La celebración de los 48 años del Frente Amplio demuestra que somos una fuerza política que ha sabido unir a quienes sueñan con el bienestar de las grandes mayorías, la pública felicidad al decir del padre Artigas. Inspirado en esa idea, nuestro líder histórico – el Gral. Líber Seregni – anunció que nacimos para cambiar nuestra sociedad, y hoy podemos demostrar con tanta humildad como orgullo que lo estamos logrando
Este aniversario coincide con el inicio de un nuevo año de campaña electoral, que a nadie escapa será una dura batalla. Por eso, como siempre pero más que nunca, nos volvemos a reunir y abrazar. Nunca debemos olvidar que en esta lucha nuestra arma más poderosa es la unidad.
Revisemos juntos los cuatro ejes fundamentales para ganar por cuarta vez consecutiva el gobierno nacional. Primero: contamos con el programa de gobierno el cual y lo subrayo especialmente apunta a profundizar la matriz de desarrollo, crecimiento y distribución. Segundo: contamos con cuatro candidatos que suman experiencia a la renovación. Tercero: contamos con una inigualable capacidad de movilización y militancia que una vez más demostrará que sabe pelear contra una embestida de la derecha – envalentonada por la expansión retardataria y conservadora en gran parte del continente. Cuarto: contamos con los mejores registros históricos de desempeño de gobierno.
Un país no se gobierna con slogans, titulares de prensa amarillistas ni carteles monumentales con fotos bucólicas. Sin embargo, vaya que se ve una impresionante cantidad de propaganda asociada a medias verdades, cuya capacidad para hacer mella en la percepción ciudadana sobre los avances históricos alcanzados en los últimos 14 años no podemos relativizar.
¿Qué supone una campaña en este contexto? Para los frenteamplistas supone lograr comunicar respuestas a dos interrogantes básicas. 1) ¿Los gobiernos del Frente Amplio lograron o no que el país creciera y distribuyera? Nadie puede discutir que el país logró ambas cosas durante los tres gobiernos del Frente Amplio 2. ¿Cuáles han sido los resultados de la oposición cuando fue gobierno? Los resultados de la oposición en el gobierno han sido terribles para nuestra sociedad y para el desarrollo país.
Todos los estudios serios de la realidad de nuestro país dan cuenta de avances socioeconómicos sin precedentes en los últimos 14 años. Debe quedar bien claro – para que nadie se llame luego a sorpresas -: la profundización en derechos y oportunidades seguirá avanzando solamente si vuelve a ganar el Frente Amplio.
Nadie honestamente puede sostener que todo lo avanzado es fruto de la casualidad cuando nos encontramos ante la acumulación de mejoras expresadas en múltiples ejemplos (trabajo, salario, vivienda, tecnología, salud, derechos) logrados en esta casi década y media.
Ahora hagamos juntos un ejercicio de memoria sobre lo que dejaron los gobierno de la oposición: 40 % de pobreza – y aún más aguda en la infancia-; 20% de desocupación; una deuda brutal y el acceso a crédito en condiciones ruinosas; un aparato productivo quebrado; las empresas públicas en bancarrota; un sistema de salud colapsado; las escuelas y liceos sin materiales y derruidos.
Por esto y muchas cosas más el olvido y la desmemoria son la receta de los partidos de la oposición.
Los jóvenes no vivieron aquellos tiempos – ni la dictadura – ni gobiernos retardatarios de quienes hoy pretenden volver disfrazados de innovadores. Los que vivimos las crisis, de quienes una y otra vez fundieron a este país y hacían pagar al pueblo sus fracasos – le llamaban ajustar el cinturón -; los que vivimos la ausencia de derechos; la absoluta falta de compromiso con los DDHH; la impericia para insertar a Uruguay internacionalmente; sabemos perfectamente a dónde nos conducen los gobiernos de la derecha. El olvido no es neutro.
Esa misma oposición es la que se dedica a percutir sin cesar sobre casos de nuestros gobiernos reñidos con las buenas prácticas administrativas. Las faltas éticas nos duelen y nos golpean, y demostramos que las combatimos. Pero tampoco en esta materia la oposición tiene registros que la pongan en ningún pedestal. La oposición tuvo y tiene una larga lista de actos de corrupción que la deben hacer reflexionar sobre sus propias conductas – las pasadas y las presentes -. La misma oposición que clama por transparencia es la que niega todos sus votos para tan siquiera tratar el Proyecto de Ley de Financiamiento de Partidos Políticos. Paradoja si las hay.
Ética y política son inescindibles. La ética de decir lo que se piensa y hacer lo que se dice como nos enseñó Seregni. En este sentido hace pocos días la reconocida y prestigiosa organización Transparencia Internacional publicó el informe sobre percepción ciudadana de corrupción del año 2018. Nuestro país se ubica al tope de América Latina y en el puesto 23 a nivel mundial. Debemos ser implacables para seguir mejorando. Luchar contra la corrupción es luchar por la democracia.
Dignidad – austeridad – visión estratégica – compromiso – son conceptos y formas de actuar que siempre debemos tener presentes, que constituyen legado y mandato para todos los frenteamplistas y representan la base ética de las legítimas demandas de la gente. Valores que encarnó y predicó con su ejemplo el entrañable Reinaldo Polo Gargano.
Mirar el futuro con optimismo y esperanza implica ser conscientes de todo lo que avanzamos como sociedad. No tiene sentido retroceder a propuestas fracasadas. Los candidatos de la oposición vuelven a prometer todo lo que nunca hicieron sus partidos cuando fueron gobierno: eliminar impuestos, bajar tarifas, aumentar jubilaciones, no recortar las políticas sociales. Así nuevamente quedan definidos los trazos de una estrategia de campaña electoral demagógica.
A la luz de la realidad – de la de ayer y de la de hoy – el futuro con crecimiento e inclusión solo lo puede asegurar un nuevo gobierno del Frente Amplio. Nadie más. ¿Por qué? Porque los hechos así lo demuestran y son los que señalan los motivos para confiar en un cuarto gobierno frenteamplista.