23 de setiembre de 2022
Nuestros aliados para cerrar las grietas de la desigualdad y la impunidad no están en la coalición de derecha.
Desde hace años escuchamos hablar de grietas. Nosotras y nosotros, que creemos en la necesidad del diálogo y el debate de ideas sin agravios ni personalizaciones, somos conscientes de que el principal problema para un diálogo genuino es la asimetría y la violencia del poder.
La desigualdad, los privilegios, la segregación y la impunidad son los peores enemigos de la convivencia y de una democracia integral y plena.
El modelo del actual gobierno es un modelo de clase, orientado a beneficiar a unos pocos empresarios privilegiados y que por ende perjudica a la gran mayoría de nuestro pueblo, profundizando las injusticias del sistema. Esto queda de manifiesto en la concentración del crecimiento económico, la caída de salarios y jubilaciones, los retrocesos en derechos, la mercantilización de servicios públicos. El carácter antipopular y regresivo del modelo es el que explica que las principales políticas y reformas intenten imponerse sin participación real ni diálogo, estigmatizando y criminalizando a organizaciones sociales, sindicatos, colectivos oprimidos, movimientos populares.
La mayoría de nuestro pueblo, las trabajadoras y los trabajadores, la gente que habita en barrios y localidades – vote lo que vote – siempre está dispuesta al diálogo y no vive atrapada por prácticas y discursos de odio. Allí late el pluralismo de la sociedad uruguaya, allí está nuestra militancia social y política construyendo entramados todos los días, sembrando solidaridad y luchando por lo justo, sin ataques personales pero sin agachar la cabeza frente a la arrogancia del poder, ni confundir todo con todo.
Ante el planteo público de Cabildo Abierto de generar una concertación programática que incluya al Frente Amplio decimos con claridad que nuestras alianzas están en el pueblo y no con dirigentes políticos que sostienen el modelo de la desigualdad, relativizan los derechos humanos, justifican el terrorismo de Estado, desprecian la lucha por verdad y justicia y enarbolan posturas reaccionarias, machistas y discriminatorias.
No agraviamos a las personas pero sí caracterizamos las políticas, discursos y actitudes que sustentan. Y con esos dirigentes no podemos construir ni siquiera el consenso mínimo de una causa ética: la de que no haya impunidad, condición indispensable de una sociedad democrática.
En el Parlamento o en cualquier ámbito institucional debatimos y expresamos nuestras posiciones sobre proyectos concretos, allí se ven diferencias de fondo, discrepancias y coincidencias. En la sociedad nos organizamos, dialogamos y hacemos oír nuestra voz. Pero no creemos en invitaciones a concertar estrategias por parte de fuerzas que gobiernan de espaldas al pueblo. Eso nos encierra, nos entrampa.
Necesitamos prestigiar la política como herramienta de transformación social, y por eso creemos imprescindible fijar posiciones claras que eviten la confusión.
Para alcanzar más y mejor democracia tenemos que construir una sociedad humana y fraterna, un país donde todas y todos vivamos con dignidad y donde no se criminalicen las luchas justas.
Nuestros aliados para cerrar las grietas de la desigualdad y la impunidad no son los que las producen y profundizan, sino quienes, todos los días, trabajan por una sociedad más solidaria y más libre.
Partido Socialista de Uruguay
Partido por la Victoria del Pueblo
Casa Grande
Movimiento Cambio Frenteamplista
Congreso Frenteamplista
Corriente de Izquierda