Nevermind de Nirvana: 30 años de un símbolo de la contracultura de los 90

Escribe Pablo Oribe

Para principios de la década de los 90’s, el neoliberalismo ya era la política económica establecida en los EE. UU. Gobernaba George W. Bush (padre), la explosión del consumo estaba en su auge y se expandían los shoppings y las cadenas de comida rápida, símbolos de la cultura de la época. En ese contexto, en 1991, Nirvana lanza Nevermind, un disco contracultural que revolucionó al mundo del rock. La postura anticomercial y el desinterés por la imagen, a contramano de los valores imperantes en esa sociedad, fueron algunas de las banderas que agitó la banda.

Nevermind se convirtió en uno de los discos que mejor pudo transmitir la bronca y la alienación de una juventud marcada por las consecuencias del gobierno de Ronald Reagan y sus políticas restrictivas: el punitivismo, la criminalización de las drogas, un pensamiento social conservador y la creciente precarización laboral que llevó a una escasa perspectiva de futuro.

El arte de tapa, una de las más emblemáticas de la historia del rock, es una crítica manifiesta al consumismo capitalista. La imagen del bebé buceando en una pileta para alcanzar un billete de un dólar, que cuelga en un anzuelo, se erige en representación del modo de vida de la sociedad de consumo que los albergaba y a la cual despreciaban. 

En enero de 1992, Nevermind ocuparía el primer puesto de la lista Billboard, generando con su éxito un cambio cultural por el que el rock alternativo se convirtió en “la moda” del momento. Nirvana, y más específicamente su líder, Kurt Cobain, pasaría a ocupar las tapas de las revistas y su estilo sería imitado en todo el mundo. En definitiva, la banda y su música se convierten en un producto más del capitalismo, es decir, en el objeto de su bronca.

Debe haber sido terrible para un rebelde como Kurt Cobain, quien se suicidio tres años después, convertirse en un artículo de consumo al servicio del sistema hacia el cual expresaba su odio en el disco que lo haría eterno. «Ser famoso es la última cosa que quise ser», afirmó.

Incluso desde su forma de vestir, el líder de Nirvana proponía una forma de consumo distinta: reformular productos y darles otra vida, hacer uso de aquello que se descarta y darle continuidad. Sin embargo, las principales marcas tergiversaron la actitud política detrás de su ropa y usaron su estilo, con muchísimo éxito, para impulsar una nueva moda que aún hoy sigue generando ventas en todo el mundo.

Acaso una de las mayores crueldades del capitalismo sea justamente esa: tomar los movimientos contraculturales y absorberlos a su favor, desnaturalizando su espíritu. Este concepto fue acuñado por el historiador estadounidense Theodore Roszak en su libro “El nacimiento de una contracultura” publicado en 1968. Se trata, en esencia, de un movimiento nacido de la juventud que rechaza los valores establecidos y dominantes. La contracultura, en esencia, es un movimiento que rechaza los valores establecidos y dominantes, es descontento radical y exigencia de renovación.

Nevermind no es solo uno de los mejores discos de la historia, sino un testimonio de una época y de la rebeldía de su juventud. La música, y el rock en particular, actúan una vez más como vehículo para gritar al mundo la insatisfacción, angustia y frustración de una generación en forma de obra de arte.