Gerardo Rodríguez, presidente de Fancap
Como sociedad estamos viviendo un momento complejo, inestable, incierto y disruptivo, evidentemente transitamos una nueva realidad global a causa de la pandemia, que en el caso de Uruguay se da en momentos que asume un gobierno de derecha, y aunque desde el punto de vista sanitario el virus no distingue clases sociales, es indudable que las consecuencias más severas de los dos acontecimientos las padecen los sectores más desprotegidos.
Era esperable que un gobierno de derecha, neoliberal y clasista, gobernara para las clases dominantes, también era previsible que se concretara la transferencia de ingresos del trabajo hacia el capital, que cayera el poder adquisitivo de salarios, jubilaciones y pensiones por primera vez después de 15 años, que se recortara el presupuesto en salud, educación y vivienda, que se pretenda mercantilizar servicios públicos esenciales, precarizar el trabajo, y que para concretar todo esto se fortalezca el aparato represivo del Estado.
Lo que no esperábamos era la pandemia, una crisis sanitaria devenida en crisis social y económica ante lo cual el gobierno mostró su cara más insensible, la población más vulnerable quedó desamparada ante la ausencia del Estado y miles de personas terminaron comiendo en ollas populares, situación que se agravó en el último mes por el exponencial crecimiento de contagios, la errática negociación para la adquisición de vacunas y la repudiable hipocresía y cinismo del manejo mediático de la crisis por parte del Presidente de la República.
Guy Debord, escritor, filósofo y revolucionario francés se adelantaba hace algunos años con admirable precisión a la realidad de estos días definiéndola como la “sociedad del espectáculo”, donde todo se transforma en una mera representación, “el momento histórico en el cual la mercancía completa la colonización de la vida social, la cual deviene en declinación de ser en tener, y de tener en simplemente parecer”.
La sociedad transita por una crisis de valores, la que Gramsci hace un siglo aseguraba que se da “cuando lo viejo aún no ha muerto y lo nuevo tarda en aparecer, y en ese claroscuro surgen los monstruos”, la frivolidad y el cinismo parecen abrirse paso favorecidos por la apatía, indiferencia y bajos niveles de organización en el campo popular, el entramado social y político de la izquierda transita un proceso de desectructuración profunda, atomizado, crítico y autocrítico, desorganizado y contradictorio.
Pero sin embargo el pueblo uruguayo sigue manteniendo viva la llama sagrada de la lucha y la solidaridad, rasgos de identidad de un pueblo comprometido y con conciencia social, que moviendo las brasas de su historia se organiza para resistir, con dificultades pero con mucha convicción, la estrategia pasa por la construcción de un frente social, el instrumento es la Intersocial y el elemento táctico de este momento es el referéndum, que encolumna a todo el campo popular detrás de un objetivo común.
Un pueblo golpeado que en la resolución dialéctica de sus contradicciones seguramente rencuentre su identidad, por eso resaltamos la importancia del acuerdo en torno a los artículos a impugnar en el referéndum, seguramente para muchos uruguayos y uruguayas otro camino hubiese sido mejor, seguramente todas/os quienes formamos parte de los colectivos que impulsamos el referéndum no vimos contemplados todas nuestras aspiraciones, pero se logró algo muy valioso, un resultado que no fue la sumatoria de las partes, fue síntesis superadora y eso fortalece la unidad del campo popular, volvimos a dialogar y a construir juntas y juntos. Eso es esencial.
Finalmente el pasado 29 de diciembre se realizó el lanzamiento de campaña del referéndum, más tarde de lo deseado, pero no fue un tiempo perdido, fue un tiempo invertido en la trabajosa y fecunda construcción colectiva, fue un tiempo ganado en acercamientos, en escucha y renunciamientos, fue la semilla de un tiempo nuevo, incipiente, frágil y esperanzadora, donde faltan muchas voces, donde está todo para construir……. Eppur si muove.
Las y los frenteamplistas estamos en pleno proceso de asimilación de la mayor derrota política del proyecto progresista, faltó acompañar avances y transformaciones sociales importantes con politización del pueblo, existió un desacople de la fuerza política con la base social, falta de conexión, de escucha, distorsión del rol militante de nuestros/as representantes con responsabilidad de gobierno, todo esto forma parte de la autocrítica que estamos procesando.
Las múltiples causas de la derrota forman parte de un proceso imprescindible de reacomodación, porque si de algo estamos seguras/os es de la vigencia de la afirmación de Vivian Trías hace casi medio siglo; “La revolución uruguaya pasa por el Frente Amplio, aunque aún haya mucho que unir y organizar en el seno de las Clases explotadas”.
Como sociedad nos enfrentamos a un gran desafío estructurante, recuperar el rol de LA POLÍTICA, así, con mayúsculas, vivimos una fase de desjerarquización de la misma y de “los/as políticos/as” como si tal función estuviera reservada a unas/os pocas/os, impulsada y promovida por quienes se benefician de la falta de organización de las clases oprimidas, que es la política?, sencillamente es la actividad a través de la cual se organiza la convivencia humana, por lo tanto, absolutamente todo lo humano es político, su opresión es política, y su emancipación también lo es.
“Instrúyanse, porque necesitaremos de toda nuestra inteligencia, conmuévanse, porque necesitaremos todo nuestro entusiasmo, organícense porque necesitaremos de toda nuestra fuerza” nos decía Gramsci, y aunque parezca exagerado, la organización de la acción política del referéndum tiene mucho de eso, como acción fermental y creadora.
La autocrítica es una actitud que requiere un proceso de movimiento interno que debe provocar cambios en nosotros mismos, comienza en el registro, reconocimiento y aceptación, desestructuración, asimilación, reacomodación y nueva estructuración, Mercedes Clara lo definió en forma sencilla y sabia en su participación en el seminario que el Partido Socialista realizó en diciembre; “debemos desaprender para volver a aprender”.
Dicho seminario enmarcado en el Encuentro de militantes sociales resuelto en el 49º. Congreso del PS, tuvo que adecuarse a los tiempos electorales en primera instancia, y las circunstancias de la pandemia luego, pero sin embargo, sentimos que el momento fue preciso, ajustado a las necesidades políticas de transitar un proceso autocritico abriéndonos a los movimientos sociales, desarrollando la capacidad de escucha, yendo al encuentro de otras y otros, descentrándonos, humildes, pensantes, revolucionarios y fermentales.
Fue un encuentro que nos permitió transitar otros caminos, escuchar otras voces, internarnos en otros mundos, fieles a nuestra identidad y saliendo de “la burbuja”, la burbuja social que es anterior a la pandemia y tiene mucho que ver con el mundo virtual, la forma en que nos relacionamos, intolerante, condicionada, fragmentada y violenta, la que nos encierra en pequeñas tribus ideológicas, donde se tiende a rechazar la diferencia, donde se reprime el polo opuesto de la contradicción obturando la síntesis, estamos atravesando una crisis en los vínculos, advertirlo se hace urgente, operar en ello es vital.
El campo popular necesita una nueva unidad social, para lo cual la Intersocial emerge como el instrumento estructurante de la articulación social y política fundante de una nueva alianza del campo popular, alianza sostenida en la “conciencia histórica que evoca Frei Betto para que el pueblo no sea manipulado”, y agrega; “necesitamos a la izquierda académica pero entrelazada con la acción militante en el territorio, la cabeza piensa donde los pies pisan, no es lo mismo pisar la favela que los palacios ministeriales”, clarísimo.
Quiero detenerme en algunos conceptos vertidos en el seminario de militantes sociales que dejaron conceptos resonando, miradas que convergen y se expresan desde diferentes lugares y roles, confluencia de sentires que evocaré a través de algunas citas (a riesgo de abusar de ellas).
“Si estamos ante una sociedad nueva tenemos que crear y forjar valores que se ajusten a esa sociedad nueva que queremos construir” nos dice Enzo Malan, lo que parece complementarse con la afirmación “somos parte de un tiempo viejo que debe ser transformado, ese sí es un límite que debe ponerse en tensión, pensar que somos aquello que debe ser transformado”, hermosa y profunda reflexión de la revolucionaria Mercedes Clara.
“Desde Minga vamos al encuentro del otro/a, nuestra misión es salir al encuentro verdaderamente dispuestos a transformarnos, tenemos que construir un frente pedagógico, que ayude a decir y a sentir distinto, una revolución cultural fundada en el amor al prójimo y a la construcción de una Patria Grande” nos dice John Díaz, y esto también me lleva al escenario de construcción del proceso de referéndum en su primer etapa, lleno de escepticismo, dudas, miedos, pluralidad, obstáculos y contradicciones, un proceso dialéctico que parió un camino de lucha colectiva, lejos de lo extraordinario y muy cerca de lo necesario.
“Cuando lo político no es social, se transforma en burocrático y pierde vínculo con el origen que lo motiva, pero cuando lo social no es político pierde el objetivo de emancipación”, un concepto relevante de Nelson Villareal complementado por Daniel Olesker al decir “el dilema es trascender la causa propia, e integrar en una misma causa a unos y otros”, sencillo y profundo a la vez.
Al traer estas miradas pienso en la esencia socialista de las mismas, independientemente que sean militantes del Partido o no, y en la necesidad de crear “proyectos colectivos desde donde planificar la esperanza junto a otras y otros” como decía Pichón Riviere, se impone la actitud humilde y permanente de incluir lo diferente para construir lo nuevo.
Para cerrar este artículo voy a citar conceptos de nuestro secretario general y de Mercedes Clara, que alumbran desafíos colectivos, “nosotros no entendemos la lucha como tomar el poder, sino de construir un poder alternativo” afirma Gonzalo Civila, agregando;
“Nuestra unidad política es hija de la unidad social, y la nueva unidad política que buscamos, también tiene que ser hija de una nueva unidad social que empuje cambios radicales y democráticos”.
PUENTES
“Se necesitan puentes para enlazar los fragmentos. Puentes de todo tipo, con cualquier excusa, con distintos nombres. Personas puente, acciones puente, organizaciones puente que apunten en un mismo sentido: restaurar el lazo social” (Mercedes Clara).