Las luchas obreras a través del tiempo

Escribe Federico Pérez Céspedes | Secretario de Comunicación PS

Acabamos de transitar un nuevo primero de mayo. Es el día histórico que condensa las luchas y reivindicaciones de los movimientos obreros de los últimos siglos. Por esa razón, es que este día es un día de lucha, de recuerdo, de solidaridad, de resistencia y de construcción de un futuro de cambio social y emancipación.

Esta conmemoración tiene origen en las luchas de las trabajadoras y los trabajadores socialistas y anarquistas en Norteamérica. En 1886 durante el gobierno de Andrew Johnson se promulgó la Ley Ingersoll, en la cual su artículo primero proponía: “…se fija en ocho horas para todos los jornaleros u obreros y artesanos que el Gobierno de los Estados Unidos o el Distrito de Columbia ocupen de hoy en adelante. Sólo se permitirá trabajar como excepción más de ocho horas diarias en casos absolutamente urgentes que puedan presentarse en tiempo de guerra o cuando sea necesario proteger la propiedad o la vida humana”. Esta ley además de ser válida exclusivamente para trabajadoras y trabajadores en vínculo con el Estado norteamericano, no fue realmente cumplida debido a algunos vacíos en su formulación. Al mismo tiempo, a quienes se les redujo su jornada laboral también se les realizó un descuento del jornal recibido. Para subsanar estas contradicciones, en 1869 el Presidente Ulysses S. Grant realizó una proclamación en la que formulaba que “Considerando que la ley del Congreso aprobada el 25 de junio de 1868 constituyó, a partir de esa fecha, ocho horas diarias de trabajo para todos los trabajadores, obreros y mecánicos empleados por o en nombre de la Gobierno de los Estados Unidos, y derogó todas las leyes y partes de las leyes incompatibles con las mismas: Ahora, por lo tanto, yo, Ulysses S. Grant, Presidente de los Estados Unidos, ordeno por la presente que a partir de esta fecha no se hará ninguna reducción en el salarios pagados por el Gobierno por día a tales trabajadores, obreros y mecánicos a causa de tal reducción de las horas de trabajo…”.

Sin embargo, estas disposiciones normativas no incluían a gran parte de la masa obrera, que viéndose sometida a extensas jornadas laborales siguió reivindicando sus derechos a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Es así que en mayo de 1886, se convocó a la huelga buscando obtener la jornada laboral de ocho horas. Antes de esto, las dos asociaciones de trabajadoras y trabajadores más relevantes –Knights of Labor American Federation of Labor– se pronunciaron sobre la huelga. En el caso de Knights of Labor, lo hizo negativamente objetando que “ningún trabajador adherido a esta central debe hacer huelga el 1 de mayo, ya que no hemos dado ninguna instrucción al respecto”. En cambio la American Federation Of Labor ya en 1884 luego de su cuarto congreso había resuelto que si no se les reconocía el derecho de una jornada laboral de ocho horas antes de 1886, las trabajadoras y los trabajadores irían a huelga. Más allá de la resolución de Knights of Labor, muchas y muchos de quienes integraban la asociación desoyeron la misma y se adhirieron a la huelga. Asimismo, los grandes medios de comunicación de la época se manifestaron rotundamente en contra de la huelga tildando las proclamas de los huelguistas como “indignantes e irrespetuosas” o “delirio de lunáticos poco patriotas”. El propio New York Times en su edición del 29 de abril de 1886 afirmaba que “además de las ocho horas, los trabajadores van a exigir todo lo que puedan sugerir los más locos anarquistas”.

En la jornada del primero de mayo aproximadamente 200.000 trabajadoras y trabajadores se declararon en huelga en todo el país. Concretamente en Chicago, una de las ciudades más industrializadas del país y donde las condiciones de trabajadoras y trabajadoras eran particularmente más adversas, las movilizaciones fueron intensas y continuaron los días 2 y 3 de mayo. En la empresa McCormick se produjo un gran altercado. Trabajadoras y trabajadores que no habían acatado las medidas de lucha, continuaron trabajando normalmente mientras el resto que si acató la huelga fue agredido por la policía mientras concentraban el 2 de mayo. Al día siguiente y luego de sonar la alarma del horario de salida de quienes decidieron ser serviles a la patronal, las y los huelguistas se enfrentaron a ellas y ellos generando un saldo de seis muertos y varios heridos a manos de la policía. Tras este suceso, el periódico Chicagoer Arbeiter-Zeitung convocó a una manifestación el día 4 de mayo a las 16 horas en Haymarket Square. Empero, obtuvieron permiso para realizar el acto a las 19:30 en el mismo lugar. Durante el discurso de Samuel Fielden, uno de los concurrentes decidió tirar una bomba sobre la policía, matando a seis de ellos y desatando el caos. La represión dejó 38 muertos y 115 heridos. Además de los muertos, varias figuras referentes de la huelga fueron encarceladas y ocho de ellos fueron sometidos a un proceso judicial con nulas garantías. Dicho proceso judicial, motivado más por cuestiones políticas y de presión ejecutada por la prensa, culminó con George Engel, Adolph Fischer, Samuel Fielden, Michael Schwab, Hessois Auguste Spies y Louis Lingg –quien se suicidó en su celda antes de ser ejecutado- condenados a pena de muerte. Samuel Fielden y Michael Schwab fueron luego conmutados a cadena perpetua. Por otro lado, Oscar Neebe fue condenado a 15 años de trabajos forzados, y Albert Parsons, que a pesar de no haber estado presente en Haymarket Square, se entregó a las autoridades para comparecer junto a sus compañeros, fue también condenado a pena de muerte. Finalmente, gracias a la lucha del movimiento sindicalista y al apoyo de políticos como John Peter Atlgeld, Samuel Fielden, Oscar Neebe y Michael Schwab fueron “perdonados” en 1893.

Estos lamentables hechos marcaron tan fuertemente el camino de las luchas obreras que el primer Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional celebrado en París en 1889 declaró el primero de mayo como el Día de los Trabajadores.

Nuevos tiempos, nuevas –y viejas- luchas

Ciento treinta y siete años después y en Uruguay las luchas continúan. En primer lugar, la lucha de clases sigue vigente, la clase trabajadora sigue luchando por su emancipación y por un mundo sin explotadores ni explotados. En segundo lugar, la coyuntura de retrocesos normativos, limitaciones y persecuciones sobre la clase trabajadora a manos del bloque dominante, hace necesaria la cohesión de la clase trabajadora con el campo popular en su conjunto. Hoy entendemos que las luchas son interseccionales, en conjunto con trabajadoras y trabajadores son necesarias las luchas étnico-raciales –constantemente solapadas en nuestro país-, los feminismos, las luchas de la comunidad lgbtiq+, las luchas de las y los adultos mayores, el ecologismo, las luchas contra la xenofobia, las luchas de las ollas populares, los barrios y comunidades por una vida digna, entre toda una variedad de luchas importantes.

Volviendo a lo mencionado anteriormente sobre retrocesos y persecuciones, hemos vivido una multiplicidad de casos en los últimos años. Hubieron denuncias de persecución sindical o gremial hechas por: Sindicato Médico del Uruguay (mayo 2021), Asociación de Profesores de San José (febrero del 2022), Sindicato de Magisterio (febrero 2022), Federación de Funcionarios y Trabajadores Viales del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (marzo 2022), Sindicato de Trabajadores de Géant (mayo 2022), Sindicato de Trabajadores de UTEC (mayo 2022), estudiantes y docentes que marcharon por más presupuesto para la educación y contra la persecución antisindical (junio 2022), Sindicato de Policías Agremiados Canarios (agosto 2022), Asociación de Docentes de Secundaria de Montevideo (noviembre 2022), Federación ANCAP (febrero 2023) y Sindicato de Acodike (marzo 2023), Gremio Estudiantil del IAVA (abril 2023) entre otros. Sumado a esto, la evidencia en forma de audios de Whatsapp del caso Astesiano, donde el Jefe de Seguridad del Presidente de República se comunicaba con autoridades policiales para tener listas de nombres de docentes y estudiantes describe un panorama realmente poco alentador de persecución y represión.

Aunado y potenciando lo anterior, la coalición neoliberal, conservadora y autoritaria en el marco del desarrollo de su proyecto desestatizador, concentrador, regresivo y represivo propició cambios normativos para limitar la eficacia de las luchas de las trabajadoras y los trabajadores. El artículo 392 de la Ley 19.889 (LUC) establece que “El Estado garantiza el ejercicio pacífico del derecho de huelga, el derecho de los no huelguistas a acceder y trabajar en los respectivos establecimientos y el derecho de la dirección de las empresas a ingresar a las instalaciones libremente”. Se equipara el concepto de trabajo libre –es decir, no esclavo- que es un derecho de carácter fundamental, con la capacidad de un empleador a ingresar y dirigir su empresa “libremente”. Son conceptos que están en diferentes niveles, tomando especialmente en cuenta que el paro y la ocupación son medidas de lucha transitorias, que buscan obtener derechos para personas que se encuentran en una situación de vínculo asimétrico con el empleador y que al mismo tiempo, están amparadas por el artículo 57 de nuestra Carta Magna: “La ley promoverá la organización de sindicatos gremiales, acordándoles franquicias y dictando normas para reconocerles personería jurídica. Promoverá, asimismo, la creación de tribunales de conciliación y arbitraje. Declárase que la huelga es un derecho gremial. Sobre esta base se reglamentará su ejercicio y efectividad”. El artículo 392 de la Ley 19.899 termina siendo por ende una reglamentación represiva del mencionado artículo 57 de la Constitución, que en lugar de salvaguardar derechos consagrados en los instrumentos regionales y universales de Derechos Humanos, coarta la eficacia de las medidas y criminaliza en términos generales la potencialidad de la protesta.

Además de los retrocesos en materia de derechos, la coyuntura uruguaya también presenta retrocesos en el plano económico de la clase trabajadora generando en conjunto un proceso de pauperización de condiciones para la vida digna. Según los datos brindados por el economista Daniel Olesker la economía creció en el año 2022. En el primer semestre del 2022 la economía creció un 4,9%, número concordante con las proyecciones del Gobierno, más allá de cierto estancamiento en el segundo semestre del 2022, en donde el PBI creció solo un 1,5% con respecto al mismo periodo del año 2021 contrariamente al primer semestre, en donde el PBI creció un 8,6% respecto al periodo análogo del 2021. También es visible en un crecimiento del empleo en el año 2022. Tal crecimiento es del orden de los 40.000 puestos de trabajo, que no necesariamente es empleo de calidad y donde que hay que agregar los puestos de trabajo circunstanciales generados por ejemplo por Jornales Solidarios. Sin embargo, aun habiendo crecido la economía y aumentado la cantidad de puestos de trabajo, los salarios cayeron el 2022 0,56% teniendo un caída acumulada en los últimos tres años de 3,7%. Es decir, en los años del Gobierno neoliberal autoritario, la clase trabajadora ha sufrido pérdidas a nivel económico y en simultáneo, se vio coartada en sus derechos de protesta para reclamar entre otras cosas por esas mismas pérdidas económicas.

En un tercer plano, es vital señalar la aprobación de leyes muy nocivas para la gran mayoría de la población. Un claro ejemplo de esto es la Reforma Jubilatoria recientemente aprobada, en la cual se hace un ajuste estructural sobre la clase trabajadora de mediano y largo plazo. 

Con este breve racconto de las viejas y nuevas luchas queremos destacar lo crucial que fue, es y será el movimiento obrero, y cómo esas luchas de ayer y de hoy se sintetizan y se cristalizan en el homenaje-lucha del primero de mayo. Creemos fundamental reafirmar nuestra identidad signada por las luchas de los movimientos obreros, respetando la autonomía de acción, pero reconociéndonos surgidos en el seno de la clase trabajadora pensando y actuando desde y por la misma, dirigiendo nuestra lucha hacia el socialismo.

¡Viva el primero de mayo! ¡Viva el Día de las Trabajadoras y los Trabajadores! ¡Viva la lucha organizada!