La lucha por la memoria, la verdad y la justicia es en sí misma una causa ética y democrática central.
No podremos construir un país libre y fraterno ni tampoco garantizar el nunca más sin estas precondiciones.
Y en el Uruguay de hoy el desarme de la impunidad respecto de los crímenes de lesa humanidad cometidos en la última dictadura civico-militar sigue siendo una tarea que, pese a algunos avances de los últimos años, en gran medida sigue pendiente.
Hoy, como cada 20 de Mayo, hacemos presente la memoria viva de nuestros desaparecidos y desaparecidas, de sus luchas, de sus causas y de la necesidad de sus familias y de la sociedad toda de saber dónde están, para poder construir un futuro de democracia plena.
Lo hacemos en un contexto muy particular, no sólo por la pandemia y la emergencia que atravesamos, sino por la reaparición de algunos discursos nostálgicos del terrorismo de estado, que justifican e incluso victimizan a sus agentes, asesinos, violadores y torturadores. Discursos procedentes de los mismos que han callado la verdad que saben.
En este presente nos preocupa el avance de perspectivas neofascistas y autoritarias en la sociedad uruguaya. Pero confiamos en nuestro pueblo y en el poder inmenso de la consciencia y la organización de quienes año a año acrecientan las marchas del silencio y tantas otras formas de compromiso con esta enorme causa ética.
Este año no podremos marchar en silencio como lo hacemos habitualmente pero aquí estamos reclamando lo mismo de siempre, juntas y juntos, y asumiendo el compromiso de seguir luchando.
Son memoria, son presente, ¿dónde están?