos últimos tiempos engrandecerla como lo está haciendo el Frente. Falta mucho por hacer y estamos en el camino.

Fuente: El Cambio Uy