El compañero arquitecto artista plástico César Rodríguez Musmanno será declarado hoy, en Teatro Larrañaga, Ciudadano Ilustre de Salto

El hombre de fierro

 

Esta es una expresión común en nuestros pagos. Hace referencia a alguien capaz de enfrentarse a todo, casi indestructible. Quizás en el medio rural tuvo su plena utilización cuando se trataba de algún valiente medio rebelde, como aquel gaucho que bien llevaba el apellido.

Si hay alguien que tenga poco que ver con el medio rural, ése es César Rodríguez Musmanno. Entonces… ¿a qué viene eso de hombre de fierro?

Hay que ser de fierro para abrazar la Modernidad y no ceder ni un paso atrás en aquel Uruguay de fines de los 40 cuando la siesta en el país del Estado batllista iba para un rato largo. El Taller Pedro Figari de la Quiroga le permite conocer al maestro Cziffery y la Facultad de Arquitectura lo pone en contacto con los nombres heroicos de la Arquitectura Moderna. Consciente o inconscientemente una divisa de Rimbaud pasa a ser suya: Hay que ser absolutamente moderno.

… sólo unos pocos, si acaso,

alcanzan la calidad de artistas…

puede aprenderse todo lo que se relacione con

los medios técnicos

… este dominio de un procedimiento servirá sólo

a aquellos que sepan emplearlo

insuflándole un alcance

que escapa a toda enseñanza

y sobre el que no se puede especular

sometiéndolo a raciocinio

o reduciéndolo a fórmulas.

(Fernando García Esteban)

En el Salto, su ciudad natal, comienza a tirar piedras en el estanque de la tranquilidad. Aparecen los primeros murales en sus escuelas, sin copiar –¡qué horror! – a la naturaleza, pero tomando sus piedras, las de la región, el pedregullo, las arenas; en una comisaría hasta los policías colocan piedras. En las Termas del Arapey, junto a Lucas Gaffrée, desconcierta a más de uno incorporando los murales de Echave y Nóboa.

ningún gran artista

ve las cosas como son en realidad.

si las viese así,

dejaria de ser artista.

(Oscar Wilde)

yo no busco, encuentro.

(Pablo Picasso)

tu belleza se llamará también misericordia,

y consolará el corazón

de los hombres.

(Gabriela Mistral, Decálogo del artista)

En su formación arquitectónica, los cinco puntos de Le Corbusier, el amor de Wright y Vilamajó por los materiales comienzan a formar parte de su lenguaje. En Salto diseña su propia casa, en el Cerro. No figura entre las mejores viviendas de arquitectos a escala mundial. ¿Por qué? Nadie sabe (falta de Marketing, digo yo).

Corren los años 70. Muchos no tienen casa propia y le duele. Trabaja en el cooperativismo de Vivienda por Ayuda Mutua, en el Instituto de Asistencia Técnica c.e.d.a.s. Así surge, por ejemplo, Covifoeb–Covisunca, también llamada Salto 1. Son 97 viviendas y un salón comunal con dos murales: uno, hecho con bloques –sí, bloques– y otro, diseñado por los niños, con los pinos y una paloma.

Lichtesztejn lo convoca a trabajar en los Servicios del Interior de la Universidad pero la Dictadura lo destituye –también de la UTU– y conoce el calabozo de la Seccional Quinta. Socialista de toda la vida, militante en todos los ámbitos, no podían dejarlo en paz, claro. Hay que ser de fierro.  Recuperada la Democracia, volverá y apuntalará lo que hoy es la Regional Norte. Uno de sus cuadros refleja –en su lenguaje geométrico, obviamente– esos días de prisión.

Decía al principio: Si hay alguien que tenga poco que ver con el medio rural… Me equivoqué, rotundamente.

Una obra del Ojito (a Mirtha le gusta llamarlo César) es como algunos personajes de Juan José Morosoli: pocas palabras, mucha observación… y amor por las pobres criaturas del mundo.  En la Regional hizo, hace algunos años, un mural. Tiene piedras y otros elementos constructivos. Y chatarra, porque la chatarra es de fierro, como él.

Juan Carlos Ferreira – Departamental Salto del Partido Socialista

Salto, 3 de junio 2016