Cuando el hambre llama: cada vez más uruguayos se alimentan en ollas populares

Escribe Claudio Sampayo

Ni el frío, ni la edad ni el cansancio pueden más que el hambre. El aumento de uruguayos haciendo fila en las ollas populares es constante. Desde el Ministerio de Desarrollo Social se indicó que la ayuda será por 4 meses más. Tiempos de incertidumbre donde bajan las temperaturas y aumenta la pobreza.

Si bien son pocos los estudios históricos sobre las ollas populares, se cree que su origen se remonta al año 1930 durante la crisis económica que comenzó en Estados Unidos con el famoso Martes Negro y se desparramó por todo el mundo derivando en la “Gran Depresión”. 

Chile fue uno de los países más afectados a nivel mundial ya que sus exportaciones de salitre y cobre se vieron truncadas y miles de trabajadores fueron despedidos.

El hambre se apoderó de la calles y como buen pueblo guerrero debieron acudir a la unión y la solidaridad. 

Con lo poco que conseguían de donaciones y con las sobras de los grandes capitalistas dueños de minas y de fábricas quienes todavía tenían como para comer y tirar, comenzaron a aparecer cientos de ollas populares que sirvieron para paliar el hambre de un pueblo que estaba devastado.

En nuestro país las ollas populares se hicieron presentes en la década del 60 cuando comenzaron las huelgas por el congelamiento de salarios.

Fueron los sindicatos quienes comenzaron la movida solidaria y llevaron un plato caliente a los barrios más carenciados. 

Como un símbolo de unión y fraternidad, cada vez que surgía un conflicto sindical aparecía una olla popular para ayudar a quienes más lo necesitaban.

Años más tarde, durante el gobierno de Jorge Batlle, las ollas volvieron a aparecer en los barrios más carenciados para soportar una crisis social y económica que dejó a un 39% de la población sumida en la pobreza.

Tiempos de Pandemias

La rueda del tiempo siguió girando y quiso que el 2020 fuera el año para el resurgimiento de las ollas populares en nuestro país.

Caídos en una crisis impulsada por la pandemia de Covid-19 cientos de merenderos y ollas populares comenzaron a aparecer en todo Montevideo y en los diferentes departamentos del país.

Unos 700 puntos de entrega de alimentos fueron contabilizados en un estudio llevado a cabo por la Universidad de la República. De ellos, solo el 40% contaba con algún tipo de ayuda por parte del gobierno. El resto, era en base a la solidaridad de vecinos y agrupaciones sociales y sindicales.

100.000 uruguayos debieron hacer largas filas para obtener un plato de comida caliente y así sobrellevar la falta de trabajo y el alza de los precios de la canasta básica.

El Coronavirus fue cediendo terreno y lo que parecía una genuina mejora económica y social (así lo fue en la mayoría de los países) quedó en el camino y hasta el día de hoy la cantidad de personas que necesitan de la solidaridad para alimentarse sigue en aumento.

Según datos de la Coordinadora Popular y Solidaria de Uruguay, en noviembre del año pasado se estaban entregando 670.000 porciones mensuales. Hoy se está cerca de las 900.000. 

Este significativo aumento deja en claro que existen problemas que van más allá de la pandemia y que la actual política económica está empujando a más uruguayos a la pobreza.

Cada vez menos ayuda

De los 700 puntos contabilizados en 2020, hoy quedan poco más de 500, 300 de ellos en Montevideo.

Los constantes recortes de donación por parte del Mides, que pasó de entregar 30 toneladas de alimentos a entregar 15, obligaron a la desaparición de varias ollas populares, dejando sin un plato caliente a cientos de personas que hoy se vieron empujados a la mendicidad o a recorrer largas distancias para encontrar una olla popular donde alimentarse.

La mayor preocupación recae en niños y adolescentes que dependen de las organizaciones barriales para obtener una merienda ya que no existen aportes gubernamentales para los merenderos quienes hoy entregan un 45% de las porciones alimentarias.

Como dato no menor, hay que tener en cuenta que en 2021 se duplicó la cantidad de menores que debieron pernoctar en refugios del Mides.

Cifras que preocupan y que llaman a redoblar esfuerzos para escapar de las plagas que hoy nos afectan: Guerra, Covid y Herrerismo.