El guiño de Rolando

Sembrador de abecedarios y otras maravillas

Rolando Vieira enfrenta la cámara sin necesidad de posar y Carlos Requena plasma en la fotografía dos detalles de este socialista de ley: la mirada luminosa, y pícara a la vez, y el aire jovial de su rostro. Dos características de este Rolando que transita por la vida militando por los ideales que abrazó desde su juventud en los pagos de Cerro Largo que lo vieron nacer y que hoy desgrana para nosotros como recuerdos de enamorado sus experiencias militantes.

“Fue en 1953, en Melo, cuando tras varios años de pegatinas y militancia aleccionante, ingresé al Partido Socialista. Hace 64 años que el querido maestro Ramón Ángel Vignoles, me afilió  al Partido de Don Emilio Frugoni. Por otra parte, subrayo que antes de ser “el compañero Ramón”, fue mi maestro en la escuela pública. Él me enseñó, entre otras muchas cosas, a desarrollar la sensibilidad por los que menos tienen, los trabajadores pobres y explotados. Los desposeídos de la tierra. Así, yo mismo estudié magisterio y me convertí en maestro rural, para que en la educación de los niños comenzáramos a construir despacito, día a día, una sociedad más justa y solidaria.”

Eran pocos los socialistas por aquellos tiempos y en esos lugares, no es verdad?

–       Así es, por aquellos años, resultaba difícil ser socialista en el interior. Con decir que un día vino mi madre, y me pidió que fuese a la casa del caudillo colorado de la zona, colectividad política a la que ella pertenecía. Por respeto a la vieja yo concurrí a la casa de aquel destacado ciudadano y allí recibí una aireada monserga de su parte: “Pero Rolandito, me dijo, que necesidad tenés de andar pasando vergüenza haciéndote socialista cuando tenés las puertas del Partido Colorado abiertas de par en par?”

Pero yo seguí firme en mi rumbo, me hice militante del gremio magisterial, participé de las Misiones Pedagógicas, en fin, me sumé a cuanta causa social y política se me presentase.

 – Y después te atrajo la capital.

– Sí, pasados algunos años me vine para Montevideo y comencé a militar en el Centro Pablo Iglesias que tenía su sede en la calle Carapé. Allí militaban Oscar Acosta, José Pedro Cardoso junto a un valioso puñado de grandes compañeros. Aquel bastión socialista contaba con una preciosa biblioteca, la que nutría de lectura a todos los vecinos de la zona. Esto fue cuando recién llegamos de Melo. Fue una experiencia grandiosa, había un gran fervor en la gente del barrio y en los compañeros.  Más tarde, nos mudamos a la zona de la Unión, entonces pasé a militar en el Centro Giacomo Matteotti, denominado así en memoria del extraordinario militante socialista italiano, vilmente asesinado por los fascistas.”

Y una vez que calentó los motores, Rolando, ya motivado, convoca los recuerdos y su verba ágil hace que la conversación fluya sin necesidad de preguntas: “Fui secretario muchos años de aquel Centro. Militaba Alberto Radichoni junto a compañeros tales como Julio Marenales, el ingeniero Manera Lluberas y los hermanos Varela, entre otros muchos queridos militantes de la causa socialista. Hasta Mario Cassinoni había militado en aquel Centro maravilloso. Con decir que Ángel Spinoglio se casó en el propio Centro. Entre otras cosas recibíamos y compartíamos el pan con los cañeros y cañeras que venían caminando desde la lejanísima Bella Unión. ¡Un mundo de experiencias de lucha!

“En mi propio barrio, la Unión, yo me desempeñaba como maestro hasta el día de mi destitución por parte de la dictadura militar. Debo decir con orgullo que fueron los propios padres, cuando no mis ex alumnos mismos, quienes me brindaron abrigo y protección en sus hogares frente a la persecución y el asedio de los militares.

Protegido por aquella comunidad vendí libros, juguetes, chorizos, hice de todo, siempre con dignidad junto a mi familia, integrada por mi mujer, mi suegra y mis tres hijos.  Fueron años duros los de la militancia clandestina, pero nunca dudé, ni por un instante siquiera, que había que seguir luchando, primero para recuperar la democracia y luego construir el socialismo.”

Rolando Viera es de los que vinieron al Partido para dar, con entrega total, y esos ejemplos que por suerte no eran ni son pocos, dentro de las filas socialistas son las que nos dan nuestra identidad. Y no es poca cosa. Por eso Rolando culmina su pensamiento con la alegría, confianza y satisfacción del luchador: “Y así transcurrieron los años, con alegrías y tristezas. Entre otras cosas fui Secretario General del gremio de los maestros, que fue otro entre los muchos lugares en los que me tocó participar. Como ahora, ya algo gastadito con 64 años de Partido encima, acá me tienen sembrando siempre (risas). Ahora en el barrio del Cordón, con los compañeros y compañeras del Centro Paulina Luisi, un lujo que uno se da a esta altura del campeonato. ¿Qué quieren que les diga?”. Nos dice con brillo en sus ojos y con aire pícaro.

Garabed Arakelian – Carlos Requena