Asamblea General del Parlamento Nacional
Intervención del Senador Yerú Pardiñas
SEÑOR PARDIÑAS.- Señor presidente: nos reunimos hoy en Asamblea General legisladores de todos los partidos políticos, y también están presentes familiares y autoridades, para homenajear la memoria de dos seres excepcionales: los legisladores Zelmar Michelini, el Flaco, como muchos le decían en este ámbito, y Héctor Gutiérrez Ruiz, el Toba, quien en esos años también tuvo la responsabilidad de ser presidente de la Cámara de Representantes, tarea que desempeñó con enorme sacrificio, compromiso y solidaridad en momentos de fuerte represión en este país; solidaridad que hasta brindó a sectores que no eran de su propio partido, como su participación en un momento duro mediando en una ocupación que las fuerzas represivas llevaban a cabo en el local del Partido Comunista del Uruguay.
También hoy tenemos presente –tal como lo expresa la convocatoria– y recordamos que hace cuarenta años otros compatriotas, seres queridos por sus familias, compañeros y amigos, fueron impúdicamente asesinados, como es el caso de William Whitelaw y Rosario del Carmen Barredo. En esa fecha ocurrió también la desaparición del doctor Manuel Liberoff, quien aún permanece desaparecido como tantos otros compatriotas.
Recordando aquellos tristes días de nuestro pueblo, cuando en América Latina toda padecíamos el autoritarismo y el terrorismo de Estado, hacemos votos y ponemos nuestro esfuerzo y compromiso para no volver a transitar momentos como esos, que mucho dolor han sembrado. Precisamente, ese dolor es el que ha hecho renacer la esperanza con mayor fuerza; es el que ha hecho renacer el compromiso para sortear esos tiempos y aprender de ellos. Y ese aprendizaje implica tener presente la historia y traerla a nuestros días, no con un sentido revanchista, sino con un sentido constructor, generador de nuevos tiempos.
Esto es lo que hoy, sin lugar a dudas, recordará la Asamblea General al homenajear a estas personas, a estos sacrificados compatriotas. Y, en el día de mañana, muchas ciudadanas y muchos ciudadanos de nuestro país lo estarán ratificando al realizar una vez más una marcha del silencio para reivindicar la verdad y la justicia, para afianzar lo que mencionábamos sobre la esperanza.
Y es en esa línea esperanzadora que damos valor y trascendencia a aquello que el senador Zelmar Michelini, un 26 de marzo de 1971, expresaba en uno de sus discursos: «Sí pueblo uruguayo, hay esperanza. Sí pueblo uruguayo, habrá libertad. Sí pueblo uruguayo, habrá Patria para todos». En honor a ello, queremos tener presente nuestra historia.
¿Por qué mantener viva la memoria? Porque no hay futuro sin memoria –la memoria constituye el cimiento del mañana–; y porque es necesario saber la verdad, pues la democracia necesita de verdad y justicia para continuar sobre bases firmes, profundizando y desarrollando los derechos ciudadanos.
Hay que tener viva la memoria porque no podemos hipotecar el futuro de nuestra democracia, sus valores éticos y humanistas, que constituyen la base de la convivencia en sociedad.
Tenemos que mantener viva la memoria porque la verdad –estamos convencidos de esto– afianza la democracia; porque por más dura que sea la verdad, es preferible ante la angustia que genera el ocultamiento y la mentira. Estos eternizan el dolor y la duda que debemos erradicar.
Es importante mantener viva la memoria, señor presidente, porque son muchos los que pelean contra la indiferencia asumiendo, al reflexionar sobre lo ocurrido, costos emocionales y políticos; porque reclamar por verdad y justicia tiene mucho de denuncia, pero también de composición y construcción de afectos, de comprensión y de espíritu fraterno.
Es necesario tener viva la memoria porque es imprescindible que las nuevas generaciones también conozcan la historia reciente. A través de la investigación y de las movilizaciones –tal como referenciábamos, en varios puntos de nuestro país se van a realizar movilizaciones en el día de mañana– esa historia no queda archivada ni inerte.
Debemos mantener la memoria porque nos debe guiar el sueño de que la última y profunda reparación para las víctimas sea que nuestro pueblo viva en un país mejor.
Hoy más que nunca, queremos traer a este recinto aquello que tan bellamente expresó la poeta Ana Demarco: «Algunos serán río, otros serán tierra, pero nunca serán olvido». Es por eso que queremos rescatar la memoria.
Permítanme ahora compartir con los señores legisladores una referencia personal, que no por ello minimiza este acto y, por supuesto, lo que hoy queremos entre todos y todas reflexionar para afianzar la construcción democrática de este país.
Siendo un muchacho, un adolescente de dieciséis años, en mi ciudad de Melo, en plena actividad política y militante en la correntada esperanzadora creada ese año, 1971 –nuestro Frente Amplio–, vivo la experiencia de conocer personalmente y escuchar un discurso de quien se decía tenía una enorme potencia y lograba una comunicación excepcional, fundador del Frente Amplio, gestor de políticas para los cambios en diferentes expresiones y experiencias: llegaba a nuestro pueblo Zelmar Michelini.
A todas y todos nos cautivó su carisma y nos motivó su valentía; su fuerza apuntaló nuestro compromiso y nos llenó de bríos para luchar por transformaciones y cambios para el país. Nos trasmitió asimismo la profundidad del momento histórico que vivíamos; y el valor de la tarea política a desarrollar por nosotros, se resumió en su sabia utilización del romancero popular criollo, con el que finalizó aquel discurso lleno de emotividad, cuando nos dijo: «No afloje m’hijo, que el que afloja pierde». Y como en este país hay ciudadanas y ciudadanos que no aflojaron, este país hoy goza de democracia, goza de un gobierno que está comprometido con su pueblo en seguir haciéndola avanzar, y goza de un Parlamento que tiene el deber de seguir sosteniendo esa democracia que debe ser, a su vez, reflejo de lo que una vez más se necesita irradiar en nuestra América Latina.
Zelmar Michelini, militante estudiantil en el Centro de Estudiantes de Derecho y dirigente de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay, inició su carrera política en el Partido Colorado para luego participar en la fundación y conducción del Frente Amplio. Periodista de destaque, querido padre de familia que, al igual que Héctor Gutiérrez Ruiz –tal vez con condiciones similares; con convicciones políticas en otras tiendas pero con convicciones cívicas, democráticas y patrióticas similares–, pagó con su vida el compromiso de desenmascarar y combatir la dictadura uruguaya. Ellos son símbolos de nuestra democracia.
Hoy tributamos homenaje a este inmenso legado de compromiso, de audacia y valentía, de lucha por la libertad y la justica; legado que nos interpela a todos y a todas y nos exige lograr acuerdos y entendimientos, como así también administrar con sabiduría, a nivel del sistema político, nuestros disensos y nuestras diferencias, para que nos permita continuar construyendo mejores condiciones de vida para nuestro pueblo.
Señor presidente: finalizo tomando prestadas las palabras del querido –ya desaparecido poeta nuestro– Mario Benedetti:
«Convoquemos aquí a nuestros zelmares
en ellos no hay ceniza, ni muerte, ni derrota, ni tierno descalabro,
nuestros zelmares siguen tan campantes
señeros, renacidos
únicos y plurales
fieles y hospitalarios
convoquemos aquí a nuestros zelmares
y si aun así fraternos
así reunidos en un duro abrazo».
Muchas gracias, señor presidente.
(Aplausos en la sala y en la barra).
19 de mayo del 2016