La cercanía como desafío de la izquierda

Escribe: Enzo Malán Castro, diputado por Soriano

La realidad ha cambiado, sin duda. En los 60 la izquierda uruguaya era casi testimonial y hoy a nivel nacional es la fuerza mayoritaria.

Luego de este largo y raro ciclo electoral que hemos transcurrido creo oportuno reflexionar sobre algunas ideas relativas al voto del electorado, especialmente en “el interior” del país (entrecomillo porque a veces me pregunto si Montevideo estará en “el exterior”).

Ciclo electoral extenso en sí mismo, deberíamos repensarlo, pero especialmente en esta oportunidad por la pandemia, lo que trajo la rareza de actos virtuales y vivos de los candidatos en todo el territorio. Y si de rarezas hablamos ni que hablar de las juntadas electorales de 5 o 6 partidos contra el Frente Amplio. Pero, insisto, me quiero referir al voto de los ciudadanos y ciudadanas.

El Partido Nacional avanzó conquistando 15 intendencias del país. El Partido Nacional que cuenta entre intendentes actuales y candidatos con personas formalizadas por delitos que pueden significar penitenciaría, acusados de cambiar puestos de trabajo por favores sexuales, “acomodos” de familiares, y candidatos como el hoy intendente electo en Soriano, que sin ningún prurito dice que va a “ayudar a los que le ayudan a llegar”…

Un partido Nacional que viene desarrollando e impulsando, liderado por Luis Lacalle, acciones neoliberales y autoritarias, que ni bien asumió subió el IVA, subió las tarifas públicas… un Partido Nacional que votó contra las 8hs del peón rural, contra el matrimonio igualitario, contra la interrupción voluntaria del embarazo.

Dicho esto, debemos decir que a ese Partido Nacional lo votaron mucha gente honesta, obreros, personas de mediano y escaso poder adquisitivo, peones rurales, docentes…entre otros. Por supuesto que también las cámaras empresariales, ruralistas, exportadores, etc, etc…

La primera consideración debe ser tratar de entender por qué un amplio sector de población que en octubre votó al Frente Amplio, ahora decidió por el modelo opuesto. Este entender supone estudio, profundizar y evitar la simplista caracterización de ignorantes o fachos o corruptos a los ciudadanos y ciudadanas del interior.

Esto último se cae, con el simple hecho que muchos de esos ignorantes y fachos fueron los que nos votaron en octubre, dándonos la posibilidad de ser reelecto diputado y de ser la fuerza más votada en el país… y en los períodos anteriores de ser gobierno nacional.

Entonces la idea es evitar descalificar y pasar a la fase de entender la realidad. Es decir, no es por el lado de vociferar ¡¡son inmorales!!, sino por el lado de ver las necesidades que determinan las decisiones de la población.

¿Cuáles son las necesidades a las que responde el partido Nacional en el interior, que el Frente Amplio no logra satisfacer?

Sugiero algunas:

Necesidades básicas, cotidianas, para alimentarse, vivienda, trabajo. Y ahí aparecen las “gauchadas”… un alcalde se candidateaba aludiendo a sus mil gauchadas.

Muchas veces desde la izquierda se visualizan o se expresan las “verdaderas urgencias” o “verdaderas necesidades” y quizá eso se dice desde una posición intelectual y teórica.

En la realidad terminan siendo los referentes locales los que hacen la gestión o el trámite para conseguirle a una familia que pueda parar la olla o que pueda tener un baño más o menos digno, o una chapa para el techo… ¿Esto genera clientelismo político? ¿Está mal? Sin duda que sí, pero es la única posibilidad en esta realidad de hoy que los más postergados reciban migajas que les permitan tener cierto sentido.  Quizá cuando el sistema cambie y en otra realidad, otra sea la actitud.

El tema es si tenemos que hacer lo mismo. Digo que no, pero debemos analizar esas causas y debemos proponer soluciones para todos que de alguna manera satisfagan estas necesidades, porque la chapa que falta en el techo es ahora, la changa para llevar el peso es ahora y no para cuando logremos las condiciones materiales y culturales para cambiar las formas. Esa contradicción y tensión debemos tenerla presente.

Necesidad de intermediario

En cada barrio, en cada localidad existe un “caudillo” que actúa como referente y como intermediario entre el individuo desprotegido y el estado lejano y capitalino. Es el “político” el que hace tal o cuál gestión para la jubilación, para tal trámite. Quizá para algún lector esto le parezca de mediados del siglo XX, y es así. No sería necesario si el estado hiciera bien o mejor su llegada a territorio, pero sabemos que aún falta avanzar en eso. ¿Es una actitud “demagógica”? Sin duda. Pero viene a llenar un vacío, que hay que saberlo entender y dar respuesta desde lo político.

Necesidades comunitarias que llevan a que los cuadros políticos estén metidos en el barrio, el club social, deportivo, la jineteada, el bar, etc. no con un objetivo partidario… sino con objetivo político de transformación y muchas veces esa cercanía es lo que luego se usa electoralmente.

En el interior los diputados por ejemplo somos invitados a los actos patrios, festejos de clubes deportivos o fiestas populares, y hay que estar porque si no te lo recriminan como un agravio. ¿A qué voy? Durante los cinco años en cada localidad hay que estar cercano a lo que sucede y a las necesidades comunitarias. Muchos dirigentes políticos están presentes en las diversas organizaciones civiles de los pueblos y barrios y desde ahí se construye también cercanía.

Necesidades emocionales de cercanía personal con el líder departamental y local

La cercanía con la gente, que supone conocer a la persona, que se haya compartido un mate, una torta frita… hablar con tiempo de la cotidianeidad y sus problemas y no, en principio, de los colectivos vulnerables, la transformación social, o la lucha de clases porque sencillamente te escucharán pero no adherirán al discurso porque para muchos el plano político-partidario está en otro plano distinto y ajeno a las cuestiones diarias.

Mucha gente termina votando al que conoce, al que se hizo cercano, al que le escuchó, al que se hizo “humano” comiendo un chorizo al pan en una fiesta criolla. ¿Eso está mal? Capaz que sí.

Esas son algunas de las necesidades que el Partido Nacional logra satisfacer y también podríamos hablar de otras que refieren a lo cultural, a la tradición familiar y a la necesidad de votar al patrón o lo que el patrón vota, también cómo que si no trabajas para determinado caudillo después te ningunean y en algunos casos ni la basura te llevan… los miedos de que se enteren que “sos de izquierda”, los relatos construidos por los medios de comunicación y las redes, el dinero, etc.

Lo anterior está dicho no para imitar sino como diagnóstico para tomar decisiones, como autocrítica sobre lo que no se hizo o no se hizo bien.

Algunas preguntas que en base a esas necesidades podemos hacernos:

¿Qué respuestas dimos a la inmediatez de la necesidad puntual básica insatisfecha?

¿Lo que hicimos, lo logramos enmarcar como dentro de un proyecto político de trasformación o lo dimos como beneficiencia? ¿Confiamos a compañeros esa tarea de militancia o buscamos ser ascéticos e impulsamos un accionar distante, por un lado el gobierno y por otro la fuerza política?

¿Cuántos dirigentes nacionales y referentes frenteamplistas trillaron los pueblos y barrios, fuera del período electoral?

¿Cómo ha sido nuestra inserción en las organizaciones barriales, sociales, deportivas, religiosas, sindicales?

¿Cuántas veces dedicamos tiempo a conversar y tomar mate con la gente, sin interés electoral  poniéndolos como centro? ¿Nos hicimos cercanos o esperamos que nos llamaran?

Mi intención no es acumular al discurso de la grieta. No me parece oportuno decir que los del interior son ignorantes y los de la zona metropolitana los iluminados… porque también ese discurso es afín a la derecha, discurso que lo planteó Un solo Uruguay, buscando oponer ciudad- campo.

Mi intención es aportar al análisis reflexivo y generar los desafíos hacia adelante.

A manera de síntesis diría los próximos años debieran servirnos para formarnos y tener claro el rumbo socialista y frenteamplista, pero una formación que suponga reflexión desde la praxis de cercanía. Es decir, “embarrarse los pies” al lado del vecino o la vecina, escuchar con humildad para encontrar juntos soluciones y, desde esa realidad, interpelar nuestras tesis, nuestros rumbos y por qué no aportar conocimiento al socialismo nacional.