Escribe: Matilde López Schwedt | Brigada Sur
La pandemia por el covid-19 ha puesto en jaque nuestras vidas, tal como la teníamos entendida, ha modificado nuestras prácticas, nuestras formas de relacionamiento y la percepción del riesgo. Hace poco más de un año comenzábamos a vivir una etapa histórica que recibimos con mucha incertidumbre, con poca información y sobretodo mucho miedo. Además, en el contexto uruguayo el inicio de la pandemia se da a tan solo un par de semanas del inicio de un nuevo período de gobierno, por una coalición de derecha. ¿Cómo ha impactado la pandemia en varones y mujeres en Uruguay? ¿Se han reforzado las inequidades de género preexistentes? ¿Estamos ante nuevos problemas o son viejas problemáticas que se recrudecen?
Podríamos suponer que el covid afecta a varones y a mujeres por igual, en términos de exposición, contagio e implicancias en la vida cotidiana. El confinamiento, la pérdida de espacios para la socialización y recreación de las personas, etc. Pero en este tiempo la producción de conocimiento nos ha dado evidencia que no es así, la mujeres somos mayormente afectadas por el impacto de la pandemia, más específicamente se abordará los que refieren a lo económico y social.
Según el informe de Lejtreger, M (27 de marzo de 2020). Una mirada a la pandemia con lentes de género. La Diaria. Que recoge datos de la Usina de Percepción Ciudadana, iniciativa del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la diaria datos. En cuanto al trabajo no remunerado, los varones reportan dedicar menos de dos horas diarias a tareas de cuidados y del hogar, en cambio las mujeres dedican más de dos horas al día. Según Lejtreger, en base a la Encuesta sobre Niñez, Género y Uso del Tiempo encomendada por ONU Mujeres y Unicef, se muestra que en términos absolutos, la pandemia amplió la brecha de género en horas promedio diarias de trabajo no remunerado de 3,0 a 3,5 horas.
La pandemia del covid-19 pone en la lupa viejas problemáticas acerca de las desigualdades de género, de una manera muy cruda a la interna de los hogares. Vemos cómo se refuerza el inequitativo reparto de las tareas de cuidados y domésticas en los hogares, entre varones y mujeres. Entender el cuidado desde una perspectiva de derechos humanos, sigue siendo una consigna muy importante en defensa de lo conquistado, porque la pandemia ha profundizado las crisis del cuidado. Durante el confinamiento voluntario, el mundo “de lo privado” y de “lo público” se ha puesto en un mismo escenario, tanto para los/as niños, niñas y adolescentes y la enseñanza formal. Como para los adultos y adultas en cuanto a sus tareas de trabajo remunerado realizadas en el ámbito doméstico.
Es interesante problematizar acerca del riesgo del confinamiento permanente y sus impactos diferenciales en cuanto al género, si bien en Uruguay nunca existieron medidas que restrinjan la movilidad de forma obligatoria. Si hemos vivido diversos momentos de “confinamiento voluntario” según el avance de la pandemia, sin embargo estando en el peor momento de la pandemia con 3924 casos al 7 de abril de 2021 y sin medidas que atiendan la urgencia sanitaria, económica y social que vivimos los uruguayos y las uruguayas. Corremos el riesgo de que se extienda en el tiempo el recrudecimiento de la pandemia, mucho más de lo esperado. Si bien la vacunación está en marcha, estamos en un período muy duro de expansión del covid-19 a más de un año del inicio de la pandemia.
Ante las nuevas medidas de gobierno, tenemos educación formal obligatoria para niños, niñas y adolescentes que deben conectarse a plataformas educativas para su continuidad educativa. Ante eso algunas preguntas: ¿Quienes sostienen los cuidados de los niños, niñas y adolescentes en sus hogares para que desarrollen las tareas educativas?, ¿Existen dispositivos y conectividad para que todos y todas puedan tener continuidad educativa?, ¿Cómo y hasta cuando se sostiene el cuidado de personas dependientes a la interna del hogar, mientras se realizan tareas de trabajo remunerado de forma remota?
El trabajo remunerado en formato “teletrabajo”, es posible para algunas tareas laborales, otras sin embargo no pueden realizarse desde la virtualidad. Por ende, para algunos y para algunas la pandemia implica la pérdida de puestos laborales, según datos de la Encuesta Continua de Hogares (no presencial) del INE, la tasa de desempleo para enero de 2021 es del 9,0% para los varones y del 12,6% para las mujeres. Lo cual refuerza el desigual impacto del desempleo para las mujeres, con una diferencia de 3,6 puntos porcentuales.
Estamos ante un retroceso de logros históricos de la participación de las mujeres en ámbitos por una extensión de la protección social, que permite el ingreso y permanencia en el mercado de trabajo de muchas mujeres. En este marco, las mujeres se retiran del ámbito laboral porque son despedidas, vuelven a lo doméstico y en un contexto de crisis económica las mujeres siguen siendo las más afectadas por estas circunstancias. Otro dato que muestra inequidades respecto al género, es sobre la incidencia de la pobreza en hogares (por grandes áreas geográficas) según datos de la Encuesta Continua de Hogares (no presencial) del INE a enero de 2021, la incidencia es del 10% jefa mujer y del 6,3% jefe varón.
Otro de los riesgos del confinamiento extendido en el tiempo, sumado a la falta de políticas públicas para dar respuesta a la emergencia social y económica, está asociado al impacto de la violencia basada en género en la vida de las mujeres. El Presidente de la República Luis Lacalle Pou, en la Conferencia de Prensa del día 23 de Marzo ha cambiado el término del “Quédate en casa” (utilizado en marzo de 2020) por el de “Quédate en tu burbuja” en el entendido de reducir los contactos sociales en el marco de la pandemia. Sería conveniente preguntarle al Presidente, ¿las burbujas son entornos seguros para las mujeres?. Lamentablemente en 2020 y en lo que va del 2021 los femicidios siguen siendo una emergencia nacional. Por ende, para muchas mujeres “su burbuja” implica violencia física, psicológica o sexual, el Estado debe desplegar mayores dispositivos para atender la extendida violencia basada en género, la cual se ha recrudecido en la pandemia, entre otras cosas por el confinamiento.
Necesitamos medidas que atiendan la emergencia alimentaria que viven muchos uruguayos y uruguayas, la propuesta elaborada por legisladores y legisladoras del Frente Amplio sobre una renta básica universal, intenta dar respuesta a eso. Además que es una recomendación extendida por diversos organismos internacionales para paliar situaciones de extrema vulnerabilidad. Es importante señalar, que la retracción del Estado en los territorios a través del cierre de programas que ejecutaba el Ministerio de Desarrollo Social, en el medio de una emergencia social, económica y sanitaria, es una muy mala señal para combatir el escenario adverso que estamos enfrentando.
A su vez, se han necesarias campañas informativas que den herramientas a la población sobre “buenas prácticas”, que contemplen cuestiones sanitarias pero también sobre la socialización, salud mental, etc.
Algunos faros o luces que podemos identificar desde el feminismo en este contexto: por un lado, la experiencia del 8M 2021 en donde tanto en Montevideo como en el interior del país se realizaron intervenciones a nivel local o barrial, para poder manifestarnos de una manera creativa en momentos de confinamiento por la pandemia. Intervenciones en espacios públicos con telas violetas, carteles en casas, mujeres en los barrios organizadas, tejiendo redes en un momento de crisis social y económica. Sin dudas, construir desde los territorios, “volver a lo local” y a lo comunitario, es un aprendizaje y línea a seguir construyendo. Posibilita redes de contención, escucha y participación desde la proximidad y cercanía territorial, acerca generaciones de mujeres con diferentes necesidades pero nos encuentra en un marco de mayor solidaridad.
Por otra parte, otro tema que viene vinculado al 8M de 2021 y lo que eso significó para los feminismos, está asociado a profundizar la necesidad del feminismo popular. Que vaya más allá del lobby político, que escuche y tome como propias las necesidades de las vecinas, que sea marco posibilitador para aquellas mujeres anónimas que sostienen ollas populares y redes de solidaridad organizada.
Fuentes consultadas:
Encuesta Continua de Hogares (no presencial). Instituto Nacional de Estadística, Marzo 2021.
Lejtreger, M (27 de marzo de 2020). Una mirada a la pandemia con lentes de género. La Diaria. https://ladiaria.com.uy/feminismos/articulo/2021/3/una-mirada-a-la-pandemia-con-lentes-de-genero/