Entrevista a Fernando Isabella
El pasado mes de febrero, la ministra de Economía y Finanzas Azucena Arbeleche anunciaba la disminución de la pobreza infantil en nuestro país, a través de una conferencia de prensa. La secretaria de cartera explicaba que aproximadamente un total de 4000 niños habían dejado de ser pobre, pasando de 43.000 infantes bajo la línea de pobreza en todo 2019, a 39.000 para el primer semestre de 2021.
Sin embargo, sus declaraciones dejaban muchas dudas y cuestionamientos a realizar. Ya sea por la comparación: la ministra comparó las cifras de la totalidad del 2019, con el primer semestre del año pasado; o los tramos etarios donde habían bajado las cifras de pobreza infantil.
Para el economista Fernando Isabella, la información presentada por Arbeleche incurría en varios errores. Para empezar, Isabella planteó que “Para poder afirmar que una variable subió o bajó la diferencia tiene que ser lo suficientemente grande para estar seguros de que no es solamente fruto del azar al elegir la muestra”. Al mismo tiempo, la ministra obvió factores que inciden en la suba o baja de la pobreza infantil, como es el caso de la fecundidad, que viene en un descenso desde hace ya varios años en nuestro país.
Isabella dialogó con El Sol sobre porqué la claridad y transparencia en la información, sobre todo en una temática tan delicada como la pobreza infantil, son claves para la democracia, las discusiones al respecto, y la creación y aplicación de políticas estatales.
¿Qué peligros representan las declaraciones de la ministra Arbeleche tanto en la opinión pública, como en el accionar estatal?
El principal problema y peligro de esto, tiene que ver con un manejo poco honesto de la información. Ese es el tema más importante, porque en definitiva los datos, la información (en este caso la información económica y social), tienen que dar base para la discusión democrática. La información es fundamental para saber en qué medida las políticas están funcionando o no están funcionando, en qué medida lo que se hizo aporta en el sentido que se esperaba o no. Esto es fundamental para tener un debate democrático razonable. Cuando pasan cosas como estas que se hace una lectura de los datos que no es correcta, que a todas luces es equivocada, entonces lo que estamos haciendo es tergiversando el funcionamiento democrático, porque estamos discutiendo sin base real en la información, le estamos queriendo hacer decir a los datos cosas que los datos no dicen. Creo que es un tema muy importante, entiendo que la ministra seguramente esté muy ocupada y no tiene tiempo de entrar al detalle de la información y ver la significación estadística en los datos, pero entiendo que tiene que tener asesores que le digan “Esto se puede decir y esto no”. Afirmar que la pobreza en los niños menores de 6 años cayó, es equivocado, es falso, y le hace muy mal a la democracia que una ministra, y después el presidente se hará eco de eso, figuras de primer orden, estén dando información falsa sobre un tema tan sensible.
Mencionabas que hay varios factores que no se tomaron en cuenta a la hora de presentar los datos, cómo la fecundidad. ¿Cuáles más no se tomaron en cuenta? ¿Cómo actúan estos factores?
Además del tema de la fecundidad, que tiene una importancia central, que es uno de esos cambios de largo plazo que tienen impacto en montón de variables… En este momento ese proceso está disminuyendo la cantidad de niños que nacen en los hogares más pobres, por eso también es un factor que por sí solo hace que la pobreza infantil tienda a descender. Otros factores no mencionados son qué es lo que pasó con la pobreza infantil en general, que pasa si salimos de ese tramo de 0 a 6 años. Si miramos los datos, podemos decir claramente primero que la pobreza en general aumentó, y aumentó fuertemente comparando 2021 con 2019, que es la comparación que hace la ministra, pero en este caso comparando el primer semestre de 2021 contra el primer semestre de 2019, que es la forma correcta de hacerlo; comparar semestres contra años enteros es otra cosa que está mal, está equivocado desde un punto de vista técnico. Entonces, aumentó la pobreza a nivel general, y además aumentó la pobreza infantil: eso es claro de ver cuando uno mira los tres tramos en los que viene dada la información de pobreza en menores, que es de 0 a 6 años, que desde un punto de vista estadístico no se puede decir nada, porque la oscilación mínima está dentro del intervalo de confianza, ahí no se puede afirmar que haya ocurrido nada en particular, los datos no dan como para afirmar nada de manera contundente. Pero si uno mira los otros tramos, ya sean los niños entre 6 a 12 años, y entre 13 y 17 años, ahí es claro, y ahí sí hay significación estadística, que la pobreza aumentó en esos dos tramos, y aumentó fuertemente: como 2 puntos en niños en edad escolar y 4 puntos la pobreza en adolescentes. Lo que sí es claro y lo que si la información permite decir, es que la pobreza y la pobreza infantil, en particular, han venido aumentando.
La ministra compara los datos de todo el 2019 con solamente los de una porción del 2021. ¿Qué peligros genera esto a la hora de leer los datos y de actuar como Estado?
Los peligros que esto implica es lo que veníamos hablando: elegir, de la información, solo aquellos elementos que dan pie al relato que el gobierno trata de construir u obviar los demás, pero además elegir algunos que desde un punto de vista estadísticos no son correctos, es un manejo deshonesto de la información y debilita la democracia. Esto hace muy difícil tener una discusión razonable entre personas que desde distintas perspectivas se puedan poner de acuerdo si determinada medida o determinado conjunto de políticas funcionan o no funcionan. Entonces, cuando pasa esto, la democracia se transforma en un diálogo de sordos, por quien grita más fuerte, y eso es muy negativo.
El tema de la pobreza infantil y sus cifras son una suerte de “caballito de batalla” de este gobierno, y siempre incurren en errores al presentarlos. ¿Qué cuidados implica trabajar con cifras de pobreza? ¿Y en particular de pobreza infantil?
El tema de la pobreza infantil es muy delicado por lo que implica: se trata de niños y niñas que no tienen lo mínimo para crecer, para desarrollarse, ya en materia de alimentos, abrigo, vivienda. Se trata de un tema súper delicado, y que además es especialmente delicado en Uruguay, porque Uruguay es un país que tiene una infantilización muy fuerte de la pobreza. Esto quiere decir que, por distintos motivos, en parte por la reforma constitucional del año ’89, pero también por la capacidad de movilización y de presión que tienen los jubilados, Uruguay tiene bastante bien resuelto, de manera razonable, la pobreza en los adultos mayores. Lamentablemente, no tenemos nada parecido en los niños, y los niveles de pobreza son cada vez más altos cuando uno va a tramos más bajos de edad. Y eso tiene un problema y un riesgo muy grande, porque se trata de los niños del presente y los ciudadanos del futuro, sobre los cuales descansa la posibilidad de desarrollo del país, y al día de hoy no están pudiendo desarrollar sus capacidades, no están pudiendo crecer en un ambiente donde, por lo menos, las condiciones materiales mínimas estén dadas. Y esto, además de ser una violación flagrante de los derechos humanos, es un peligro enorme para el desarrollo del país. Que este tema sea sensible y que la población le preste atención es algo bueno, es algo que ha empezado a pasar desde no hace tanto; pero que por eso mismo, se exige tratar estos temas con mucha delicadeza, y sobre todo, con mucha seriedad. El manejo deshonesto de los datos que se está haciendo, me parece especialmente preocupante y delicado.