Escribe: Daniel Olesker
Más allá de la coyuntura crítica que estamos viviendo y de las necesidades de respuesta para evitar una profundización de la desigualdad y de la pobreza, el ciclo actual a la baja de la economía uruguaya, que había comenzado en el período de gobierno anterior, exige que se debata cómo enfrentar esta crisis, qué respuestas dar al ciclo, cómo repartir los costos de esta crisis, todo lo cual en el fondo está definido por la perspectiva de clase con la que se enfrente la crisis.Vayamos por partes.
Una mirada teórica sobre los impactos de las crisis sobre el modelo de acumulación del capital.
Las crisis generan una profundización de las leyes generales que el desarrollo capitalista tiene. ¿Cuáles son estas leyes que existen per se y por qué los procesos de crisis son funcionales a su profundización?
La economía tiende a generar procesos de desplazamiento de mano de obra y una progresiva sustitución de trabajo por capital, generando una población excedente que permite a las empresas, al mismo tiempo que tener reservas de mano de obra disponible, generar mecanismos de competencia entre los trabajadores que facilita la reducción de los salarios reales.
Por otra parte, en la competencia entre los capitales, los capitales concentrados que tienen mayor capacidad de fijar precios, de obtener ganancias extraordinarias, de invertir o importar paquetes tecnológicos, de acceder a crédito, de acceder a mercados internacionales. Todo ello debilita a las pequeñas y medianas empresas, y las grandes tienden a quedarse con sus porciones del mercado y, finalmente, con las propias empresas.
Estos dos aspectos son parte de la lógica del desarrollo capitalista a partir de las relaciones de mercado se profundizan en las crisis, donde la población excedente aumenta (tanto en su versión desempleo, como en su versión empleados precarios) y las dificultades de las empresas más pequeñas se agrandan, generando condiciones para su quiebra o venta.
Y es claro que, para la economía de mercado, cuyo objetivo central es recuperar la ganancia del capital y en particular del sector concentrado, las crisis, agudizando estas dos tendencias, son funcionales a la recuperación de la economía. Y lo son pues bajan el costo del capital y bajan el costo del trabajo.
Estas dos tendencias están en debate hoy.
¿Cuál es la situación sobre la que hay que dar respuesta?
A partir del gobierno anterior (aunque ya había habido un impacto negativo en 2008) comienzan a revertirse las condiciones de crecimiento económico y de desarrollo de la inversión. Por lo tanto, las tendencias al deterioro del mercado de trabajo y de las dificultades crecientes de las empresas de menor tamaño comienzan a agudizarse y se transforman en un factor de deterioro, ya no solo relativo, sino absoluto de sus condiciones de vida.
En el seno del pensamiento económico, dos enfoques teóricos debaten cómo dar respuesta a esta situación.
De un lado, como comenté anteriormente, están quienes sostienen que la crisis deriva de las condiciones de desequilibrio en la economía y que es necesario dejar que el mercado restituya las condiciones de equilibrio, permita a los capitales más eficientes recuperarse en un contexto de menores costos del capital y del trabajo y, luego ello, derrame al resto de la economía. El rol del Estado es pasivo y se refiere a crear las condiciones para que dicha recuperación se consolide y proteger, con mecanismos focalizados, los sectores más impactados por esta transición. El pensamiento liberal de origen neoclásico y su versión moderna denominada neoliberal son las expresionesmás acabadas de estas ideas.
Del otro lado, en especial desde el desarrollo de las economías europeas y sus Estados de Bienestar en la segunda posguerra y apoyados en el enfoque teórico conocido como la teoría de la regulación, se propone que el Estado, tanto en los procesos de expansión, como en los ciclos de baja, actúe de manera anticíclica permitiendo amortiguar los efectos del deterioro del mercado de trabajo, así como los procesos de disolución de firmas. Ello supone no solo actuar focalizadamente para que se reduzcan los impactos en los sectores más afectados, sino, al mismo tiempo, desarrollar políticas activas de empleo, sustitución de inversión privada por pública, subsidios a la demanda, respaldo al mantenimiento de empresas en el mercado, entre otras iniciativas. Al mismo tiempo, no atar la resolución de la crisis a la caída de los salarios, sino ver el mantenimiento de salarios reales como un factor de dinámica interna de la actividad. La teoría de la regulación tiene su origen en la visión más global del pensamiento marxista y se nutre, posteriormente, de los enfoques de Kalecky y Joan Robinson.
¿Qué ha pasado en Uruguay hoy?
Salgamos ahora del debate teórico y veamos cómo se ha dado el proceso en estos últimos años.
En el tercer gobierno del Frente Amplio comenzó a golpear la baja del ciclo económico, por tal nos preguntamos ¿cómo se actuó? Claramente con un enfoque regulacionista y activo del Estado.
En primer lugar, venía la sexta ronda de consejo de salarios y, en lugar de optar por flexibilizar el proceso salarial (demanda creciente del sector empresarial), por hacer acuerdos puente, por eliminar el mantenimiento de los salarios reales, se decidió mantener los salarios reales, mantener el plus (aunque se le bajó mucho en monto y en cobertura) de aumento para los salarios sumergidos por encima de la inflación, lo que determinó que los salarios reales, aunque en mucha menor magnitud que en el pasado, siguieran creciendo.
En segundo lugar, aumentó el gasto público como porcentaje del pbi y se mantuvo constante los niveles de inversión del gobierno central igualmente como porcentaje del pbi, como una alternativa a la caída del gasto privado.
En cambio, al iniciar este gobierno (incluso antes de la pandemia), se propuso alinear los salarios reales y reducir el gasto público ya en el 2020 (decreto 90/20) y más aún en perspectiva al presupuesto quinquenal.
Iniciada la pandemia estas tendencias se agravaron. El gasto público se mantuvo estancado en 2020 con respecto a 2019, incluyendo el gasto por pandemia; sin este hubiera caído de manera relevante, el gasto en inversión pública fue el que más cayó y para los dos primeros años se diseñó una política salarial que tendrá una reducción de los salarios reales en los dos años que estimamos en más del 4%.
Es decir, menos gasto público y menos salarios, más apoyos a los sectores del capital concentrado para dar pie al derrame y dejar que el efecto central del ciclo a la baja (agudizado por el efecto pandemia) lo paguen los trabajadores y el pequeño capital, fortaleciendo la posición económica, comercial y financiera de los grandes capitales.
Por lo tanto, alineado con una posición liberal ortodoxa, el actual gobierno transita la crisis económica permitiendo que las tendencias naturales del mercado (población excedente, concentración y centralización del capital) operen con toda su fuerza y la economía reinicie su crecimiento en condiciones inmejorables para el capital y en condiciones deterioradas para el trabajador y el pequeño capital, probablemente mucho de el transformado en trabajador sinmedios de producción.
Este es el debate al que asistimos hoy, una manera de resolverlo fue en el período pasado que posibilitó un menor impacto sobre los trabajadores y la pequeña producción y el comercio de la ciudad y del campo; y otra es la de hoy, la de la concentración y deterioro del nivel de vida de la mayoría.