Escribe Sebastián Sansone | Brigada Marx atack
El Dr. Luis Lacalle Pou, nuestro presidente, en su discurso de asunción había citado a Hobbes. Había sido firme en un fragmento que prefiero citar: “Por supuesto que en el centro y en el fondo, están allí las causas de la exclusión social. Hace muchos años que enfrento una batalla con Hobbes, porque no doy el brazo a torcer: el hombre no es el lobo del hombre. El hombre es un ser que vive en paz y debe cuidar a sus semejantes. Lo que sí es cierto: que atravesamos en muchos lugares de nuestro país procesos de anomia, en los cuales la ausencia o conflicto de normas, de alguna manera, distorsionan las relaciones pacíficas”.[1] Émile Durkheim[2] estaría orgulloso; Robert Merton[3] diría “calma”. En todo caso, Thomas Hobbes es parte de lo que se está proponiendo como modelo de país que se lleva a la práctica. Veamos…
I. Homo Homini Lupus
El contexto en el que Hobbes[4] utilizaba esa frase tan famosa, retomada por nuestro presidente, responde al estado de naturaleza que, para este autor, era un estado de guerra, un estado de desconfianza en el otro ser humano, un estado de absoluta superioridad del más fuerte y de supremacía con tal de vivir; supervivencia a costa del otro, se podría traducir. Después otros autores retrucan esta postura, por ejemplo John Locke[5] o la famosa critica profunda de Jean-Jaques Rousseau[6]. Hobbes decía que el hombre (actualizado al día de hoy, las personas, el humano) son los lobos del hombre, y con un sentido muy estricto: en tiempos estado de naturaleza-guerra, pre contractual, nos matamos por sobrevivir. Hoy habiendo un contrato social (sociedad consolidada, Estado, etcétera) donde todos y todas conocemos las normas, este sistema obedece filosóficamente a ese pensamiento de estado de naturaleza.[7]
La cuestión de la comparación con los animales no es caprichosa, va atada a una situación de supervivencia. Nos sentimos animales haciendo cosas de humanos como trabajar (anhelamos irnos de vacaciones ya, ahora), y nos sentimos humanos haciendo cosas de animales (como descansar, dormir o comer). La historia, los juegos, las películas y hasta las series insisten e ilustran este estado “animalístico” y ese estado de guerra prehistórico hasta adaptarlo incluso, a nuestra realidad: los Homo Sapiens contra los Homo Neanderthalensis; Fallout; Interestellar o Lost o siendo todavía más claros veamos los reality como “Survivor” o cualquiera dónde tengamos que competir para ganar el pozo mayor, la enorme recompensa como “Bailando por un sueño”.
Veamos cómo se presenta a nivel experimental esta situación, a niveles microgrupales. Veamos cómo en determinados momentos particulares, en ciertos espacios concretos y en determinados contextos, el hombre es el lobo del hombre. Y luego, veamos cómo se da en nuestra sociedad.
El primer ejemplo es el de la Cárcel de Stanford a cargo del psiquiatra Philip Zimbardo, en donde ponía 2 grupos psicológicamente estables en 2 posiciones antagónicas. Al primer grupo lo ponían como prisioneros, al segundo como carceleros. El resultado muestra cómo se puede uno mismo meter en el rol asignado. El experimento que debía durar 2 semanas sin embargo terminó al cabo de 6 días. Ambos bandos se identificaban específicamente con los roles asignados. A su vez Stanley Milgram se preguntaba acerca de la obediencia de la autoridad, cuyo origen fue una pregunta simple anclada en los juicios de Núremberg. El tribunal de justicia le pregunta lisa y llanamente a los nazis involucrados sobre “por qué usted mató judíos”; la respuesta fue tajante: “obedecía órdenes”. Este experimento quería comprobar si la obediencia en ciertos contextos y con una jerarquía o con una referencia empírica responsable, amparados en una burocracia robusta, un ser humano ante “órdenes” podía delegar la responsabilidad “para arriba”. Efectivamente era así (según las conclusiones de Milgram), descubriendo que un humano puede matar a otro si se dan las condiciones adecuadas y si estaba libre de “culpas” o, en términos más filosóficos, se lo exculpaba moral, ética o judicialmente.
En estos contextos muy particulares veremos que el común denominador es la obediencia de autoridad. Éstos reflejan un pensamiento punitivo muy fuerte, mano dura, jerarquías rígidas y “se hace lo que yo diga”, pero sobre todo una obediencia a un modelo económico determinado como es el neoliberalismo a la uruguaya donde el “todos contra todos” y “el pobre es el que quiere”, mediado con una pandemia y el fenómeno Round the flag[8] se imponen. Vemos que en este sentido, Lacalle Pou fue deshonesto. Mintió. Su frase de lucha contra Hobbes es un enmascaramiento de la connivencia con ese pensamiento. Marcaba, y avisando, el comienzo de lo que hoy estamos viviendo: gente en ollas populares, peleas por trabajar, estado de naturaleza anticipado en un discurso cuya narrativa fue desacertada…
II. La desigualdad: el elemento base del festín burgués
Si bien la desigualdad ha venido siendo parte del empacho de las clases dominantes en todo momento histórico, sea en la antigüedad, la era feudal o en la burguesía y sus microetapas (o mutaciones, o capas, depende la corrección crítica aplicada), siempre la desigualdad ha sido la base de que algunos tengan mucho y otros tengan que comer migajas del piso.
No es cierto esa situación de goteo que la burguesía norteamericana, y luego incorporada a las burguesías nacionales y criolla, vienen promoviendo. Es falso también el tema de la situación demográfica y la escasez de alimentos a nivel global. Hay mucho, pero concentrado en pocas personas.
Es una cuestión absolutamente increíble, digna de una distopía como 1984 o Rebelión en la granja (Orwell, cualquier versión) o Un mundo feliz (Huxley, en cualquiera de sus versiones) que un grupo humano en su mayoría identificado (pues la otra minoría permanece en el anonimato) se apropie de una enorme parte de la riqueza de los países y del fruto del trabajo de quienes para sobrevivir ofrecen al mercado sus manos, sus espaldas, su ahínco para pasar un día más en la tierra. El único sustento para que exista desigualdad es que si no tenés laburo y estás poco calificado, te echan. En tiempos donde la pandemia ha hecho estragos a nivel económico, ¿qué hacés?
Desde la perspectiva que dice Lacalle Pou de no transar con Hobbes y el temita de la anomia, entonces empezás a suicidarte (suicidio anómico de Durkheim -cuestión no menor y que en Uruguay está bastante difícil de tratar)[9] o empezás a robar o a ser indigente (porque también cuando se dice “anomia” se puede decir anomia mertoniana y a los tipos II innovación o tipo IV retraimiento, que se puede encontrar en cualquier lugar). Lamentablemente la realidad supera cualquier dicho. El proletario se ve necesariamente obligado a tranzar: te quedás en el molde y agradecés la posibilidad que el patrón o algún gerente, que anda en un BMW o un AUDI (o cualquier auto de alta gama) y que ganó a expensas tuyas todo lo que tiene, te haya dado la posibilidad de trabajar. Es momento de crisis. El hombre sí se come al hombre en el salvaje neoliberalismo.
Además que, como vimos en la asunción presidencial cuando el Dr. Lacalle Pou iba en el auto de su padre, que manejó también su abuelo -o sea, élite y linaje político- un jefe cualquiera quizás ni siquiera fundó la empresa sino que puede estar ahí porque un familiar se la dejó de herencia (otro gran tema con un enorme potencial para desarrollar)[10]. Capaz ni es el dueño, quizás el CEO, o manager o esas figuras anglosajonas que, otra vez, utilizamos en la vida diaria como deadline en vez de tiempo límite (en fin, ya retomaré esto en un trabajo en ciernes sobre el anglosajonamiento colonialista en nuestra cultura).
¿Qué tiene que ver con lo que veníamos diciendo? Que en estas situaciones de máxima división del trabajo social, donde se contrata siempre a la baja, donde la flexibilización laboral no es más que una expresión de un modelo sociohistórico de dominación, nos lleva a la individualización; somos los hombres que comemos hombres. Lacalle Pou no está de ninguna manera enfrentado a Hobbes. Al contrario, es su aliado y le promete públicamente el estado de naturaleza, y con esto el estado de guerra.
Cuando al individualismo lo hemos interiorizado tanto, cuando nos importa nuestra familia, nuestros deseos, cuando nos importa la situación personal y perdemos el objetivo de lo social, lo colectivo y lo comunitario y las palabras clave como solidaridad se están volviendo cada vez más difuminadas, ahí estamos siendo parte del rebaño de ovejas que sirven a los intereses de una clase que claramente le importa comer humanos… la clase dominante.
III. Reflexiones
El ánimo de este escrito es problematizar una idea que, ya pasado un mes de otro aniversario de la asunción presidencial, luego de haber visto el resultado del referéndum y luego de volver a observar determinadas acciones de la policía, y después de ver que se quiere impulsar un plebiscito (cambio constitucional) en el 2024 para poder hacer allanamientos nocturnos, quería poner sobre la mesa -modestamente y hasta donde pueda– la situación del humano que come humanos: del hombre que es lobo del hombre.
Creo que estamos en condiciones de poder ejercer una fuerza a la vez solidaria y mentada que de seguro, y viendo los resultados electorales del pasado 27 de marzo, nos dará la victoria a toda la izquierda.
La solidaridad y el socialismo seguro no se devora a nadie: “De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”.
[1] Extraído de sitio oficial de Presidencia https://www.gub.uy/presidencia/comunicacion/noticias/discurso-completo-del-presidente-luis-lacalle-pou-asamblea-general
[2] Uno de los primeros sociólogos, popularizó el concepto de anomia. No necesariamente significa falta de normas sino también puede implicar que hayan muchas y no sepamos de dónde agarrarnos. Puntualmente podemos ver el tema de la obediencia, por ejemplo con las guerras: ¿a quién obedezco, al invasor al gobierno previo? Lo de anomia lo podemos encontrar en Durkheim, Émile, La división social del trabajo (cualquier edición, cualquier año, aparece en todas).
[3] Merton actualiza el concepto de anomia para para a 5 tipos de desviación.
[4] Hobbes, Thomas (2011): El Leviatán págs 73-76. Ed. Losada. Bs. As, Argentina.
[5] Locje, John (1998): Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil. págs 36-45. Ed. Alianza Editorial. Madrid, España.
[6] Rousseau, Jean-Jaques (2012): Del contrato social. Págs. 39-40. Ed. Alianza Editorial. Madrid, España.
[7] Podemos hablar de John Keynes, Adam Smith, David Ricardo, pero me ciño a Hobbes, que es lo que citó el Dr. Presidente Lacalle Pou
[8] Rodear la bandera. Es un término de la Ciencia Política para describir cómo en períodos de crisis institucional, social y/o económica, nos agarramos de lo seguro, en este caso de pandemia global de Lacalle Pou, nuestro presidente. Eso explica (en parte) los guarismos incesantemente crecientes a pesar de que hay más pobreza e indigencia.
[9] El Suicidio, cualquier edición.
[10] http://www.iecon.ccee.edu.uy/die-05-19-incidencia-de-la-herencia-en-la-distribucion-de-la-riqueza-real-bruta-en-uruguay/publicacion/680/es/