“La literatura, la ficción, la novela, es más fácil de hacer creer que la realidad”, es una de las mágicas afirmaciones que le pertenecen a Gabriel García Márquez. Es sencillo constatar esa idea cuando comparamos los positivos resultados socioeconómicos de nuestro país con las encuestas de opinión que señalan que el descontento ciudadano es grande.
Uruguay es el tercer país de la región que acumula mayor crecimiento en la última década y el que más creció en el último cuatrimestre (3,4%)
¿Cómo se puede explicar esta contradicción? Una explicación posible es admitir que las decisiones políticas en materia económica y social implementadas superan en eficiencia a las estrategias para comunicar sus resultados, los cuales son contundentes: Uruguay es el tercer país de la región que acumula mayor crecimiento en la última década y el que más creció en el último cuatrimestre (3,4%) – contra todos los pronósticos de las agencias dedicadas a vaticinar escenarios económicos -. Al mismo tiempo somos de los países que menos aumentaron su gasto público –a pesar de lo que pregonan los opositores – y con la mayor proporción del mismo destinada a Inversión Social: Educación, Salud, Seguridad y Asistencia Social. Y nunca debemos perder de vista que la focalización del gasto en estas áreas – que la izquierda define como prioritarias – es la que explica la mejora de la distribución del ingreso.
Está demostrado que el propósito de nuestros gobiernos es superar desigualdades históricas y también está demostrado que ese objetivo se enfrenta a poderosos intereses que nuclea a la derecha política con otras corporaciones
Este proceso no es una cuestión azarosa sino ideológica. Son decisiones políticas que están en las antípodas de las que tomaban los gobiernos neoliberales, los cuales recortaban el gasto social aunque la economía creciera. Reitero: es una cuestión ideológica, de cómo se implementan políticas para consagrar más derechos o no y de cómo se distribuye más la riqueza o no.
Está demostrado que el propósito de nuestros gobiernos es superar desigualdades históricas y también está demostrado que ese objetivo se enfrenta a poderosos intereses que nuclea a la derecha política con otras corporaciones – ARU / Cámaras Empresariales – que manifiestan su radical descontento con las políticas que desarrollamos los gobiernos de izquierda. Lo paradójico es que estos sectores nunca antes tuvieron una expansión tan grande y acelerada como la que obtuvieron en esta década. Pero sus declaraciones públicas dan cuenta que esas extraordinarias ganancias no alcanzan a superar el rechazo intrínseco que tienen por los gobiernos de izquierda. Es un asunto de clase.
El escenario político es clarísimo. Hay una puja entre quienes luchamos por distribución e igualdad versus los conservadores. Es una batalla contra poderosos intereses que fabulan – con una gran cantidad de medios a su servicio – desde realidades paralelas. Esa batalla exige a nuestros gobiernos ser tan efectivos a la hora de implementar políticas económicas y sociales como capacidad para mostrar a toda la sociedad todos los logros y todas las acciones que están en marcha para profundizar en derechos e igualdad. Solamente así podremos terminar la contradicción entre los innegables avances socioeconómicos y la tendencia a la baja de las encuestas. En definitiva es una lucha de relato entre la realidad de gobierno y la ficción opositora.
*Médica Cardióloga, Senadora de la República, Secretaria General del Partido Socialista de Uruguay