Escribe: Garabed Arakelian
Cuando yo iba a la escuela, hacía ya mucho tiempo que El Sol se editaba. Los datos dicen que fue un viernes, el 26 de abril de 1922, el día en el cual Emilio Frugoni puso en la calle el primer número. Luego, apenas adolescente, lo veía en algunos quioscos y lo escuchaba vocear, en aquellos años de canillitas que subían a los medios de transporte –eran tiempos de ómnibus y tranvía- ofreciendo su producto. Había algunos, maduros ya, y con experiencia profesional,que se paraban en el pasillo y recomendaban a los pasajeros leer la “enérgica respuesta de Frugoni al ministro del Interior” o “La bancada socialista puso en aprietos al ministro de Economía”, “Toda la verdad sobre el conflicto de la carne” y así, mientras iban pasando las hojas y mostrando los titulares. Era común que llamaran la atención anunciando que “salió el sol, salió el sol” y agregaran “el sol sale para todos”, con clara alusión a nuestro semanario. Cuando,años más tarde, pregunté a quienes fueron contemporáneos de esos hechos me dijeron que el mismo don Emilio había justificado con esa explicaciónel nombre del semanario.
Hay una cantidad de detalles que debería incluir pero que extenderían esta nota cuyo propósito se debe concretar en pocos caracteres. Además, debo aceptar que aquello que bondadosamente calificamos como “la pátina del tiempo que va cubriendo los recuerdos” es la justificación de la memoria que por sí sola ya no es suficiente. De modo que lo que intento explicar a través de mi experiencia personal es que El Sol -Órgano Oficial del Partido Socialista- era un medio de comunicación reconocido no solo en Montevideo sino en todo el país y que la militancia socialista que lo vendía, cobraba, distribuía y hacía suscriptores y con él bajo el brazo iba a discutir y conseguir adeptos, estaba integrada por mujeres y hombres jugados a difundir sus ideales y también a defenderlos, porque la derecha, en todos lados y en todos los tiempos, tenía claro qué era lo que debía combatir y no dejar crecer.
Así es que la difusión del semanario era un signo de militancia, tal como lo constaté después. La militancia sentía que el semanario era suyo y que había que dedicarle esfuerzo, que era una representación válida del Partido y lo mencionaban y mostraban con orgullo,lo querían mejor y lo reclamaban.Ellos tenían interés en que algunas de las cosas que defendían a nivel local aparecieran en sus páginas pues con ellos tenían el pretexto de acercarse a los vecinos. Leían además las intervenciones de nuestros legisladores o las notas que ellos escribían y era frecuente que un artículo o un tema determinado fuera el motivo para armar una charla o una conferenciaen un Centro.
El periódico era un instrumento de organización interna y al mismo tiempo de agitación política y así se intentaba utilizarlo. Puedo decir con certeza que las reuniones de redacción, el mismo día en que aparecía la publicación, “para ver cómo había salido y lo que le faltó”, eran sesiones de formación política, donde se sopesaban todos los aspectos en juego y a él se ajustaba el criterio periodístico. Muchas veces participaba Arturo Dubra, que era el director cuando yo me integré a la tarea periodística partidaria. Por supuesto que no puedo dejar de mencionar a Guillermo Chifflet, el Secretario de Redacción, que era el referente permanente y a quien debo muchísimo de mi formación personal.
Mi vocación hizo que, a través del tiempo departiera muchísimas horas con él, y siempre el Partido, el Socialismo y el semanario fueran motivos de atención constante en nuestras conversaciones. Chifflet, el Yuyo, ejercía el magisterio sin proponérselo, era un referente ineludible.Cañeros, arroceros, textiles y toda expresión de lucha y reclamo popular se reflejaba en las páginas de El Sol que hicieron conocer la existencia de luchadores de enjundia como Raúl Sendic, Orosmín Leguizamón, Artigas Sánchez, Ignacio Huguet, Jorgelina Martínez, Delia Maldonado y tantos más que ya al mencionar solo a estos, incurro en la desprolijidad de dejar, sin dudas, a muchos más fuera de mención.
La tecnología disponible en aquel entonces exigía mucho esfuerzo, sacrificio y afán militante.Por supuesto que se sabía de antemano que era actividad honoraria, militante, de fidelidad partidaria. No había espacio para divismos y personalismo, y cuando alguno se destacaba era porque realmente era destacable. Y así, cantidad de periodistas que luego fueron destacados profesionales, hicieron sus primeras armas y pasaron por las páginas de el sol. Con firma, pocas veces, sin firma o con seudónimo, muchas veces.La derecha era vigilante y tenía en sus manos los puestos de trabajo, como hasta el presente. Había poco lugar para que aceptaran excepciones
Y bien, en pocas líneas, esa era la realidad. Los avatares políticos y no cuestiones de merecimientos hicieron que Chifflet buscara otros horizontes, en los que descolló, sosteniendo visiblemente y sin dejar lugar a dudas, su identidad socialista. Del mismo modo Galeano, otro excepcional, que necesitaba espacio vasto para proyectarse, estaba dedicado a su tarea, sin arriar banderas ni olvidar sus comienzos en El Sol. Y nuestro Partidosintió esos alejamientos que no fueron los únicos. Corroído internamente por divergencias que le afectaron en toda su dimensión, el semanario no escapó a eso y en una sesión del Comité Ejecutivo recibimos la carta de renuncia de Andrés Cultelli. Renunciaba al Partido y naturalmente dejaba la dirección de El Sol.
Esa sesión del Ejecutivo no se distrajo en analizar la renuncia de Cultelli, sino en quién se haría cargo de la dirección del periódico y de la responsabilidad de tenerlo en la calle semanalmente.Doce o quince pares de ojos comenzaron a clavarse sobre mí. Yo me negué, argumenté enormes verdades y una de ellas era el reciente nacimiento de mi primer hijo. Se barajó y se dio de nuevo. No recuerdo la fecha exacta de esa reunión pero si recuerdo rostros y miradas y el paso de los minutos y las propuestas que una tras otras era consideradas, digamos que, inadecuadas.
Todos éramos conscientes de que “agarrar la dirección de El Sol, era un clavo ardiente, y los compañeros tenían reparo en tomar una decisión. Yo no levantaba la cabeza ni miraba para no dar oportunidad, pero sentí que José Pedro estiró el brazo, había un compañeroentre medio de los dos, y me dijo: “Arakelian, quiero hablar con usted, vamos a salir”. Apenas estuvimos afuera, sin alejarnos mucho, me puso la mano sobre el hombro y mirándome fijo me dijo: “ Compañero no hace falta que yo le hable de los sacrificios que exige el Partido. Todos estamos en eso, usted lo sabe, todos entendemos su situación personal pero tiene que hacer otro sacrificio más. Es necesario que acepte. Vamos a entrar y permítame anunciar al restode los compañeros que usted es el Director del semanario”. No le respondí y él no espero la respuesta, se dio vuelta y entró en la sala.
De modo que yo no llegué a la dirección del semanario, por concurso de oposición y méritos,sino por descarte. La emergencia política, la situación económica, la desorganización, habían roto algunas estructuras y eran pocos aquellos a quienes les podía resultar atractivo escribir en el semanario. Narro estos aspectos simplemente para dar a entender la continuidad cronológica del órgano partidario y la forma en que se salvaron algunos baches ineludibles.
Los investigadores, deberán hacer el trabajo de precisión, pero yo recuerdo que estuve alrededor de tres años en la dirección del semanario que continuó apareciendo puntualmente yde manera constante y quizás con algunas impertinencias que molestaban al régimen. Airado con la democracia y la libertad, el 12 de diciembre de 1967 Pacheco Areco dio el golpe de graciaclausurando nuestro semanario y al partido junto con otras organizaciones de izquierda.
Luego, el partido hizo varios esfuerzos más por sacar a la calle publicaciones que,lamentablemente fueron de corta existencia. Luego de caer la dictadura cívico militar, vueltos a la vida republicana, con gobiernos de derecha y el Frente Amplio creciendo fundamos “Alternativa Socialista”y el Partido me distinguió ofreciéndome la Secretaría Ejecutiva. La dirección estaba en manos de Ernesto de los Campos.
Fue retornar a la vieja lucha, con otros medios técnicos y nuevas concepciones tácticas en lo político. Modestamente, también hicimos conocer Alternativa y que se hablara de ella.La hicimos conocer y convertir en referenciapolítica y periodística..Ahora, hay experiencia acumulada, hay capacidad,y es bueno conservar, remozado y engrandecido, el espíritu que alentaba aquellos años pioneros. Para la referencia fundacional del periodismo militante y socialista, el sol debería ser un referente ineludible y todo intento de reeditar un órgano partidario, llámese como se quiera, quizás pueda tener una modesta nota de inspiración en el ejemplo de decenas de años y centenares de militantes que convirtieron a El Solen efectivo instrumento de agitación política y bandera socialista, era cuando las tacuaras se convertían en lanzas