Javier Miranda…
Nací el 19 de mayo de 1964, soy montevideano de nacimiento y rochense por adopción y convicción. A La Coronilla llegué en la panza de mi madre y nunca me fui. Es mi lugar en el mundo.
Mi familia está compuesta por Sabrina, mi compañera-concubina y mi hijo Ignacio, de…años.
Mi vida está marcada por la peripecia de mi familia.
El viejo –Fernando- era de Nico Pérez, de campaña, se crió en Treinta y Tres, hizo la escuela y se vino a Montevideo a hacer preparatorios, se recibió de escribano, conoció a mi madre y se casó. Papá era comunista, de tradición anarquista, de formación en la república española. Yo tenía 11 años cuando el 30 de noviembre de 1975 se lo llevaron preso, era el escribano del Partido Comunista. En el año 2006 aparecieron sus restos, pero la herida nunca se cierra, se aprende a vivir con ella. Para cicatrizar las heridas, más que cerrarlas hay que ir generando los mecanismos de remedio para que vayan cicatrizando, y eso se llama verdad y justica.
Hice el liceo en el IAVA. Fueron años duros, que los viví como una cruz porque era muy difícil; se afirmaba la dictadura y no podías decir que tu viejo estaba desaparecido ni que lo llevaron preso.
Mi madre, María Teresa, a quién reivindico en toda oportunidad, fue una leona. Quedó en plena dictadura, sin su compañero y con 2 hijos –Fernando y yo- y la peleó como tantos compatriotas cuyos familiares desaparecieron a manos de la dictadura cívico-militar.
Es mi vieja quién con el afán de protegernos a fines de 1976 nos anota en el Seminario. Le debo mucho a los jesuitas, en valores y compromiso social. Allí conocí a Perico Pérez Aguirre, uno de mis referentes ineludibles. Su inquebrantable compromiso con los más postergados y con la ética en todas las actividades humanas, incluida la política, su lucha a favor de los Derechos Humanos y contra los atropellos de la dictadura cívico-militar, me acompañarán toda la vida.
Soy agnósticos pero defiendo las religiones, porque que creo que trasmiten valores, no todas por supuesto, pero hay sectores del cristianismo, del judaísmo, con los cuales he tenido muy buena relación, y me han enriquecido mucho.
Entre los años 1986 y 2010, milité en la organización Madres y Familiares de uruguayos detenidos desaparecidos. Familiares fue un lugar de militancia, pero también fue un lugar de abrigo, donde me cuidaron, donde me protegieron y donde uno no era distinto, porque era y es muy raro ser hijo de desaparecidos. La gente no desaparece, o muere o vive pero no desaparece y eso te marca mucho.
2006 a 2008, coordiné el proyecto de fortalecimiento institucional del Ministerio del Interior.
2008 a 2010 estuve a cargo de la división de asesoría jurídica de la Intendencia de Montevideo.
Soy docente de Derecho Privado II y III en la Facultad de Derecho de la UDELAR y docente de Derechos Humanos en la Facultad de Derecho del Centro Latinoamericano de Economía Humana (CLAEH)
Hablar de Derechos Humanos para mí, es mucho más que asumir un discurso políticamente correcto, los derechos hay que practicarlos y ejercerlos. Por esa razón reivindico la necesidad de educar en la materia.
Quiero presidir el Frente Amplio, porque me tengo confianza porque creo que se puede hacer política de otra forma, que se puede convocar más, que se puede invitar a participar más y más realmente.
Estoy convencido que un independiente, con trayectoria en el movimiento social, que no entró en la lógica de las estructuras partidarias hasta hoy, puede darle un cierto aire de renovación al proyecto frenteamplista.