Extracto y adaptación para El Sol, de la tesis realizada por la Filóloga Gabriela Rivera Rodríguez y dirigida por la profesora Carmen Luna.
Dedicaremos estas líneas a analizar el espectáculo y las letras entre los años 1981 y 1985, cuando dicho género tuvo una gran relevancia, puesto que, dadas sus características, reflejó la coyuntura política del momento, a la vez que ofrecía veladas críticas al gobierno de facto. Eltablado se convertía en un espacio de manifestación artística y de resistencia política.
Para detectar el contenido contestatario presente en los espectáculos y cómo éste logró sortear la barrera de la censura y llegar al público, la investigación se centró en la producción de cuatro murgas: Araca la Cana, Diablos Verdes, Falta y Resto y La Reina de La Teja.
Denominadas “murgas compañeras” conformaron el principal eje de resistencia frente al autoritarismo militar, además de incorporarse a la militancia política una vez llegada la democracia en 1985.
Durante éstos años de represión de las expresiones culturales se gestaron diferentes estrategias literario-escénicas para evadir la censura gubernamental y criticar así, no solo la actuación del régimen militar, sino también la postura del pueblo ante este panorama político.
Los letristas murgueros emplearon principalmente cuatro mecanismos: tres recursos retóricos -el simbolismo, el humor carnavalesco, el contrafactum- y los recursos temáticos, que operaron a modo de zapapico, abriendo caminos por los cuales se filtró el contenido opositor al régimen y apeló así, a la conciencia política de un pueblo aletargado en el espacio público y oprimido por el gobierno de facto. La murga logró reivindicar su rol en la escena uruguaya y construir de esta forma una identidad claramente contestataria, la cual se venía esbozando antes del período dictatorial y que a causa de éste, logró consolidarse.
La implicación política de estas agrupaciones en la resistencia al régimen, motivó a que sus representaciones sufrieran una evolución temática y estética que las convirtió en obras teatrales complejas, tanto en su forma como en su contenido. La realidad gestó además una nueva conciencia de grupo que las convirtió en una suerte de generación teatral cohesionada por el fin común de ofrecer en el escenario un discurso alternativo al del régimen. La murga uruguaya fue capaz de provocar una fisura en la censura a través de la cual se filtraron los mensajes de subversión, convirtiendo a la fiesta en un escenario de transgresión que no se limitó a la dimensión espacio temporal del carnaval sino que traspasó sus fronteras.
Esto se debe a que la “liberación transitoria, más allá de la órbita de la concepción dominante” (Bajtín, 1988: 15) permitida, en principio, solamente durante el carnaval, ofrecía una licencia que propiciaba dicho escape.
Estas murgas a las que hacemos referencia tuvieron un gran impacto y sirven como testimonio de una época en la que lograron una gran renovación que permeó a todo el género, dando lugar a una nueva forma de entender el teatro carnavalesco. El análisis de sus espectáculos, nos permite a su vez tener una imagen fidedigna de la coyuntura del fin de la dictadura.
La creatividad y el ingenio de entonces no llevó a letristas e intérpretes a una representación del mundo al revés, ni se evadió del mundo que le rodeaba, sino que cada espectáculo traía a escena los principales acontecimientos del año para criticarlos. La murga se convirtió en una válvula de escape para aliviar las tensiones del régimen, y en una herramienta que el pueblo puso al servicio del pueblo para que éste cuestionara la realidad circundante.
La risa se convirtió en la principal arma de crítica y resistencia durante aquellos oscuros tiempos, llevándola como mecanismo popular para soportar el régimen. En consecuencia, la murga ganó en espectacularidad, pues las prácticas censoras provocaron que los murguistas se alejaran del libreto escrito e hicieran uso de las herramientas escénicas de las que disponían para potenciar, de esta manera, el contenido del mensaje.
Durante la dictadura, la murga no evolucionó a pesar de la censura, sino gracias a ella, abriendo una brecha en la censura impuesta.
A partir del análisis de las diferentes producciones y su contexto histórico, las cuatro murgas estudiadas por la autora se vuelven testigos de una época, con sus cambios, luces y sombras, montados en tablados y acompañados por los aplausos cómplices de un público ansioso por escuchar lo que pensaban, y otros lo podían decir, casi en clave.
La murga trajo la risa casi como una válvula de escape que permitía analizar y cuestionar la realidad circundante sin evadirse ni distraerse, sino por el contrario, haciendo evidente lo oculto, lo callado, lo innombrable.
Para llevar todo esto hasta el escenario, las murgas comenzaron a evolucionar hacia otro tipo de arte, de expresión popular, llenando espacios no incursionados hasta el momento y ganando en espectacularidad, la que se puede apreciar, en un crecimiento continuo, hasta el día de hoy.
Adaptación de la Tesis doctoral de Gabriela Rivera Rodríguez Carnaval y dictadura. Los mecanismos de elusión a la censura, leída en la Universidade de Vigo en enero 2020. Cátedra Unesco de Carnaval y Patrimonio
Investigadora de Elyce-Literacine de la Universidad de Vigo
Especialista en literatura latinoamericana