Las paradojas del oportunismo o el día que los partidos históricos gritaron «gol» y renunciaron a su propia voz

Escribe Gonzalo Civila López*

A nadie escapa que el escenario parlamentario en Uruguay ya no es el que surge de lo que la ciudadanía votó. Un legislador, electo por el Frente Amplio, decidió convertirse en opositor y el Frente ya no tiene en la Cámara de Diputados la mayoría propia emanada de la elección del 2014.

En la sesión de ayer, 15 de febrero, en la que se interpeló una vez más al Ministro del Interior, sucedieron varias cosas atípicas:

1. El Frente Amplio, aún consciente de esta nueva situación política, decidió aportar sus votos para levantar el receso, contrariamente a lo que han hecho otras bancadas en circunstancias anteriores. Cabe aclarar que los partidos de oposición por sí solos no podrían haber siquiera comenzado la sesión y de hecho tampoco sostuvieron el quórum durante la misma. Esta actitud de nuestra bancada implica una conducta institucional firme, sin mediar cálculos, y la voluntad clara del Ministro y su equipo de dar explicaciones.

2. La sesión, que nosotros habilitamos, comenzó con la negativa de sectores de oposición a permitir el acostumbrado ingreso de los asesores del Ministro a sala, y prosiguió con una exposición sensacionalista de DOS «miembros interpelantes» (hecho de por sí extraño), que a la vez que formulaban las preguntas las respondían imaginariamente y afirmaban que las explicaciones, que aún no se habían escuchado, no serían satisfactorias.

3. Luego de una intervención de más de 6 horas del Ministro, extensa en datos y fundamentos, el insólito dúo interpelante incurrió en agravios y acusaciones infundadas, además de demostrar no haber escuchado las respuestas. El Diputado Cardoso llegó a afirmar, al barrer, que tiene su celular y correo electrónico interceptados por el Ministerio del Interior, por lo que planteamos una cuestión de fueros solicitando que la Cámara realice una denuncia penal sobre el supuesto hecho, a efectos de que se investigue y esclarezca. Denuncia que increíblemente él, hasta el momento, nunca realizó.

4. Finalmente, el Frente Amplio presentó una breve moción expresando la conformidad con las explicaciones brindadas, el diputado Gonzalo Mujica, por su parte, formuló otra donde se reconocen avances en la política de seguridad y a su vez se plantean algunas críticas sobre la relación recursos-resultados y un reconocimiento de la preocupación ciudadana en la materia. Increíblemente los partidos de los «miembros interpelantes», en un hecho inédito, no presentaron moción alguna, ni de censura ni de insatisfacción con las explicaciones.

5. La moción del Frente Amplio obtuvo 49 votos sobre 99 presentes (quórum que se logró solamente al momento de votar) y por tanto resultó negativa. La de Gonzalo Mujica, por su parte, fue acompañada parcialmente por todas las fuerzas políticas en los puntos que expresaban un reconocimiento a los avances de las políticas del Ministerio en materia de seguridad, por la oposición en su conjunto en los incisos críticos, y resultó negativa en el punto que recomendaba un curso de acción al Ministerio.

6. Los partidos interpelantes, que ni siquiera presentaron moción propia en primera instancia y terminaron votando un reconocimiento expreso a los avances en materia de seguridad (!), argumentaron, luego de la votación, que el Ministro debía renunciar porque el Frente Amplio ya no cuenta con mayoría parlamentaria propia, razonamiento que supongo comenzarán a extender a todo el gobierno.

En suma, se verificaron ayer tres hechos bastante novedosos: – blancos y colorados votaron por primera vez una moción que reconoce los avances logrados por la política de seguridad del FA (¡Mujica logró lo que nunca habíamos conseguido!), – el Frente Amplio no tuvo votos propios para su moción, – un diputado disidente del Frente Amplio, que apartándose del mandato ciudadano se convirtió en opositor, logró recuperar el protagonismo perdido en los últimos días, unificando a quienes podían compartir aspectos de su texto con sectores de oposición oportunista.

Obviamente nos preocupa y ocupa la pérdida de la mayoría parlamentaria propia, por la que además nos caben varias autocríticas. Sin embargo, también debe preocuparnos que partidos históricos, que convocan a un Ministro a dar explicaciones, sean incapaces de articular una moción sobre el motivo de la convocatoria que refleje autónomamente su visión, se plieguen a una movida ocasional de un legislador sin partido ni programa, e incluso voten declaraciones contrarias a lo que sostienen discursiva y programáticamente, para luego pretender aplicar una suerte de «censura» que ni siquiera plantearon por no contar con apoyos que la hicieran prosperar. Subirse a cualquier carro con tal de decir «el Frente perdió» o «el Ministro no tiene apoyo», abona un escenario que no le hace bien al país. Es un mal ejemplo, que jamás y en ningún sentido, deberíamos reproducir, ni siquiera por el loable objetivo de defender al gobierno que integramos. Uruguay necesita, entre otras muchas cosas, un gobierno activo y comprometido con su programa, un Frente Amplio con propuesta e iniciativa propia, una sociedad incidente y movilizada, y por supuesto oposiciones políticas autónomas, institucionalmente fuertes, firmes en ideas, acciones y propuestas.

Conclusión: la política de partidos está dañada, y nos debatimos entre dañarla más o abrirla, transformarla y fortalecerla. Sin ir más lejos, los partidos históricos, cada vez más corridos a la derecha, menos policlasistas y más orgánicos de las clases dominantes, deberían tener presente sus escisiones recientes hacia el autodenominado «partido de la gente». Este fenómeno, que además tiene alarmantes signos de profundidad a nivel global y regional, requiere un esfuerzo de permanente relegitimación democrática de la política, y plegarse a él es «pan para hoy y hambre para mañana». En este preocupante y desafiante escenario, el único objetivo que parece unificar a algunos actores es el de perjudicar al gobierno y ganar protagonismo. Para decirlo a través del ejemplo: en el episodio que da origen a esta nota la discusión política sobre los problemas de seguridad pública y los planteos programáticos, sobre los que tantas veces hemos debatido incluso a la interna de nuestro Frente, quedaron en un quinto plano.

Así las cosas, nuestro deber es poner en el centro los intereses y preocupaciones de las mayorías, y la mirada de los que por una u otra razón sufren, nuestro deber es también reivindicar la política de los colectivos, salvarla de las garras de los lobbies, los negocios, las burocracias y el individualismo – a veces desembozados, a veces disimulados por poses éticas-, impulsando nuevas dinámicas que permitan construir. Una política consciente de los intereses y visiones que representa, una política justa, menos obsesionada con las encuestas y la imagen, alejada de la desesperación por el minuto de fama o la oferta al mejor postor, una política donde muchas y muchos puedan más que uno, sin avasallar ni dejar de respetar a nadie, una dinámica de diálogo y contradicción democrática, sin renunciar a la identidad de grupos y programas. Y esa política, esas dinámicas, están gestándose todos los días, en muchos lugares, con enorme compromiso, desde el pie.

*Diputado del PS, Coordinador de la Bancada de Diputados del FA, Responsable Nacional de Desarrollo Partidario del PS, Profesor de Filosofía.