“He dejado pasar mi vida soñando, soñando y luchando, soñando la vida que quiero y luchando por hacer la vida que sueño” Pablo Pereyra.
Escribe: Facundo Terra, maestro, dirigente departamental de Rocha, candidato a edil
Hablar de Pablo es hacer referencia a un contrato irrestricto entre la palabra y la acción. Una coherencia casi sin precedentes entre los ideales y la forma de actuar en todos los ámbitos de la vida.
Amante del ajedrez, la astronomía, la fotografía y el tango, nació un 6 de diciembre de 1932 en la misma casa que vivió hasta los últimos días, en 25 de mayo y Leonardo Olivera, con la particularidad de que en ese mismo domicilio histórico de nuestra capital departamental también había nacido su madre.
Hermano de dos varones y dos mujeres, recordaba su infancia como una época muy feliz junto a su familia, y de “Escuela y campito”.
Hijo de Juana, ama de casa, y de Pablo empleado de UTE, este último muy admirado y destacado siempre por su hijo como un padre compañero. Pablo además fue padre de dos hijos, María Eugenia y Pablo.
A este joven rochense de mitad de siglo XX le apasionaba el cine y las típicas matinés de domingo a las que asistía acompañado por sus hermanos. Además, era un buen deportista que pasó por el club de sus amores en dos disciplinas. Fue jugador, director técnico y dirigente de Peñarol de basquetbol e integró la directiva del Club Peñarol de Fútbol de Rocha.
Esta juventud cargada de amistades, deporte, cine y lectura lo llevaron a ocupar un lugar de consulta y destajo en una sociedad rochense con particularidades de la época que destacaremos más adelante. Pablo contaba una historia que demuestra cómo vivió estos años, en el Club Social Rocha, institución que tenía prohibida la entrada de “negros” por aquellos tiempos, y que organizó desde el “Ateneo Rocha”, una jornada de análisis de los temas que le preocupaban a los jóvenes. Llegaron renombrados panelistas y se inscribieron jóvenes de la alcurnia rochense para exponer. Pablo se inscribió y fue aceptado. Luego de exponer, integrantes de la organización del evento fueron a felicitar a sus padres por la brillante ponencia que había desarrollado su joven hijo. Hoy con otra perspectiva puede resultar un hecho común, pero si nos ubicamos en el contexto de una Rocha con mucha discriminación, con una lucha acérrima por tener un lugar en una sociedad cerrada y de selectos, lo que hizo fue de una valentía y de unas convicciones únicas. Entre otras cosas este hecho hizo que el presidente del club lo invitara días después a comentar sobre la jornada vivida para lo cual necesitaba presentar a Pablo como socio, cosa que se concretó días después y marcó un antes y un después en dicha institución y en la sociedad rochense.
Su amor por el estudio, la lectura y la formación permanente lo llevaron con gran esfuerzo a Montevideo a cursar Derecho, carrera que dejó después de cuarto año para continuar su gran pasión: las clases de sociología. Arrancó en el Instituto Magisterial de Maldonado y varias generaciones de alumnos, lo recuerdan como un enamorado del estudio de la sociedad, sereno y metódico docente. Fue uno de los tantos destituidos en dictadura, al igual que su esposa en ese momento, que era maestra.
Además de su pasión por la docencia el amor por la radio también marcó sus vida, llevó adelante un programa en Radio Montecarlo de Montevideo denominado “Domingo Montecarlo” donde le tocaba conducir debates muy apasionados. En el primer programa los invitados eran nada más y nada menos que: Jiménez de Arechaga, Aníbal Barbagelata y José Korzeniak, este distinguido panel fue moderado por él en un análisis de la Constitución de la República.
También trabajó en la histórica tienda rochense “Berwat”, prestigioso negocio que hoy ya no existe, donde se desempeñó como encargado de publicidad.
Un capítulo trascendente en la vida de Pablo es su permanente lucha por un mundo más justo y solidario.
En diciembre de 1950, cuando cumplió sus 18 años, fue a Montevideo a afiliarse al Partido Socialista de Uruguay, transformándose de esta manera en uno de los primeros integrantes de la Juventud Socialista de Rocha. Desde ese momento hasta sus últimos días fue un socialista de pura cepa, gran conciliador y firme en sus convicciones.
En los últimos 20 años cumplió diferentes roles en la Departamental de Rocha, pero donde se sintió siempre más cómodo fue en la Secretaría de Formación. Desde su afabilidad y sabiduría luchó hasta las últimas horas por la unidad del Partido. Militó en Rocha y en Maldonado donde también cosechó grandes amigos que hoy enlutan ante la pérdida de un bastión ideológico que hasta marzo y con 87 años de vida y 69 de afiliado al PS, estaba al pie de la militancia.
Su gran fortaleza era el diálogo en cada esquina con todos y cada una de las personas que se encontraba. Asistió hasta los últimos días a una tertulia, la del “garaje del Fefo” en la que se tratan los más diversos temas y él disfrutaba de anécdotas interminables y afables discusiones filosóficas entre otras cosas.
Rocha se dio el lujo de contar con una persona tan íntegra, con una vida tan llena de utopías, que lo hicieron caminar hasta los 87 años. Decía: “He amado soñando, he trabajado soñando, he luchado soñando y el día que deje de soñar comenzaré a morir”.
Homenaje de El Sol al compañero Pablo Pereyra