Escribe: Marlon Zapata – Brigada MarxAttack
“ El Batllismo es un gran partido y una obra realizada, pero es también una gran fuerza histórica apta para emprender una obra social de futuro infinitamente más considerable…”
Este noviembre se cumplen dos años del proyecto de Ley que buscaba el cambio de nombre de la represa de Rincón del Bonete a “Dr. Julio Cesar Grauert”. El nombre en ese momento era “Dr. Gabriel Terra” y había sido decretado por Juan María Bordaberry al mes del golpe de Estado del 73 en un claro y fallido acto de legitimación. La propuesta de cambio es un homenaje más que simbólico si tenemos en cuenta que Grauert fue víctima del terrorismo de estado terrista. La discusión parlamentaria se estancó, y un año después la represa cambió su nombre a simplemente “Represa Rincón del Bonete”.
Pero, ¿quién fue Julio Cesar Grauert? Y, ¿por qué es uno de nuestros mártires más olvidados? La respuesta parece ser clara, la incomodidad. La incomodidad para el Partido Colorado de reconocer en Grauert uno de los proyectos políticos más valientes de su historia, pero completamente incompatible con sus líneas ideológicas actuales. Y la incomodidad de un Frente Amplio al que siempre le costó pila el lidiar con los legados que lo desbordan en dimensión.
Julio Cesar Grauert, nació en Montevideo el 13 de noviembre de 1902. Desde muy temprano se convirtió en un militante estudiantil comprometido. Siendo parte de la generación conmovida por la Reforma de Córdoba es, además, uno de los cofundadores de la FEUU. Abogado y Diputado muy joven de una Montevideo tan joven (en cuanto a media de edad de sus habitantes) como él. Fue reelecto con sus propios votos en 1931 por su agrupación “Principismo Batllista Avanzar”. Como parlamentario destaca su trabajo en la redacción, promoción y defensa del Seguro de Desempleo o el Seguro de Maternidad. Tras el Golpe de Estado de Gabriel Terra en 1933 y a la salida de un acto en Pando en memoria de su referente Batlle y Ordoñez -pero más que nada en repudio al régimen terrista- es acribillado a balazos cuando el auto en que se desplazaba es interceptado por fuerzas policiales. Falleciendo tres días después el 26 de octubre, debido a la gangrena, en el suelo húmedo de un calabozo de esa misma ciudad por habérsele negado la atención correspondiente.
Más allá de lo impactante de su muerte, es el legado de su vida el que debería reclamarnos. Laicista ferviente, colegialista y demócrata radical en cuyo discurso el componente clasista asoma para poner en contradicción la clásica visión de la conciliación de clases batllista. Es que el batllismo es muchas cosas al mismo tiempo, llegando muchas veces a superar el ideario y la obra de sus líderes históricos–por quienes (al menos los primeros) quien escribe tiene un considerable respeto intelectual y ético-. Llegando en este caso Grauert a estar convencido de la posibilidad de la construcción del inminente socialismo libertario por la vía reformista y democrática, insinúa la superación del Estado, y aunque reconoce el derecho al fruto que los seres humanos con su trabajo extraen de la tierra, sentencia que el derecho en propiedad de la misma le parece tan poco evidente como el derecho a la propiedad del cielo o de los ríos.
La cita con la que se abre este articulo pertenece a la editorial del n°1 de Avanzar, el semanario creado por Grauert para el debate y difusión de ideas. Es significativa porque brindas dos nociones bastantes desdibujadas en el Batllismo de hoy. La primera es la idea del Batllismo como Partido circunstancialmente dentro del Partido Colorado, pero no limitado a él, tesis defendida por la inmensa cantidad de batllistas hasta por lo menos mediados de los años cincuenta y razón por la cual muchos batllistas van a optar por la participación en la fundación del Frente Amplio en los 70, siendo claro que estos no sienten que abandonan el batllismo, sino que cargan con él. La segunda es la idea de una misión superior y trascendental del batllismo como fuerza de construcción de la justicia social.
Es pertinente señalar referente al primer punto que, hace un puñado de días atrás Sanguinetti en su discurso de despedida de la Cámara de Senadores reivindica lo opuesto, su pertenencia primero al Partido Colorado por sobre su filiación batllista. Visión que como ya dijimos no solo contrasta con la de grandes batllistas anteriores –y actuales- sino que contrasta con los dichos de un muy joven y batllista Julio María Sanguinetti -aún bajo el ala todopoderosa de Luis Batlle- de finales de la década del 50 que no vacilaba en afirmar desde las páginas de Marcha en abril del 59 el sentirse primero batllista y de izquierda antes que colorado. No es demasiado señalar la ya mucha agua que pasó bajo ese puente. Quedará a criterio de cada lector cuestionar si cree necesario la idea del Batllismo como fuerza moderada y de centro, destinada de siempre y para siempre a vivir dentro de los límites del Partido Colorado que tanto se empeñaron en construir aquellos que como Sanguinetti en el 70 no acompañaron a Alba Roballo y a Zelmar.
Volviendo a la persona que nos convoca en estas líneas es necesario mencionar que, durante la anterior gestión de Orsi, la Intendencia Canaria realizó obras de restauración en un espacio y memorial que recuerda a Grauert como mártir de la lucha por la democracia, situado enfrente de donde aquella tarde de octubre del 33 él era acribillado a balazos en la Ciudad de Pando. Desde este breve texto se quiere dejar lo suficientemente claro que no es la defensa de la democracia republicana y burguesa lo que asesinó a Grauert en tal brutal circunstancia, sino su defensa de un proyecto de democracia que, sin dejar de ser batllista, era mucho más profundo, popular y revolucionario.
Monumento que homenajea a Julio Cesar Grauert emplazado próximo al lugar donde fue baleado en la cercanía de la ciudad de Pando.