Cumbres borrascosas

Escribe Escribe: Francis Newton | Analista internacional

Una vez más, en el sur sudamericano se reedita el enfrentamiento de las estrategias de inserción internacional basadas en orientaciones neoliberales, que privilegian las vías bilaterales en todas sus formas, y las estrategias que se basan en las negociaciones como bloques de integración regional para avanzar conjuntamente en esa inserción y mejor defensa de los pueblos. Ese es el drama actual del Mercado Común del Sur, el Mercosur.

Hagamos un repaso a lo sucedido en el último semestre. Aceptando una invitación de Luis Lacalle, el 19 de noviembre pasado, Alberto Fernández, presidente de la Argentina, se reunió con su colega  uruguayo en la Estancia de Anchorena.

Los mandatarios dialogaron sobre la situación regional, la bilateral e intercambiaron opiniones e información vinculada a los efectos de la pandemia provocada por el Covid 19, la Hidrovía  Paraná-Uruguay y la del Uruguay. Asimismo analizaron la situación del Mercosur, las oportunidades de profundizar los vínculos comerciales con la Unión Europea, China y eventualmente EEUU, y otros temas relativos al relacionamiento bilateral.

Esta aparente cordial relación, entre ambos mandatarios, pronto se deterioraría, como consecuencia de una serie de acontecimientos que tuvieron y tienen su origen en las diferentes modalidades en que la Integración Regional y la Inserción Comercial deben ser llevadas a cabo en el seno del Mercosur.

El 26 de marzo del año en curso, se celebraron los 30 años del nacimiento del Mercosur. Teniendo en consideración el desarrollo de la pandemia de Covid 19,  Alberto Fernández, en ejercicio de la Presidencia Pro Tempore del Acuerdo, decidió conmemorar tal circunstancia, llevando a cabo una videoconferencia, contando para ello, con la presencia de todos los Presidentes de los países miembros del Mercosur.

Antes de concurrir  al mencionado encuentro, a principios del mes de febrero, Luis Lacalle, decidió llevar a cabo su primera salida oficial al exterior, con el fin de visitar a su colega brasileño, Jair Bolsonaro. Previamente, el gobierno uruguayo ya había definido algunas iniciativas en materia de política exterior, siendo la primera de ellas, un desacertado alineamiento con el gobierno del expresidente de los EEUU Donald Trump.

A posteriori asume otras, como lo fueron el retiro de la Unasur, aceptar la propuesta de EEUU de designar al ciudadano estadounidense Claver Calone como Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y el apoyo a la reelección de Luis Almagro en la Secretaria General de la OEA. O sea que, básicamente, rompió con los lineamientos sostenidos, hasta ese entonces, por los gobiernos frenteamplistas.

Los temas abordados en esta visita relámpago a Brasil fueron los relativos a la Hidrovía  del Mercosur y la del Rio Uruguay, sobre obras de infraestructura y sobre la flexibilización del Mercosur, ninguno de ellos  resultaron novedosos.

Pero, por cierto y  de  mucha importancia lo fue el tema de la flexibilización, ya que la misma implica el dejar de lado la Resolución del Consejo Mercado Mercosur número 32/00 , la cual dispone que solo se podrán celebrar Tratados Comerciales  cuando las negociaciones de los mismos se hayan celebrado en forma conjunta por todos los miembros del Acuerdo.

El objetivo de Lacalle parece haberse cumplido con creces, ya que hubo un total acuerdo con Jair Bolsonaro, para que se concrete la aspiración de ambos mandatarios, de llevar adelante, negociaciones comerciales, por fuera del Mercosur.

Llegado  el 26 de marzo, fecha de celebración de los 30 años, la cancillería argentina expresó, que tal encuentro,  “tendrá un claro valor simbólico y político al mostrar una vocación  de  integración regional y convertir al bloque en una plataforma común para la proyección internacional competitiva de nuestros países”; señalando en el comunicado  las características que pretendía que tuviera el mencionado evento.

Lejos estuvo de tener un valor simbólico. Por el contrario, hubo mucha tensión, especialmente, cuando Lacalle manifestó la disconformidad de su Gobierno con la marcha del Mercosur, señalando que el mismo representa “un lastre”  para el desarrollo del Uruguay.

Dura, pero comprensible, fue la respuesta del presidente Fernández cuando, manifestó que “Si nos hemos convertido en una carga, lo lamento, lo más fácil es bajarse del barco”. Escueta fue la  intervención del presidente Bolsonaro, acordando con su colega uruguayo, mientras la postura de Paraguay fue contraria a la flexibilización acompañando a la Argentina, y reivindicando la vigencia de la integración de los pueblos del Mercosur.

Como resultado de estos intercambios, se acordó que la Delegación de Uruguay, presentaría, a la brevedad, una propuesta de flexibilización ante el Consejo Mercado Común (CMC).

El 26 de abril se llevó a cabo la reunión del CMC, en la cual, Uruguay, en forma conjunta con Brasil, presentó su propuesta, no sólo de flexibilización del Mercosur, sino adicionando una modificación del Arancel Externo Común complaciendo así una iniciativa brasileña. Argentina, al igual que Paraguay rechazaron la idea de permitir cualquier tipo de negociación por fuera del bloque.

Frente a  las rispideces que surgieron en esta reunión, ante las notorias diferencias ideológicas en lo atinente a las concepciones que estos gobiernos sostienen con respecto al concepto de integración regional, no hubo, en primera instancia, acuerdo entre las partes, por lo que  se acordó, que a mediados de junio, se llevara a cabo otra reunión, esta vez de forma presencial, intentando evitar un eventual rompimiento del Mercosur.

Resulta evidente que luego de este encuentro se perfilan claramente dos bloques: por un lado la Argentina y el Paraguay, quienes no están de acuerdo en otorgar una libertad irrestricta a los socios en materia de negociaciones comerciales con terceros países.

Por el otro, está Uruguay, respaldado por Brasil, con una concepción en extremo flexible y neoliberal que pretende autorizar las negociaciones comerciales con terceros países  bajo un formato individual o de más miembros, propuesta ésta que modificaría sustancialmente la naturaleza y los objetivos primordiales del Mercado Común del Sur.

Lo que podría venir

La propuesta efectuada en forma conjunta por Brasil y Uruguay, ya está dando lugar al análisis de los eventuales escenarios que se podrían dar y los impactos que a corto y mediano plazo  podrían  generar, ya que de no darse una salida de consenso se podrían plantear algunas hipótesis.

En primera instancia, el Mercosur reviste  especial importancia desde dos grandes dimensiones: lo referido al  intercambio comercial, y a otros aspectos de diversos contenidos que se podrían abarcar dentro del Mercosur Social, que, en esta instancia no vamos a analizar.

Mercosur es hoy, el principal destino de las exportaciones de la Argentina, el segundo destino de las exportaciones del Brasil, y la misma situación se repite en lo que respecta a Uruguay y Paraguay. Tal circunstancia se da principalmente por razones de cercanía geográfica, por la existencia de un Arancel Externo Común, que más allá de la excepciones existentes, grava el ingreso de mercaderías provenientes de otros mercados y porque existe un arancel del 0% entre los miembros del Mercosur.

En la propuesta presentada por Brasil y Uruguay, a instancias del primero se plantea la  rebaja unilateral  del Arancel Externo Común en un 20%. O sea que el Mercosur,  otorga a los demás países del mundo, un beneficio de  rebaja arancelaria a cambio de … nada.

Por el contrario  Argentina, si bien acepta una rebaja del arancel plantea una solución más acorde, de manera de proteger en cada país, a aquellos sectores que se verían perjudicados con esta medida, generando con ello la pérdida de numerosos empleos y sectores productivos.

Seguramente, si las partes ceden posiciones, sobre este tema, es factible que se llegue a encontrar un consenso.

El resto de la propuesta está centrado en un Plan de Negociaciones que admite diferentes instancias, pero, basado en el presupuesto de que los socios pueden llevar negociaciones con terceros países, sin necesidad de dar cumplimiento al mandato de hacerlo en conjunto.

¿Hasta dónde están dispuestos los proponentes de esta flexibilización, y quienes se oponen a la misma, a llegar a una situación de ruptura del Acuerdo?

Una hipótesis es que, arribando a un consenso sobre el Arancel Externo común, podría ser dejada de lado la propuesta de flexibilización, para ser abordada en otra instancia. Seguramente Paraguay estaría de acuerdo con esta propuesta, Uruguay obviamente tiene dos caminos, aceptar lo acordado o cambiar de status en el Mercosur, o sea dejar de ser miembro pleno para pasar a ser un Estado asociado.

Esta opción sería muy dura para el Uruguay, con consecuencias impredecibles, y es por ello que ya se han manifestado varios analistas, en medios de prensa de los sectores conservadores, señalando que el Uruexit podría ser considerado como un grave error por parte del gobierno uruguayo.

Otra opción es que Brasil insista con la propuesta  de flexibilización. Al respecto sería oportuno recordar que la situación política por la cual está atravesando Bolsonaro, no es la más propicia para embarcase en aventuras que podrían perjudicar, aún más, su chance de ser reelecto, máxime en un momento en el cual Lula será candidato a la Presidencia.

Cabe señalar, también, que se han producido cambios en Itamaratí. Ernesto Araujo, un fundamentalista del neoliberalismo, ya no está al frente de la Cancillería, y su sucesor, Carlos Alberto Franca, responde a la línea de la diplomacia tradicional brasilera, la cual prioriza el consenso y los acuerdos alcanzados oportunamente en Foz de Iguazú y que sellaron una alianza estratégica con la Argentina.

Si todos estos factores señalados precedentemente, no tuviesen el efecto de disuadir a Bolsonaro, una falta de consenso en lo que respecta a la flexibilización podría derivar en que, la imperfecta Unión Aduanera, que es hoy el Mercosur, sufriese una transformación reconvirtiéndose en una Zona de Libre Comercio.

Argentina, por su parte, enfrenta también, una delicada situación política y social interna, por lo cual podría aceptar como solución de consenso, lo señalado precedentemente en lo que respecta al Arancel Externo Común.

Pero, la propuesta de flexibilización del Acuerdo, con la dependencia que la Argentina  tiene del mercado brasileño, no es aceptable para el gobierno de Alberto Fernández, y solo podría serlo con modificaciones sustanciales, de tal envergadura, que seguramente no lograsen la aceptación por parte de los proponentes.

Muy probablemente, la solución a la cual se arribe finalmente, implique el inicio de prolongadas negociaciones, o no, y las soluciones a las que se arriben, quizá, no estén comprendidas en las hipótesis analizadas precedentemente. Pero su análisis nos permite avizorar la complejidad y la gravedad de la crisis por la cual está atravesando el Mercosur.

Lo cierto es que, una vez más, en la región, se reedita una discusión que no es nueva: estrategias de inserción internacional basadas en orientaciones neoliberales, que privilegian las vías bilaterales en todas sus formas, o estrategias que privilegian las negociaciones como bloques de integración regional para avanzar conjuntamente en esa inserción y mejor defensa de los pueblos.