La tercera semana de febrero quedará registrada como la semana de las interpelaciones. Tres ministros de Estado fueron interpelados en una misma semana. El martes fue interpelado el ministro de Salud, Jorge Basso, el jueves fue la comparecencia del ministro de Trabajo, Ernesto Murro y el viernes fue el día asignado para el ministro de Defensa, Jorge Menéndez.
Tres ministros convocados al parlamento en una misma semana es algo que no recuerda antecedente. Por si fuera poco, la semana anterior a esa también había sido convocado el ministro del Interior, Eduardo Bonomi (octava vez).
Los opositores se mantienen firmes en su derrotero de negar lo avanzado social y económicamente con los gobiernos frenteamplistas a lo que crecientemente adosan la idea de corrupción. Lo primero ya está gastado y no se lo creen ni ellos mismos, y lo segundo lo alimentan a como dé lugar. Como si eso los desamarrara de un pasado cercano que los condenó en las urnas, que condenó en la justicia a varios de sus correligionarios, y que condenó a la pobreza y a la ausencia de oportunidades a cientos de miles de uruguayos.
También se puede decir que en su momento el Frente Amplio fue un tenaz opositor. Sin dudas, eso es totalmente cierto. A través de nuestras propuestas nos opusimos a la desregulación del mercado laboral. Nos opusimos al desmantelamiento de las empresas públicas. Nos opusimos al vaciamiento del BROU y del BHU. Nos opusimos a un sistema previsional que también era vaciado día a día. Nos opusimos a la persecución sindical. Nos opusimos al caos de los servicios de Salud que llevó a fundir a una decena de mutualistas. Nos opusimos a la Ley de Caducidad. Nos opusimos a los magros porcentajes de inversión para la Educación.
Y con la misma convicción que nos opusimos a esas políticas de la exclusión y de ausencia de derechos también propusimos las políticas que al llegar al gobierno llevamos adelante. Porque la democracia mejora con una oposición activa en propuestas y porque la democracia jamás funciona al influjo del cuanto peor mejor.
La gestión de gobierno es árida. La gestión de gobierno exige disciplina y formación. La gestión de gobierno implica la más alta responsabilidad pero no los mejores sueldos del mercado. La gestión de gobierno necesita gente que quiera al país más que a su bolsillo. La gestión de gobierno debe ser controlada por la oposición pero eso no tiene nada que ver con transformarla en una picadora de gente honrada.
Ejemplos de ello, sobran. La convocatoria del senador Bordaberry por la compra de un avión – la de más bajo costo de los últimos 20 años –, y que previamente afirmara, por todos los medios posibles, que poco menos que se estaba comprando un avión desguazado, que no podía aterrizar en ningún lado, que no servía como apoyo sanitario, que ya había sido propiedad de la Fuerza Aérea, finalmente concluyó en una comparecencia del ministro con certificaciones jurídicas y técnicas que avalan que todo lo que expresó el senador Bordaberry es falso.
Ese mismo día el propio senador Bordaberry – quien había agitado los fantasmas de la corrupción – al llegar al Palacio Legislativo, tuvo que admitir que un diputado de su propio partido estaba huyendo del país por estafador.
Mal haríamos ahora en transitar el camino de la ironía o la moralina ante asuntos de tal gravedad que dañan la credibilidad del sistema. Tanto las falsedades de un legislador como las estafas de otro.
En una de estas interminables interpelaciones, de la que fue objeto el ministro de Trabajo, el diputado nacionalista Rodrigo Goñi, expresó que los errores de gestión sucedan pero que la reiteración es lo que no se puede aceptar. Es una afirmación de base lógica tan simple como compartible, que merece ser practicada con hechos.
Es el mismo razonamiento ético que hace seguir esperando que esa misma oposición – antes de seguir convocando ministros un día sí y otro también – reconozca los crasos y reiterados errores que cometió siendo gobierno – y los sigue cometiendo a nivel departamental – y que llevaron a nuestro país a la peor crisis de toda su historia.
* Médica Cardiologa, Senadora de la República, Secretaría General del Partido Socialista de Uruguay