Hacer política y construir poder desde las entrañas de la sociedad

Escribe Manuel Laguarda | Integrante del CC y CEN del PS

Todos los días fallecen docenas de compatriotas y, detrás de la naturalización de las cifras que los medios imponen, está el dolor de familias destrozadas y vidas sesgadas.

Todos los días decenas de miles de personas pasan hambre y penurias y viven en la incertidumbre de su futuro laboral, familiar y social.

Todos los días, por acción u omisión, el presidente y el gobierno hacen gala de su insensibilidad, apostando que el tiempo y las vacunas corrijan la situación, al costo de que siga la pérdida de vidas humanas con tal de que no aumente el gasto público y no se vean afectados los intereses de los sectores privilegiados y de los empresarios mallaoro.

El presidente quiere exonerarse de toda culpa y se la adjudica a las víctimas, si se enferman o si se mueren o si se quedan sin trabajo, es responsabilidad de ellos que no se cuidaron.

El presidente ha rechazado las propuestas de un gran diálogo nacional con todos los actores sociales y políticos. Según su concepción, a él lo votaron los ciudadanosen 2019 y ahora le toca gobernar. Para él, no existe la sociedad, solo los individuos.

Es en ese marco que se nutre y se alimenta la angustia, la rabia, el dolor y la impotencia. El mensaje, desde el poder y desde los medios, es que nada se puede hacer más que cuidarnos individualmente y esperar que todo pase pronto.

Nosotros decimos: al dolor hay que transformarlo en rebeldía, a la impotencia en acción. Y esto es lo que están haciendo los y las compatriotas que juntan firmas para derogar los 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración, el buque insignia del proyecto clasista y reaccionario de este gobierno.

No tenemos por qué permanecer resignados esperando cuatro años, nuestro orden jurídico y democrático, a través de la iniciativa ciudadana, nos permite derrotar y frenar al gobierno, alcanzando a juntar las firmas y venciendo en las urnas en el plebiscito posterior.

También lo están haciendo quienes sostienen, alientan y desarrollan, desde hace más de un año, múltiples expresiones de solidaridad en toda la sociedad, de las cuales las ollas populares son su ejemplo más conocido. Si el gobierno rechaza el diálogo, nosotros no cerramos las puertas, pero no vamos a insistir en lo que no va a suceder.

La política no es solamente el acuerdo o la negociación entre dirigentes políticos. Política es también el dialogo con la sociedad, para aprender, para conocer y para construir organización, proyectos, ideas y, por tanto, poder.

El recientemente constituido “diálogo por la vida”, con la participación de gente procedente de la política, de la academia, del mundo científico y de los ámbitos sociales y culturales, es una excelente iniciativa en la que pueden asumirse las diferentes dimensiones-sanitarias, económicas, sociales y psicológicas de la crisis actual y  elaborarse salidas a la pospandemia.

Esta iniciativa, junto con las múltiples expresiones de solidaridad y de participación y acción ciudadana, deben articularse en una perspectiva y un alcance mayor.

Como dice una reciente declaración del Partido Socialista: 

“El diálogo lo impulsaremos las y los uruguayos, con nuestras organizaciones e iniciativas comunitarias, en las entrañas del pueblo mismo. Construir con diversos actores sociales una agenda por la vida, la libertad real y la profundización de la democracia, denunciando, a la vez, con claridad y sin complejos todo lo que conspire contra esos grandes objetivos…”

Eso incluye, además de la movilización para derogar los 135 artículos de la luc, alentar y desarrollar la solidaridad y el empoderamiento de las diferentes formas organizativas que han surgido en la sociedad para hacer frente a diferentes necesidades básicas, como las ollas, las huertas comunitarias, las experiencias de economía social, producción y consumo solidario y de educación popular, muchas de ellas vinculadas a la emergencia de la pandemia, pero otras anteriores.

En este tipo de organizaciones y de creaciones populares, se satisfacen necesidades que el sistema y el gobierno deja insatisfechas, se generan pautas de vida y valores alternativos y diferentes a la lógica del individualismo posesivo, se crea organización, se difunden ideas, en suma, se construye poder.

No voy a desarrollar acá los diferentes aspectos de la plataforma de la agenda por la vida y la libertad real en lo que respecta a la emergencia social, o las dimensiones relacionadas con lo sanitario, la política salarial o impositiva, la violencia intrafamiliar, la educación, la salud mental, etc., entre otras cosas, debido a que esta plataforma es provisoria y se trata de construirla en diálogo con la sociedad.

Solamente hacer referencia a la situación señalada anteriormente en relación a la creación de poder popular, a través de la generación del entramado de formas organizativas en la sociedad y la necesidad de articularlas en un diálogo ida y vuelta con todas las expresiones políticas y sociales del campo popular.

Evoca precisamente a los momentos en que la práctica con las organizaciones sociales en los años finales de la dictadura nos llevó a elaborar la concepción de la democracia sobre nuevas bases: el poder se gesta desde la sociedad y la política no se reduce a los ámbitos estatales.

Se trata de acceder al gobierno y construir poder y consenso desde la sociedad, articulando la sociedad civil y el Estado, democracia representativay participativa.

Desarrollar esta estrategia en las circunstancias actuales, trasformar la impotencia en acción organizada y militante pasa por impulsar la recolección de firmas, impulsar y construir la agenda por la vida y para la salida de la pandemia en un gran movimiento social y político.

Diálogo para construir ese movimiento, el cual podrá desembocar en una instancia articuladora y abarcativa de todas estas expresiones sociales y políticas, un gran encuentro por la justicia y el desarrollo.

Diálogo para generar su proyecto y su plataforma, la cual podrá orientarlas movilizaciones después de la luc, en el horizonte de 2024 y de una posible iniciativa popular de reforma constitucional.