Día Internacional contra el Maltrato Infantil

Hoy  es el Día Internacional contra el Maltrato Infantil, y se crea para fomentar los derechos de los niños a nivel mundial, así como para concienciar a la sociedad, sobre las consecuencias del maltrato infantil.

No existe una definición única de maltrato infantil, ni una delimitación clara y precisa de sus expresiones. Sin embargo, lo más aceptado como definición es todas aquellas acciones que van en contra de un adecuado desarrollo físico, cognitivo y emocional del niño, cometidas por personas, instituciones o la propia sociedad. Ello supone la existencia de un maltrato físico, negligencia, maltrato psicológico o un abuso sexual.

Síntomas del maltrato infantil

Cambio repentino en el comportamiento o rendimiento en la escuela.

Estado de alerta, en espera de que algo malo suceda.

Mal comportamiento.

Salir de casa temprano, llegar a casa tarde y no querer ir a casa.

Temor cuando se le acerca un adulto

El maltrato infantil no conoce de clases sociales y atraviesa a la sociedad en su conjunto.

Las situaciones de maltrato infantil se constatan en todos los sectores sociales. Cuando se discrimina por tipo de violencia se encuentra que hay mayor prevalencia general de maltrato psicológico en los hogares de nivel socio-económico alto (43,1% frente a 27,3% en los hogares de nivel medio y 17,4% en los de nivel bajo). En contraposición, se registra mayor prevalencia general de violencia física en los hogares más desfavorecidos socialmente (15,7% de violencia física severa o muy severa frente a 13,6% en los hogares medios y 9,2% en los hogares de nivel socioeconómico alto).

Consecuencias del maltrato infantil

Independientemente de las secuelas físicas que desencadena directamente la agresión producida por el abuso físico o sexual, todos los tipos de maltrato infantil dan lugar a trastornos conductuales, emocionales y sociales. La importancia, severidad y cronicidad de las estas secuelas depende de:

  • Intensidad y frecuencia del maltrato.
  • Características del niño (edad, sexo, susceptibilidad, temperamento, habilidades sociales, etc).
  • El uso o no de la violencia física.
  • Relación del niño con el agresor.
  • Apoyo intrafamiliar a la víctima infantil.
  • Acceso y competencia de los servicios de ayuda médica, psicológica y social.

En los primeros momentos del desarrollo evolutivo se observan repercusiones negativas en las capacidades relacionales de apego y en la autoestima del niño. Así como pesadillas y problemas del sueño, cambios de hábitos de comida, pérdidas del control de esfínteres, deficiencias psicomotoras, trastornos psicosomáticos.

En escolares y adolescentes encontramos: fugas del hogar, conductas autolesivas, hiperactividad o aislamiento, bajo rendimiento académico, deficiencias intelectuales, fracaso escolar, trastorno disociativo de identidad, delincuencia juvenil, consumo de drogas y alcohol, miedo generalizado, depresión, rechazo al propio cuerpo, culpa y vergüenza, agresividad, problemas de relación interpersonal.

Diversos estudios señalan que el maltrato continúa de una generación a la siguiente. De forma que un niño maltratado tiene alto riesgo de ser perpetuador de maltrato en la etapa adulta.