Dra. Mónica Xavier
Senadora
Secretaria General del Partido Socialista
Trump es la propia definición del estilo empresarial en la política. Berlusconi en Italia, Piñera en Chile, y otros casos aún más cercanos son ejemplos de ese estilo. Como no podía ser de otra manera, por aquí hay imitadores que también quieren romper ese cascarón. Con nutridas billeteras y poderosas jugadas comunicacionales conquistan gobiernos. También podemos sumar a la nómina al tristemente célebre Collor de Melo.
Una cosa es dirigir una emprendimiento inmobiliario, un canal de televisión, una línea aérea, un cuadro de fútbol o un shopping – con las complejidades y capacidades que no es difícil deducir todos ellos suponen – pero convengamos que otra muy distinta es conducir los destinos de una nación. No es lo mismo perseguir el lucro que el bienestar social. No tiene nada que ver. En los hechos nadie ha logrado transformar éxito empresarial en buenas gestiones de gobierno. Ello tampoco quiere decir que quienes dedicamos nuestra vida a la política tengamos registros infalibles. Nada de eso. Pero lo cierto es que los grandes gobernantes siempre han sido grandes políticos.
Los empresarios de gobierno tienen la idea fija de restaurar las prácticas neoliberales. No lo hacen a escondidas. Lo gritan a los cuatro vientos. Sus asesores son banqueros y lobbystas. Hay que tener memoria. Alcanza tan solo con recordar los lamentables indicadores de empleo, cobertura social, inversión en educación, que sufrimos en los noventas. No hace falta ser economista o politólogo para evaluar los estragos de aquel modelo. Y Uruguay no fue la excepción. Dejaron al país fundido.
La izquierda uruguaya demostró que nada tiene que ver con esa forma de gobierno. Cambió la página de la desregulación a la de la consagración de derechos. De la desocupación a la de tasas históricas de empleo. No es el medio millar de palabras de esta columna la que explicará la frontal lucha que estamos librando contra la pobreza. Esa que la gente que lo tiene todo y ha prosperado como nunca antes tilda de “ayuda vagos”. Tampoco va a entender quien no quiera lo que significa la expansión de las Universidades Tecnológicas (UTEC) por todo el territorio nacional. Tampoco va a entender quien no quiera la tremenda importancia social que tiene el hecho que por primera vez en la historia de nuestro país más de la mitad de los estudiantes universitarios alcanzan esa condición por primera vez en sus familias.
Esa clase de ejemplos son la que definen la década progresista en nuestro país. Y sin haber mencionado las decenas de miles de operaciones gratuitas realizadas en el Hospital de Ojos. Esa clase de derechos que no quedan limitados a tinta, papel y foto, sino que le cambian la vida a cientos de miles de uruguayas y uruguayos. La izquierda consagró derechos que la derecha ni siquiera imaginó. Y se trabaja en centenares de proyectos y leyes más. Por ejemplo: crear el Sistema Nacional de Cuidados, prohibir la exigencia del test de embarazo o certificado médico de ausencia de gravidez para ingresar a un empleo u obtener ascenso, extender subsidio por maternidad y paternidad al sector privado, favorecer la participación de afrodescendientes en educación y trabajo, proteger integralmente a personas con discapacidad, permitir la adopción por parte de parejas del mismo sexo, defender el derecho a la salud sexual y reproductiva, regular la reproducción humana asistida. Y a todo esto se suma el incremento de salario real en un 50%.
Sin embargo las empresas encuestadoras no asignan las mejores evaluaciones a nuestra gestión de gobierno. El mensaje resulta claro: ya no alcanza con los derechos conquistados ni con las mejoras económicas acumuladas. La ciudadanía reclama más oportunidades y a mayor ritmo. Además, exige absoluta transparencia. No podemos permitirnos pegar en la herradura con estos asuntos.
Ante todas las señales existentes, no hay peor sordo que el que no quiere oír ni peor ciego que el que no quiere ver. Para que la izquierda no se deje arrebatar el gobierno en las próximas elecciones, enfrenta dos desafíos en forma simultánea: profundizar en el camino de la inclusión en tempos de recesión regional y ser capaz de renovarse.
Fuente: Prensa90
15 de noviembre 2016