Escribe Paula Enciso y Lucía Zapata
Si hablamos de mujeres científicas, probablemente la primera que se nos venga a la mente sea Marie Curie. Ganadora de 2 Premios Nobel – la primera mujer en ganarlos – que no le permitieron entrar a la Academia Francesa de Ciencias.
Si con este ejemplo no es suficiente, podemos hablar de Rosalind Franklin, a quien Watson y Crick – ganadores del Premio Nobel por la estructura del ADN – no la incluyen en su descubrimiento, cuando fue una parte fundamental del mismo. Es más, agradecen sus “resultados experimentales no publicados e ideas” o peor aún mencionan que “el mejor lugar para una feminista era el laboratorio de otra persona”.
Estas dos mujeres pioneras, ejemplos en sus disciplinas, fueron rechazadas por la comunidad, excluidas de todos los ámbitos posibles. Pero ¿cómo estamos hoy? La brecha existente en la ciencia (y en todos lados, está claro) entre las mujeres y disidencias, y los hombres sigue siendo abismal. Estas diferencias se expresan más claramente en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM por sus siglas en inglés) tanto a nivel educativo como laboral. Brecha que se profundiza cuando tomamos en cuenta disidencias u otras interseccionalidades. Partimos de la mínima base: resulta imposible proyectar un país desarrollado y con justicia social si su ciencia es excluyente o elitista.
Empecemos desde abajo: la brecha de género se evidencia desde edades tempranas. Las niñas y adolescentes se van alejando progresivamente de estudiar en las áreas de la ciencia a lo largo de su trayectoria educativa. ¿Cuál es la razón? Diversas son las causas, pero una muy importante es la autovaloración de las habilidades en determinadas áreas, lo que determina la elección de estudios vinculados a la matemática, ciencia y tecnología. ¿Esto qué significa? Que las niñas y adolescentes tienen un autoconcepto más bajo que los varones en relación a estas áreas de conocimiento, lo que influye al momento de elegir los estudios superiores. Esto se relaciona directamente con las expectativas que tienen familiares y docentes sobre ellas, dificultando enormemente modificar las tradiciones en cuanto a las profesiones esperadas por varones y mujeres.
Según un informe de la Mesa interinstitucional Mujeres en Ciencia, Innovación y Tecnología (MIMCIT) – coordinada por la Asesoría en Género de la Oficina y Planeamiento y Presupuesto (OPP) e integrada por diversas instituciones – la brecha salarial es clara: las mujeres ganan un 26% menos que los varones en las áreas STEM. Otro aspecto que profundiza las diferencias tiene que ver con la división sexual del trabajo a la interna de los hogares, ya que la gran mayoría de las mujeres declara tener factores que dificultaron su carrera, como hijos a cargo y otras responsabilidades de cuidado.
En cuanto a los niveles jerárquicos, solamente un 21 % de las mujeres ha tenido participación en espacios de elaboración de políticas de ciencia y tecnología, mientras que en varones este guarismo asciende a un 38%. En lo referente a situaciones de acoso en el ámbito laboral, un 29% de las mujeres denuncia haber sufrido este tipo de situaciones, mientras que en hombres esto representa un 15%.
Desde los años 90 ha existido una feminización de la matrícula universitaria, lo que ha provocado un fuerte impacto en el mercado laboral y continúa presente hasta la actualidad.
Según el estudio “La UdelaR desde una perspectiva de género” (2017), el 62,5% de los inscriptos en la UdelaR fueron mujeres. Sin embargo, sólo una de cada tres personas es una mujer que se inscribe en carreras relacionadas a la ingeniería. Se observa una mayor participación de mujeres en las carreras relacionadas a la salud y humanidades, afirmación que se condice con un estereotipo cultural que relaciona principalmente a las mujeres con las tareas de cuidados.
Por otra lado, y bastante cercano a lo anteriormente mencionado, se encuentra lo que sucede en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Un estudio realizado hace unos años relevó que las mujeres tienen un 7,1% menos de probabilidades que los hombres de ser aceptadas en el SNI. ¿Por qué? Bueno, las causas observables guardan relación con la cantidad de artículos publicados y las actividades de enseñanza, pero el análisis es mucho más profundo ya que implica entender cuáles son las razones de la menor “productividad” y este hecho se incrementa a lo largo de su trayectoria académica. El embarazo, la licencia maternal, el cuidado de niños, adolescentes y adultos son las razones por las cuales el 41% de las mujeres interrumpen sus estudios, mientras que sólo el 5% de los varones lo señalan como razones principales.
Este rol que le otorga la sociedad a la mujer hace difícil despegar del “piso pegajoso” y mucho más romper el “techo de cristal”.
En los últimos años se han realizado algunas políticas que buscan disminuir las diferencias, generando ámbitos más inclusivos e incluso pensando en cambios culturales desde los primeros años de escolarización. Pero estas políticas por lo general resultan intentos aislados en el tiempo, con poca coordinación entre sí. Otro aspecto llamativo es que, en la enorme mayoría de los casos, quienes proponen y llevan adelante estas iniciativas son mujeres, lo que implica que aún falta interés por parte de los grupos que hoy siguen siendo dominantes. Según el informe de la MIMCIT, las iniciativas con enfoque de género no solamente son insuficientes, sino que en su mayoría no problematizan con profundidad las desigualdades a la interna de las instituciones. Asimismo, un aspecto importante es que más allá de casos puntuales, esta problematización tampoco se refleja en la investigación.
Como se mencionó, hay algunos ejemplos positivos, ya que Uruguay fue el primer país en realizar el piloto del proyecto SAGA (STEM and Gender Advancement) de la UNESCO. También desde hace unos años se celebra el 11 de febrero el Día Internacional de las niñas y mujeres en la ciencia. En el ámbito laboral, se promueven algunas iniciativas como extensiones especiales en casos de maternidad para becas o evaluaciones, que intentan disminuir desigualdades entre la vida productiva y reproductiva, así como de cuidados, entre mujeres y hombres.
Por si lo anterior no fuera suficiente, pensemos en el futuro. De seguir esta tendencia, la brecha no solamente seguirá igual, sino que se profundizará. Según la UNESCO aproximadamente el 75% de los trabajos en el futuro van a requerir capacidades en STEM. Esto hace que si la exclusión de las mujeres en estas áreas continúa, sus probabilidades de conseguir puestos de trabajo de calidad serán aún más bajas.
“Con ciencia grande no hay país pequeño” dijo Clemente Estable. ¿Cómo podemos tener una ciencia grande si no es inclusiva? ¿Cómo podemos ser un país desarrollado si permitimos que un montón de mujeres valiosas queden por el camino en sus carreras, o algunas ni siquiera se planteen ingresar al ámbito de las STEM por ser un ámbito tradicionalmente masculino?
Por otro lado, la subjetividad en la investigación siempre está presente, entonces ¿qué cosas se investigan y que cosas pasan desapercibidas si sólo deciden los hombres? ¿Qué problemáticas son abordadas y desde qué perspectiva?
Ahora bien, un punto que no queremos dejar de mencionar es el fondo de este planteo. No hablamos solamente de ocupar lugares, de disminuir la brecha salarial o de equilibrar los lugares de toma de decisión, aunque todo esto es fundamental. También es importante pensar que necesitamos cambiar paradigmas que se tienen como absolutos, desde un espíritu crítico. Es necesario democratizar la ciencia, pensar en quienes no acceden a la misma, llegar para poder abrir caminos y repensar perspectivas, incluyendo a todas las diversidades.
Referencias:
Mujeres en Ciencia, Tecnología e Innovación en Uruguay: un factor clave para avanzar en igualdad de género y desarrollo sostenible. Mesa Interinstitucional Mujeres en Ciencia, Innovación y Tecnología (MIMCIT).Febrero 2020.
“La UdelaR desde una perspectiva de género” – UdelaR. Octubre 2017.
Sáinz, M., & Eccles, J. (2012). Self-concept of computer and math ability: Gender implications across time and within ICT studies. Journal of Vocational Behavior, 80(2), 486-499.
Moreira, N (2017). Educación superior y género. Reflexiones en torno a los factores que inciden en la elección de la carrera. Jornadas de Investigación en Educación Superior, Comisión Sectorial de Enseñanza, Universidad de la República.
Gandioli, L. (30 de abril 2019). Las mujeres tienen 7% menos de probabilidades de ingresar en el Sistema Nacional de Investigadores que los hombres. La Diaria. EN: https://ladiaria.com.uy/ciencia/articulo/2019/4/las-mujeres-tienen-7-menos-de-probabilidades-de-ingresar-en-el-sistema-nacional-de-investigadores-que-los-hombres/