Escribe Mónica Xavier | Secretaria de Gobiernos
Nuestro pueblo sigue sufriendo un gobierno soberbio e inoperante. Medido en cantidad de infectados, en casos por millón de habitantes, en fallecimientos por 100 mil habitantes, en registros de ingresos a CTI, la gestión de la pandemia COVID del presidente Lacalle Pou, es la peor del mundo. Para peor de males: las muertes maternas en mayo fueron tantas como las que ocurrieron en todo un año. Junio sigue la misma senda.
Al frente de nuestro país hay un presidente que no tiene ningún prurito en salir a mentir por televisión, en un informativo central, sentado frente a una periodista y ante la atención de centenares de miles de ciudadanos, angustiados por los impactos de la crisis. Peor que papelón. El presidente Lacalle Pou afirmó que se habían tomado “24 y media” de las medidas propuestas por el GACH. Desde el grupo de científicos honorarios no dudaron en calificar de “falta a la verdad tergiversando datos” y que “el presidente embarró la cancha”.
En su estilo pseudo canchero y chabacano, espetó: ¿qué más quieren que hagamos? El tupé personificado en quien debería dar ejemplo de humildad, sacrificio y dignidad. El presidente Lacalle Pou personifica todo lo contrario a lo que demanda su investidura y la hora que vivimos: desoye a la ciencia y se mantiene imperturbable ante la angustia de la enfermedad y la muerte que asola a nuestra patria, más que a ninguna otra a causa de esta terrible pandemia.
Las consecuencias de esa actitud son inocultables, y más temprano que tarde deberá rendir cuentas por ellas. Así es la democracia: control entre los tres poderes que constituyen la República (Ejecutivo / Legislativo / Judicial). En estos días tendrán que rendir cuentas ante el parlamento el ministro de Salud y la ministra de Economía. Los secretarios de Estado intentarán explicar lo inexplicable y lo irrecuperable. La vida malograda de miles de compatriotas ya no tiene remedio.
El gobierno de Lacalle Pou cayó en la trampa de creerse capaz de vencer al COVID. Lacalle Pou se convenció que seríamos el pueblo elegido. Que fruto de expresiones maniqueas y marketineras le ganaría a un virus impiadoso. La soberbia es la droga de los ignorantes. Lacalle Pou sucumbió rápido y, para peor de males, salió a dar clases de gestión de pandemia a través de cuanto micrófono se le ponía delante, y hasta un memorial en la rambla de Montevideo era afecto a construir.
Presidente: es hora que deje de prestarle tanta atención a las encuestas, siempre falibles, y atienda los informes que cada tarde reporta el SINAE. Esto es grave. No se engañe más y no engañe más. Ábrase al diálogo con la oposición, que representa ni más ni menos que a medio país y escuche al GACH. Más respeto y menos soberbia.
Ante los guarismos de la epidemia en nuestro país, no es racional que el gobierno siga sin dialogar, dinamitando puentes y estigmatizando todo aquello que no sea la palabra oficial.
El gobierno no puede seguir improvisando, carente de legitimidad científica, a través de medidas y mensajes que no hacen otra cosa que bajar la percepción de la gravedad de la situación por parte de la ciudadanía. En marzo superamos a Brasil en nuevos casos por millón de habitantes pero no cambió nada en el discurso oficial. La tragedia humanitaria que se produjo por el Covid en la India no era mayor en números por habitantes que la nuestra, sin embargo las autoridades y los medios no se hicieron eco, no tradujeron lo que ello significa en un país que a diferencia del nuestro tiene un sistema de salud que no tiene capacidad de dar respuesta. El presidente Lacalle y su gabinete tenían toda la infraestructura en nuestro país. Esa en la que tanto invertimos y que tanto criticaron quienes hoy gobiernan cuando eran oposición, vociferando que malgastábamos.
El presidente Lacalle Pou confunde deliberadamente baja de movilidad con toque de queda. Construye un relato maniqueo. Nadie propuso ni propone largos períodos de confinamiento, por motivos diversos. Pero lo cierto es que ni el Frente Amplio ni el GACH están proponiendo eso.
El Presidente le teme a la falta de acatamiento de una reducción de la movilidad. Si ese es su temor, el de tener que liderar, lo mínimo que debe hacer un gobernante es comunicar los riesgos a los que se expone la población que gobierna. Si hay algo de lo que no caben dudas es que la movilidad aumenta las interacciones y ellas son el acelerador de los contagios, internaciones y muertes.
No se blindó abril, ni mayo y junio se presenta aún más complicado. El ritmo de vacunación no es nada excepcional para nuestras posibilidades. Sin dudas se podría ir más rápido y no se debería haber ignorado a personas con comorbilidades de todas las edades, sin dudas. Hasta tanto no se logren grandes porcentajes de población vacunada, no habrá cobertura comunitaria con inmunidad de grupo. Es por ello que el mensaje tiene que ser nítido en cuanto a seguir controlando la transmisión del virus y bajar la curva de casos lo más posible. Con la inercia del presidente Lacalle Pou todo seguirá a un ritmo que no podemos admitir como natural. No podemos naturalizar la muerte de decenas de compatriotas por día cuando con medidas gubernativas las mismas podrían bajar drásticamente. Se impone un cambio de estrategia, si seguimos postergando el momento de alcanzar la inmunidad comunitaria, por varios meses seguiremos sumando más personas enfermas, fallecidas y un sistema de salud y equipos sanitarios extenuados.
Algunas Intendencias no aguantaron más el dogma liberal de Lacalle Pou y sus comisarios políticos, y han instrumentado medidas para restringir la movilidad y empezado a sumar los necesarios apoyos a la población más vulnerada. Las medidas para bajar la movilidad, lejos de retrasar la vuelta a la actividad económica la van a acelerar. Es de Perogrullo. El Frente Amplio estimó en 0,3% del PBI las medidas propuestas, de reducción de movilidad recientemente presentadas al Presidente de la República. La respuesta a las mismas del presidente fue un rotundo NO. ¿Cuánta doctrina miserable seguirá imponiendo al pueblo uruguayo el presidente Lacalle Pou? Ya lleva 100mil pobres en su haber y es el campeón del mundo en mal gestionar el COVID.