¡Hasta siempre, compañero Daniel Borca!

Todo partido político se compone de grandes líderes, pero por sobre todo, de un sinfín de militantes anónimos que anhelan una sociedad más justa, más solidaria y dedican horas de su vida a hacer posibles los cambios.  Es por eso que la palabra compañero tiene para nosotros un significado especial, en el que se condensan los sueños y utopías con las vivencias pasadas, -a veces dolorosas, a veces cargadas de alegría-, y las vivencias por venir. Como en todo colectivo humano, suelen destacar algunos compañeros excepcionales por compromiso y por su calidad y calidez humana; Daniel Borca fue uno de ellos.

Es imposible mencionar su nombre sin que se forme una sonrisa en los labios y de inmediato comiencen a brotar una tras otra una infinidad de anécdotas de las que supo ser protagonista. Daniel fue un enamorado del Partido, de la Juventud Socialista y de la vida misma. A lo largo de más de treinta años, supo sembrar y cosechar el afecto de varias generaciones de jóvenes (y ex jóvenes) socialistas.
Inteligente, inquieto, luego de culminar sus estudios en la UTU siguió estudiando en el IPA y en la Facultad de Ciencias Sociales, cultivándose en aquellos temas que más le interesaban, como la historia y la política en su sentido más amplio. Con gran generosidad, compartía su erudición sobre estos temas, con la misma energía con que compartía sus otras pasiones: el fútbol, el básquetbol, Los Beatles, Dolina, Led Zeppelin… a los que adornaba con infinidad de datos estadísticos y un infaltable repertorio de bromas.

Pero por sobre todo, “el Borca” fue un ser humano hermoso, puro corazón y afecto, capaz de una ternura infinita, generoso, sencillamente bueno. Las varias generaciones de socialistas que tuvimos el privilegio de conocerlo lo vamos a extrañar de veras. Gracias Daniel por todo lo que nos diste. Los socialistas no mueren, se siembran.