Desde hace 26 años se viene celebrando este día como el Día de las Mujeres Afrodescendientes. El mismo se conmemora a partir de la realización del I Encuentro de Mujeres Negras en el año 1992 en República Dominicana que contó con la presencia de mujeres afro de 32 países de América Latina y el Caribe quienes se reunieron para definir estrategias de incidencia política para enfrentar el Racismo desde una perspectiva de género. Desde esa fecha hasta la actualidad se viene desarrollando año a año esta conmemoración que a nivel país, la que se ha institucionalizado a partir de la asunción de la izquierda al gobierno en 2005, cuando se crea el Departamento de Mujeres Afrodescendientes en el Instituto Nacional de las Mujeres. En la misma se busca la visibilización y el reconocimiento a través de la Premiación Amanda Rorra de mujeres afrourguayas en diferentes ámbitos de la sociedad como protagonistas de la transformación de su comunidad y de la sociedad en su conjunto.
Diferentes hechos que tomaron público conocimiento recientemente, nos interpelan como sociedad y dejan en evidencia la punta del iceberg, que constituye la persistencia y la dimensión de la discriminación racial y del Racismo en el país.
A lo largo de poco más de una década de gobierno progresista se han desarrollado acciones hacia la población afrodescendiente, muchas de ellas centradas en el reconocimiento y la visibilización de las personas afrodescendientes y su agenda política. Asimismo y de forma creciente se viene visibilizando a las y los afrodescendientes como sujetos políticos.
A pesar de los avances alcanzados en términos de reducción de pobreza y mejoras del bienestar y calidad de vida de una parte importante de la población, la población afrodescendiente no sólo sigue siendo la más rezagada en todos los principales indicadores de bienestar –ingresos, nivel educativo, vivienda, empleo etc. sino que en algunos indicadores la brecha entre la población afrodescendiente y no afrodescendiente incluso ha crecido. En este contexto, continúan los hogares extendidos de las familias afrodescendientes con una gran presencia de jefatura femenina y con una fuerte carga sobre ellas de cuidado de personas dependientes. Lo que las mantiene estancadas en sus posibilidades de inserción laboral formal y de desarrollo. Los datos evidencian que las personas afrodescendientes continúan ingresando al mercado laboral en edades más tempranas al tiempo que la tasa de desempleo de las mujeres afrodescendiente alcanza 14% en relación a 7,7% en las mujeres no afro. A su vez, cabe destacar que se desempeñan en trabajos menos calificados y peor remunerados, lo cual se traduce eventualmente, en vulnerabilidades en lo que respecta a la seguridad social de las personas.
Asimismo, las mujeres afro sufren más situaciones de violencia que una mujer no afro. Los datos revelan que en los ámbito de la pareja o ex pareja, laboral, educativo, familiar y espacios públicos, el 67,2% de las mujeres, 7 de cada 10 han experimentado alguna situación de violencia, en el caso de las mujeres afro 8 de cada 10 mujeres (78,5%) han vivido alguna situación de violencia. (Inmujeres, 2017).
Este panorama nos informa cómo aún se requiere un cambio en la lógica del proceso que se viene desarrollando en la promoción de políticas públicas para afrodescendientes para alcanzar mayores resultados y un impacto tangible en las condiciones de vida de la población afrodescendiente en general y las mujeres afrodescendientes en particular. El desafío para el fin del período esta marcado en impulsar un cambio de lógica que se viene de logre hacer las políticas universales sensibles a las diferencias y desigualdades étnico-raciales y de género.
Hoy, sin dejar de reconocer los avances alcanzados, debemos de reflexionar sobre la acción sistemática del Racismo y del sexismo que impacta diariamente en la vida de las mujeres afrodescendientes a partir del sostenimiento de una red de privilegios y ventajas que nos expropian de las oportunidades y del ejercicio pleno de la ciudadanía.
En este día es importante también visibilizar nuestras estrategias de sobrevivencia, nuestro legado ancestral y nuestros proyectos a futuro y a afirmar la continuidad de nuestra comunidad, de nuestra cultura y de nuestros saberes, la que se debe única y exclusivamente a la lucha y al sostén comunitario afrodescendiente, dónde las mujeres hemos sido y somos protagonistas.
Instamos a conmemorar este día a partir de acciones descentralizadas y desarrolladas a lo largo de todo el territorio nacional para avanzar en la equidad étnico-racial y de género.
Llamamos a tomar compromiso de todos y todas en trabajar los temas vinculados a la población afrodescendiente desde un enclave territorial con acciones políticas que faciliten el acceso y usufructo de los bienes y oportunidades sociales y que promuevan la participación de la población afrodescendiente como sujeto de su propia transformación, su comunidad y la de la sociedad en su conjunto.