¿Qué es la economía política?

Escribe: Rodrigo Genta | Integrante de la brigada Julio Castro

“¿Qué es la economía política?” Dicha pregunta es la interrogante que inicia la “Introducción a la Economía Política” de Rosa Luxemburgo. La economía política es una ciencia extraña. Ni bien uno se adentra en ella se topa con un grave problema: nadie es capaz de precisar cuál es el objeto de estudio de esta ciencia. Claro está que, quienes no estudiamos la asignatura poseemos a lo sumo una idea vaga de la misma; luego, no es raro que seamos incapaces de determinar el objeto de aquella. Sin embargo, la dificultad persiste incluso entre quienes, presumimos, son conocedores y han escrito gruesos volúmenes sobre la materia. De acuerdo con Rosa Luxemburgo, las definiciones que ofrecen los “sabios burgueses” de la economía política adolecen en general de: 1) presuponer lo que deben explicar, i.e. qué es la economía política; 2) ser extensas y utilizar palabras abstractas que, o bien resultan inaccesibles para el público en general, y especialmente para la clase trabajadora, o bien no dicen nada en concreto, son frases vacías. ¿Por qué ocurre esto?  

Ahora bien, según Rosa Luxemburgo vislumbrar qué es la economía no siempre fue una empresa compleja, el concepto de economía no siempre fue nebuloso. Antaño, antes de la formación de la economía global capitalista, cuando la economía era “natural”, es decir, cuando la producción estaba orientada -mayoritariamente- a la satisfacción de las necesidades de quienes producen, las preguntas fundamentales de la economía política eran claras por sí mismas. Si los “sabios burgueses” preguntasen, por ejemplo, a un campesino de la alta Escocia o de Rusia, cuál es el objetivo económico o cómo surge y se incrementa la riqueza, las respuestas serían conclusivas, no habría nada que explicar a nadie, la economía política como ciencia no tendría sentido. Diría que trabaja para vivir y para vivir de una forma determinada, que produce aquello que esta última requiere, que se divide el trabajo entre los miembros de la familia según las aptitudes de los sexos, que la riqueza es la abundancia de aquellos bienes que necesita, que la riqueza que produce crece de obtener mejores herramientas para el trabajo, etcétera.

En un contexto histórico semejante, donde las cosas son “claras como la luz del día”, la economía política no tiene razón de ser, no hay nada misterioso que investigar, nada que desentrañar. Bajo un sistema de producción donde las necesidades de la vida humana guían y determinan de manera lineal el trabajo de las personas, la economía es simple, transparente, cristalina. No obstante, ese no es nuestro caso. Con la emergencia de la producción de mercancías y la consagración del dinero como “mercancía universal”, finiquitó la economía “natural”; la división del trabajo es muy aguda y ya nadie es capaz de producir los bienes que necesita. Vivimos en una sociedad atomizada desde el punto de vista de la producción; los medios de producción son propiedad de individuos, no de la sociedad conjunta, quienes producen o, mejor dicho, hacen que otros produzcan, lo que demanda el mercado, aquellas necesidades que tienen un respaldo monetario. La ausencia de un plan común que organice la producción ocasiona los fenómenos económicos contemporáneos: las crisis comerciales, el desempleo, la inflación, y demás.

Como enfatiza Rosa Luxemburgo, a pesar de que existe un poder que determina la vida económica, el capital -i.e. la riqueza bajo la forma dinero producida por la clase laboriosa y que es apropiada por la burguesía-, gobierna de forma anárquica. Nadie desea crisis, desempleo, inflación y demás; sin embargo, el sistema los genera. La vida económica actual de los seres humanos no coincide con la voluntad, la conciencia humana; llegamos a representar incluso los sucesos económicos como si fuesen consecuencia de fuerzas naturales, cuando las relaciones económicas son relaciones sociales.

Rosa Luxemburgo sostiene que únicamente en una sociedad como la nuestra la economía política tiene qua ciencia un objeto y un sentido: descubrir las leyes que determinan la anarquía de una vida económica carente de planificación global. Los “sabios burgueses” tratan de velar este hecho para no sentenciar a muerte el capitalismo; por ello son incapaces de expresar con palabras simples qué es la economía. Este hallazgo liga la suerte de la economía política con el proletariado internacional como clase revolucionaria: cuando la lucha de la humanidad laboriosa ponga fin al régimen anárquico del capital e instaure un orden socialista, gobernado por un plan dictado por quienes crean la riqueza, será el fin de la economía política qua ciencia, cuyo objeto y sentido es histórico.