Estamos en la previa de un nuevo 1° de Mayo, día internacional de las trabajadoras y los trabajadores. Hoy celebramos también el día del trabajador y la trabajadora rural. A través de este documento pretendemos aportar además de un saludo, una reflexión y una invitación a la esperanza.
1. La clase trabajadora y su proyecto socialista
Nuestro Partido, el Partido Socialista, se reivindica como Partido de la clase trabajadora. Eso implica una vocación de ser ámbito de síntesis de las luchas populares y de expresar los intereses de una clase que es sin duda la más numerosa, también la que produce la riqueza y la que está en la primera línea de fuego en todos los temas cruciales de la vida del mundo y del país, produciendo bienes, servicios, conocimiento, generando relaciones de solidaridad, luchando.
Expresar los intereses de la clase trabajadora, para nosotros que somos un partido político de definición socialista, no es expresar un interés corporativo, es ser portadores – con humildad y sin ánimo de exclusividad o predominio- de un proyecto global de transformación social que surge de las entrañas mismas de la lucha de los trabajadores y las trabajadoras del mundo, de su heroicidad anónima y cotidiana.
El proyecto socialista es un proyecto liberador, de transformación radical y profunda, que pretende superar las lógicas del sistema capitalista en las esferas de la producción, la distribución, el consumo, la política, en las matrices ideológicas y culturales, para construir una sociedad de nuevo tipo donde el poder esté en manos de la sociedad, esté en manos de las trabajadoras y los trabajadores libremente asociados para producir y convivir.
La sociedad sin clases, de personas libres, iguales y solidarias, es para nosotras y nosotros una sociedad donde la vida está en el centro, donde la salud no está subordinada a la economía, donde el trabajo no es mercancía y nadie vive de la explotación del trabajo de otros, donde se desarrolla la creatividad y la diversidad humana, donde cada una y cada uno aporta según su capacidad y recibe según su necesidad, donde no existe discriminación de ningún tipo, donde no se sacrifica la naturaleza en el altar del capital, donde se socializa el poder y la riqueza.
Esto implica reivindicar valores de solidaridad, de libertad, de justicia, de fraternidad, de gratuidad, de pluralismo, de participación y protagonismo popular, de democratización profunda y total. Esto implica tejer lo nuevo desde abajo, construyendo una Democracia Sobre Nuevas Bases. Esto implica reconciliar la sociedad en un humanismo radical, donde nada vale más que la dignidad humana.
Aprendimos a lo largo de la historia del movimiento obrero y socialista internacional, y de nuestro propio trayecto político, que no existe un mapa trazado para lograrlo, que el cambio no pasa por un acto o un camino lineal, que somos parte de lo que tiene que ser transformado porque las sociedades se transforman a sí mismas o no se transforman, que no hay vanguardias ni se trata de la toma del poder, sino de la construcción de poder alternativo y que esa construcción – que es un proceso, que es una acumulación que se da por aproximaciones sucesivas – tiene que hacerse sin verticalismos y en el amplio marco del bloque popular alternativo, de las mayorías sociales. Además aprendimos a no enamorarnos de un Estado que también debe ser transformado y a pensar este proyecto en clave latinoamericana y nacional, conscientes de que los procesos revolucionarios y la lucha de las y los trabajadores no son nunca “calco ni copia, sino creación heroica” y que los conflictos sociales están atravesados por múltiples dimensiones, conflictos y articulaciones.
2. El contexto actual
Hoy el mundo atraviesa una crisis civilizatoria muy profunda. Y tanto la pandemia, la emergencia sanitaria, como la crisis social y económica que atravesamos, son una faceta o una expresión de esta crisis más profunda, de larga duración, que es global, ecológica, estructural, cultural, de sentido de la vida y la convivencia.
No podemos descontextualizar esta coyuntura de la crisis de un sistema, de unas relaciones, de un orden social que produce desigualdad, hambre e injusticia, que no prioriza la vida y la salud, que mata, que excluye, que se sostiene en relaciones patriarcales, asimétricas y violentas.
La respuesta que se da a esta pandemia por parte de los grandes poderes fácticos que existen en nuestras sociedades es más de lo mismo que nos ha traido hasta aquí. Más desigualdad, más concentración, la mercantilización de todo, hasta de las patentes de las vacunas. Y se evidencia con más claridad que nunca que mientras la humanidad ha desarrollado capacidades y herramientas para producir soluciones, las sociedades no están organizadas en torno a la vida ni al trabajo como trabajo libre.
En medio de una América Latina escandalosamente desigual, dependiente y postergada, en nuestro Uruguay estamos viviendo todo esto con un gobierno burgués, antipopular, que parece no reparar en esta terrible situación, que asume este desastre como si se tratara de una serie de efectos colaterales inevitables, que sigue adelante con su proyecto de clase sin miramientos, que apela a un discurso individualista que deja todo librado a la suerte de las personas, que insiste con un camino de ajuste que implica una brutal transferencia de ingresos de las y los trabajadores al capital, de los más pobres a los más ricos. Un gobierno que pretende matrizarnos un concepto de libertad absolutamente ideológico, distorsionado: la libertad de unos pocos, la libertad de los que no conocen la tiranía de la necesidad, la tiranía del hambre. Una falsa libertad egoísta que pretende abstraerse de lo social y que queda relegada al recinto de cada individuo particular, separado, escindido de los demás.
3. Una agenda por la vida y la libertad real
En este marco de angustias, de incertidumbre, pero también de esperanza y de propuestas, vivimos este 1° de Mayo.
Entonces reivindicar a la clase trabajadora, a su lucha organizada y al rol de los trabajadores y las trabajadoras en la producción y la reproducción de la vida social, reivindicar el proyecto de transformación que se puede gestar solamente desde los trabajadores, las trabajadoras, los sectores populares, las grandes mayorías sociales, se convierte en este contexto en un grito desesperado por atender la emergencia, por construir caminos comunes que superen esta realidad tan difícil.
Por eso adherimos con convicción al llamado de nuestro PIT-CNT “por la vida y el trabajo”. Por eso intentamos también promover una agenda por la vida y por la libertad real. Así lo ha definido nuestro Partido sobre la base de iniciativas que existen en el seno de nuestro pueblo. Vimos hace poco como personas de distintos ámbitos culturales, sociales, religiosos, de la comunicación, de la ciencia, generaron una plataforma llamada de “Diálogo por la vida”. Eso nos entusiasma y decimos: aunque el gobierno no quiera dialogar, para nosotros la política no se agota en un intento de diálogo con un gobierno soberbio, sino que el diálogo lo podemos gestar desde el pueblo, podemos -como tantas veces – hacer cosas desde abajo para transformar la realidad, podemos seguir proponiendo nuevas políticas públicas, nuevos caminos.
Y estamos ocupados y ocupadas en eso, porque no vamos a esperar de brazos cruzados la sociedad de nuestros sueños cuando atravesamos una dramática emergencia, cuando hay más de 100.000 nuevos pobres -producto de la pérdida de ingresos y empleos-, decenas de miles de desempleados, agravamiento de la desigualdad educativa, de las brechas de género y la violencia intra-familiar, de los problemas de salud mental, de los abusos policiales y la violencia institucional contra los pobres, que se suman a todas las injusticias estructurales que ya conocíamos.
Seguimos reclamando un ingreso mínimo de emergencia, seguimos reclamando junto con el PIT-CNT y con las organizaciones sociales populares en general, medidas para atender esta emergencia, y revisión urgente de las pautas salariales que están deprimiendo el salario y las jubilaciones.
Seguimos trabajando en fortalecer los colectivos populares e iniciativas comunitarias que hacen de la solidaridad su misión, su razón de ser, sin importar de donde vengan, tratando de proyectarlos con huertas comunitarias, con economía social, con cooperativismo, con experiencias de educación popular, con formas nuevas de producir y consumir.
Seguimos trabajando para anular 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración, antipopulares, privatizadores, concentradores, represivos, igual que la gestión política de este gobierno en relación a la crisis.
Seguimos insistiendo con la necesidad de impuestos a las grandes fortunas, y de una contribución especial sobre el impuesto al patrimonio, para financiar todo esto y para que la salida de la emergencia no sea con una pequeña minoría todavía más rica y unas mayorías más pobres.
Seguimos cuidándonos, cuidando a los demás, insistiendo con la necesidad avanzar en la vacunación, porque sin vida no hay nada más.
Pero también sabemos que el cuidado de la vida y la generación de condiciones para una libertad real necesitan de una sociedad que equilibre, que iguale, que abra posibilidades para que todas y todos podamos tener un proyecto de vida y en lo inmediato cuidarnos de los efectos más duros de este sistema tan injusto que contrapone trabajo con salud, vida con economía.
Mientras proponemos todo esto acompañamos a la clase trabajadora organizada en su lucha, protagonizamos esta lucha, junto con todos los compañeros y las compañeras que vivimos de nuestro trabajo y nos identificamos con este horizonte.
4. A las y los trabajadores
A los trabajadores y trabajadoras de la salud que están dando batalla en circunstancias absolutamente dramáticas, a los que atienden servicios esenciales, a los de la educación, a las mujeres que trabajan muchas veces sin remuneración, con esta injusta división sexual del trabajo.
A todas y todos los trabajadores, ocupados o desocupados, jubilados o activos, que están sosteniendo ollas populares, iniciativas solidarias, a los que están solos, enfermos o en condiciones de precariedad, a las y los que viven con miedo e incertidumbre.
A todos y todas ellas les decimos que con ustedes está el corazón del Partido Socialista. Ahí estamos nosotros, porque somos parte de esa construcción de trabajadores manuales e intelectuales, del campo y de la ciudad.
Y no podemos ver pasivamente cómo se divide a los trabajadores, cómo se contrapone trabajadores contra trabajadores, públicos contra privados, los del interior contra los del área metropolitana, los que ganan un poco más contra los que ganan un poco menos, mientras el capital que sojuzga, explota y oprime, el que acumula más que antes, no hace ninguna contribución especial porque el gobierno lo blinda. Y no podemos ver cómo en el mundo una minoría ínfima concentra cada vez más riqueza y más poder contra las mayorías desheredadas que además se enfrentan a estas circunstancias tan difíciles, muchas veces sin servicios básicos, sin coberturas esenciales.
Les invitamos a seguir construyendo un proyecto de transformación social profunda, ese proyecto emancipatorio que nos permita pasar del “reino de la necesidad al reino de la libertad”, ese proyecto liberador que solamente puede venir de las entrañas de la clase trabajadora y el pueblo.
Las y los invitamos también en este 1° de Mayo a acompañar la jornada de donación solidaria de alimentos y de recolección de firmas para habilitar un referéndum contra 135 artículos de la LUC, propuesta por nuestro movimiento sindical. Porque el camino sigue siendo la organización, la solidaridad y la lucha.
Un enorme y fraterno abrazo en este Día Internacional de las trabajadoras y los trabajadores.
¡Qué vivan los pobres del mundo, qué viva la clase trabajadora, que viva el socialismo como horizonte de emancipación humana!
Gonzalo Civila
Secretario General
Gerardo Rodríguez
Secretario de Movilización Social y Cultural
María Montañez
Responsable del Área Sindical
30 de abril de 2021.