Escribe Monica Xavier | Secretaria de Gobierno
Uruguay padece severos problemas fruto de un gobierno elitista e inoperante. Problemas tan angustiantes como evitables.
Uruguay es el país con más infectados de COVID 19 por día por millón de habitante. El GACH no es escuchado.
Uruguay suma más de 100 mil compatriotas que cayeron en la pobreza en 2020. De acuerdo al Boletín Técnico del INE del 25/03/21 el total de personas bajo la línea de pobreza aumentó a 11, 6%. El mayor aumento es en el interior del país, especialmente al norte del Río Negro.
Nadie se puede ver sorprendido por estos datos: el informe del Instituto de Economía anunciaba que esto sucedería si el gobierno no tomaba medidas, era de público conocimiento. Sin embargo nada hizo el gobierno ni su presidente.
Tan solo en 2020, 35.000 niños y adolescentes cayeron en la pobreza. Duele.
La pobreza profundiza la brecha y aleja la igualdad en la línea de partida. Ejemplo de ello: la brecha generada en materia educativa producto de las dificultades de la pandemia.
El confinamiento también ha llevado a una reducción de muchos de los controles presenciales en materia sanitaria, el desarrollo medido en la evolución del peso y la talla y los efectos que la carencia de una alimentación adecuada generan.
Tampoco se debe relativizar ni ignorar el costo emocional en estas edades que genera el aislamiento de sus pares o de los abuelos tan importantes en la crianza. Se debe tener presente que los largos confinamientos han traído más violencia para las mujeres y para las niñas y los niños, aunque las cifras no se registren en algunos observatorios producto de que la convivencia con los violentos lo imposibilita, pero eso no quiere decir que no exista. Por el contrario. A pesar de ello se publican cifras como si fueran logros, por aparente descenso en la violencia doméstica y de género, la cual todo el mundo sabe que no son ciertos.
Esta pandemia ha evidenciado a los incrédulos la necesidad de los cuidados para esta franja etaria que entra en mayor conflicto en los sectores más pobres donde padre o madre deben salir a trabajar para mantener el ingreso. Sin embargo el gobierno recortó planes y presupuestos en el Sistema Nacional de Cuidados.
Además de vacunarnos y responder a las recomendaciones que hacen los expertos (desoídos por Lacalle Pou y su gabinete), una sociedad y un país necesita de la certeza de un gobierno, que implemente políticas públicas tendientes a paliar la situación de cientos de miles de compatriotas: asociadas a salarios, empleo, inversión pública.
2020 ha sido un año de caída del salario real, de las jubilaciones, de pérdida de 60000 empleos, de récord de seguro de paro para muchos trabajadores o el cierre de pequeñas y medianas empresas. Sin olvidar a la enorme cantidad de gente que ni siquiera ingresa ya en los registros formales de trabajo y queda librada a la mano de un contexto que los expulsa en vez de abrigarlos.
El gobierno ha sido tibio para ayudar a toda esta pléyade de uruguayas y uruguayos de todas las edades. Los ha abandonado a su suerte. Nosotros jamás vamos a callar ante esa injusticia. Nunca lo hicimos. No vamos a cejar en la voluntad de encontrar soluciones, de sembrar solidaridad, de dialogar aunque el gobierno de Lacalle Pou se encierre en su torre de cristal y se siga encandilado con los focos de las cámaras de TV y las cifras de algunas encuestas.
El gobierno debe reconocer que falló en este primer año y terminar de poner excusas inadmisibles. El presidente y su gobierno deben terminar de una buena vez con eslóganes efectistas como el de la libertad responsable y ponerse a gobernar en serio y verdaderamente hacerse cargo.
Si el presidente y su coalición quieren ser verdaderamente democráticos deben atender las necesidades de su pueblo, a la vez de dialogar con al principal fuerza política de este país, la que logró sacar de la pobreza a miles de compatriotas, a la cual habían arrastrado anteriores gobiernos de derecha.
El diálogo es fundamental, además de multipartidario debe involucrar a sectores sociales, académicos, productivos. Compartimos la inspiración del “Acuerdo Nacional en abril contra la pandemia”, que realizan varias personalidades de la academia, de la política y de la sociedad civil. La hoja de ruta para enfrentar la pandemia y sus profundas consecuencias requiere de mucho diálogo, de mucha concertación. El país tiene importantes experiencias, en este abril se cumplen 19 años de la marcha de la Concertación para el Crecimiento, aquella búsqueda de caminos para reconstruir nuestro país después de la crisis del 2002.
El presidente debe bajar de su pedestal en el que deambula y como primera acción debe actuar sobre la vulnerabilidad de nuestros niños, niñas y adolescentes. En caso contrario pasará a la historia como un presidente insensible, inepto y hambreador.
Hasta ahora, el presidente Lacalle Pou es un fracaso.