Preguntas para el socialismo del futuro

Escribe: Ramiro García, militante de la JSU | Departamental Lavalleja

Este artículo no pretende traer ningún tipo de respuestas, descubrimientos o verdades reveladas, sino que sobretodo intentará hacer preguntas. Pero recordando a Marx en una de sus tesis sobre Feuerbach, las preguntas por el simple hecho de ser preguntadas, sin pretender buscar respuestas en la realidad material, no son más que idealismo o una forma alienada de hacer filosofía. Por tanto, las preguntas aquí planteadas son interrogantes que deben de ser contestadas por quienes desde el socialismo pretendan la transformación social y material de la realidad, en pos de poner todas las fuerzas productivas y el trabajo social en función de la clase trabajadora. Este énfasis puede parecer innecesario, sin embargo es fundamental entender que cuando preguntamos y buscamos responder, no debemos hacerlo por el conocimiento en sí mismo, sino por el conocimiento de la realidad como medio para la transformación de la misma. En este caso, el conocimiento no es un fin, sino un medio. 

Cabe aclarar también que la gran mayoría de las temáticas planteadas tienen su respuesta en los documentos partidarios del Partido Socialista y del propio Frente Amplio. En este sentido, la Democracia Sobre Nuevas Bases, nacida en el seno del Partido durante la resistencia a  la dictadura y vigente en las tesis partidarias hasta hoy, recoge muchos de los planteamientos aquí realizados. Las Tesis Partidarias, aprobadas en el 47° Congreso del Partido en 2012 es un profundo documento que también sabe responder muchas de estas temáticas. Sin embargo, como socialistas sabemos que la realidad nunca es estática, el movimiento y los cambios son constantes, y por tanto los métodos, conceptualizaciones, tesis e interpretaciones políticas deben de ser constantemente revisadas para determinar si perdieron vigencia y quedaron desfasadas de la realidad, o si por el contrario continúan ajustándose. Entonces, volver a revisar las bases teóricas y elevar el nivel de abstracción político es un ejercicio siempre necesario, aunque esto tenga como resultado reafirmar las tesis previas. 

La primera pregunta es ineludible, dado que todo lo que se desarrollará después dependerá de la respuesta que demos. ¿El socialismo científico sigue siendo el método correcto de lectura e interpretación de la realidad? Es decir, debemos de preguntarnos si los conceptos marxistas continúan teniendo vigencia como herramienta de comprensión de la realidad. Debemos de intentar determinar si los conceptos de modos de producción, lucha de clases, estructura y superestructura, alienación, enajenación, hegemonía, ideología o conciencia, continúan siendo útiles como herramientas teóricas fundamentales para entender la realidad social actual, o si por el contrario son conceptos que fueron superados teóricamente y quedaron obsoletos. Ensayando una respuesta, se puede decir; pese a que el marxismo no debe cerrarse a incorporar y adaptar conocimiento teórico producido por fuera de este, no existe teoría filosófica ni política que haya superado y trascendido al marxismo como herramienta teórica y política transformadora, dado que los principales conceptos marxistas aún son capaces de explicar con sorprendente precisión la realidad social. Tal es así, que en las ciencias sociales el marxismo a día de hoy representa una ineludible referencia y continúa siendo la teoría con más adeptos dentro de los cientistas. 

De más está decir que no tendría sentido preguntarse acerca del futuro del socialismo si consideramos que dejó de ser una herramienta teórica vigente. Pero si tomamos la vigencia del socialismo como un consenso mínimo indispensable, podemos continuar. 

¿Qué aprendimos de las experiencias socialistas del siglo XX? Mucho se ha discutido acerca de la caracterización de países como la Unión Soviética y los del socialismo real. Muchas veces se intenta desligarse de esas experiencias, aduciendo que no fueron socialismo sino capitalismo de estado o dictaduras burocráticas. Por el otro lado, también hay quienes intentan romantizar estas experiencias, perdiendo así toda capacidad crítica ante los errores de las mismas. Más allá de esto, todas las experiencias de intento de construcción de socialismo y de superación del modo de producción capitalista deben de ser correctamente estudiadas con el objetivo de ser un reflejo por el cual guiarse, como medio para evitar ciertos errores y como medio de inspiración y experiencia práctica, programática y política. Por otro lado, se hace ineludible las referencias a las experiencias socialdemócratas europeas, en especial al modelo nórdico. ¿Cuál es la correcta caracterización de estas experiencias? ¿Debemos de reivindicarlas y tomarlas como propias? ¿Por qué fracasaron? ¿Son un horizonte en sí mismo o debemos de buscar experiencias superadoras? ¿Cómo caracterizamos a la socialdemocracia europea? ¿Qué son los países nórdicos? 

¿Qué aprendimos de las experiencias latinoamericanas? Además de un estudio profundo de los socialismos del pasado, debemos también intentar determinar cómo y por qué fracasaron en nuestros continentes las experiencias revolucionarias o de intento de construcción de socialismo por las diferentes vías. Cuestiones clave son por ejemplo, cómo actuó la clase dominante en los momentos de crisis y de ofensiva popular, cómo se articuló y cuáles fueron los métodos de lucha de clase utilizados por el movimiento obrero, en qué fallaron, en qué triunfaron. ¿Fue apresurado elevar a tal intensidad la lucha de clases? ¿Estaban dadas las condiciones subjetivas y objetivas para un salto cualitativo revolucionario? ¿Qué fueron las dictaduras militares? ¿Qué lectura hacemos hoy de los movimientos nacionalistas, antiimperialistas y antioligárquicos como el peronismo? 

¿Cómo se compone la clase dominante, cuáles son sus intereses, cómo actúa en el Uruguay? Mucho tiempo ha transcurrido desde los postulados que nuestro Partido Socialista realizaba en esos años 60 y los 70, donde con el faro de teóricos cómo Trías saltaban a la luz de forma bastante clara las dicotomías de oligarquía-pueblo y de colonia-nación. Pero producto de la última globalización, actualmente los flujos del capitalismo mundial son totalmente diferentes que en ese entonces, y por tanto la clase dominante está compuesta de manera diferente y se mueve bajo otras lógicas. A modo de ejemplo podemos mencionar a la vieja oligarquía criolla, la de las 500 familias, la cual se ve cada vez más mermada por la extranjerización de la tierra, de los bancos y la inversión extranjera directa. La alta burguesía se vuelve cada vez más difusa y difícil de identificar, cada vez menos uruguaya y cada vez más global. Una tarea ineludible es entender cómo se compone la nueva clase dominante, cómo se da la relación, que en muchos casos puede ser contradictoria y de conflicto, entre la vieja y la nueva clase dominante y cómo estas clases dominantes actúan políticamente en el país. ¿La burguesía nacional sigue existiendo? ¿Existen intermediarios nacionales para el accionar de la burguesía transnacional? ¿Estas dos burguesías se complementan o entran en conflicto? ¿Qué papel juegan los partidos y los gremios corporativos de la burguesía? ¿Los intereses de qué sectores de la burguesía promueven? 

¿Hay un modelo de desarrollo socialista, moderno y revolucionario? Esta es quizás, la pregunta más importante. El conocer a nuestra clase dominante nos dará las herramientas para combatirla, y llegado el caso neutralizarla. Sin embargo, esto de nada sirve sin un proyecto político y de desarrollo socialista, y por tanto con miras de ser superador del capitalismo y alternativo al de la burguesía. Esto debe de comenzar con preguntarnos cómo desarrollar las fuerzas productivas, motor sin el cual todo proyecto está condenado al fracaso. ¿La teoría de la dependencia tiene vigencia? ¿Cómo se desarrollaron los países del sudeste asiático? ¿Qué están haciendo China, Vietnam y Cuba? Ante todo esto, la principal tarea del socialismo nacional e internacional es sintetizar un modelo de desarrollo, que sea socialista, teniendo a la clase obrera organizada en sus partidos como clase dirigente, y que permita un desarrollo sin igual de las fuerzas productivas. Contestar esto también implica determinar qué hacer con la clase burguesa y sus diferentes sectores, la cual es presumible que una vez neutralizada políticamente, sea necesario subordinarla a los intereses nacionales -esta vez la nación y el estado puestos al servicio de la clase obrera- para que otorgue el dinamismo productivo e innovador propio de su naturaleza revolucionaria. Esto lo comprendieron tardíamente los cubanos, y muy tempranamente los chinos y los vietnamitas. Las reformas económicas cubanas que tienden al aperturismo de la propiedad privada, son en este sentido un ejemplo bastante evidente de este razonamiento, y son Vietnam y sobretodo China ejemplos de rotundo éxito de estos modelos que pueden catalogarse como socialistas de mercado. Son modelos que utilizan a la clase burguesa y algunos mecanismos capitalistas para el desarrollo de las fuerzas productivas y del bienestar material de la clase trabajadora, pero que siguen siendo socialistas ya que todos estos mecanismos están subordinados a la clase trabajadora organizada en sus partidos, que controlan el estado y tienen como meta última la superación del modo de producción capitalista. Se debe de recordar también que el socialismo nunca fue anticapitalista, sino más bien poscapitalista.  

¿China puede ser un eventual aliado? ¿Cómo juega la geopolítica en todas estas dinámicas? ¿Qué hacer con la propiedad privada y otros instrumentos capitalistas? ¿Hay sectores de la burguesía que pueden ser potenciales aliados? ¿Se puede subordinar a la burguesía sin eliminarla completamente? ¿Cuál fue el modelo de desarrollo del FA durante sus quince años? ¿Existió uno o se improvisó? ¿Es un modelo de desarrollo deseable?

¿Estos procesos, realizados profundamente, implican previamente la conquista del poder del estado? ¿Pueden realizarse en el marco de la institucionalidad burguesa? La toma del poder del estado, sea esta gradual y pacífica, eventualmente revolucionaria, o de la forma que sea, es una condición ineludible para la neutralización de la clase burguesa como clase dominante y dirigente. Debemos preguntarnos entonces cómo debe darse la re-construcción de un moderno movimiento de clase trabajadora que tenga como objetivo la toma del poder, independientemente de la vía que las circunstancias determinen. ¿Cómo debe de ser la articulación de este movimiento con las nuevas demandas sociales? ¿Qué papel juega el feminismo? ¿Hay socialismo sin igualdad sexual? ¿Cómo integrar las demandas de los movimientos LGTB, ecologistas, animalistas, raciales, etc.? Es impensable un movimiento de clase y moderno sin la incorporación de estas demandas y de estos sujetos políticos. Sin embargo, por su carácter de clase, también cabe aclarar que debe de realizarse un profundo trabajo para detectar y eliminar las características burguesas que conviven en todas las manifestaciones de este tipo. La pertenencia a la clase trabajadora, compuesta por mujeres y hombres, gays y lesbianas, trans, “blancos, negros y trigueños”, debe de ser el común denominador de todas estas manifestaciones y reivindicaciones. De nada sirven estos movimientos si no están orientados bajo una profunda conciencia de clase. 

¿Cuál es el método para esa conquista del poder del estado? ¿Reforma o revolución? ¿Qué hacer con la institucionalidad burguesa? ¿La democracia representativa es burguesa? ¿Cuál es el rol de la policía y de las fuerzas armadas en este proceso?

Llegado a esto, debemos de pensar también el papel que deben de jugar los instrumentos actuales que la clase obrera ha elaborado para su liberalización, en la reconstrucción de un movimiento de clase que tenga como fin la toma del poder del estado. En función de esto, ¿Cuál es el papel que deben de jugar los sindicatos y fundamentalmente El PIT-CNT? ¿Cuál es el papel del Partido Socialista? ¿Y el del Frente Amplio y de sus partidos marxistas? ¿Y de sus partidos no marxistas?