El 27 de junio de 1973 el Presidente de la República devenido en presidente de facto, Juan María Bordaberry, decreta la disolución de las Cámaras y da el golpe de estado cívico-militar que usurpa el poder atropellando las instituciones democráticas y los derechos y libertades constitucionales y ciudadanas.
Ese mismo día comienza la resistencia de la heroica Huelga General convocada por la CNT, acción planificada durante años de dura represión, medidas prontas de seguridad, persecución de líderes sindicales y sociales, tortura y asesinatos, acciones que se profundizarían a partir del golpe de estado que hundió a nuestro país en la oscura noche de la dictadura militar durante 12 largos años.
La ocupación de los centros de trabajo fue absoluta, por su parte la FEUU ocupó varias facultades de la Universidad de la República, el país se paralizó al influjo de miles de trabajadores y trabajadoras ocupando y resistiendo, la decisión se había tomado en el año 1964 luego del golpe de estado en Brasil, y se fue moldeando en la fragua de los duros años previos al golpe de estado, en la madrugada del 26 para el 27 de junio el Secretariado de la CNT se reunió en la Federación del Vidrio en el barrio de La Teja, y saca una resolución que terminaba diciendo:
“Ante la gravedad de los hechos la CNT llama a los trabajadores al cumplimiento de las resoluciones de su Congreso: ocupación de fábricas, estado de alerta y asamblea, plena actividad y normal funcionamiento de los locales sindicales.
Sólo el pueblo es protagonista: unido y en lucha podrá garantizar un camino de cambios realmente democrático y progresista para sacar al país de la honda crisis que lo agobia.
¡Por salarios, libertades y soluciones!
¡Por la unión del pueblo uruguayo contra la rosca oligárquica!
¡Por el respeto a las decisiones populares!
¡A ocupar las fábricas, mantener el estado de asamblea, el alerta en todo el movimiento sindical y el cumplimiento disciplinado de todas las decisiones de la CNT”
El acatamiento a la medida fue total, la refinería de La Teja fue ocupada por más de 1000 trabajadores que tomaron el control de la operación, se bajó carga pero no se apagó, la decisión no era sencilla, por un lado existían dificultades desde el punto de vista técnico ya que se trata de un proceso complejo que trabaja con altas presiones y temperaturas, por lo que requiere el cumplimiento de protocolos de seguridad para su parada.
La decisión tampoco era sencilla desde el punto de vista político, ya que de parar la refinería se afectarían servicios esenciales como hospitales, ambulancias, etc., debía tenerse en cuenta un aspecto fundamental, la población tenía que entender, aceptar y respaldar la medida y sus consecuencias (escasez de combustibles), teniendo como antecedente cortes de suministros en 1963 en UTE y 1968 en ANCAP que no habían tenido apoyo popular.
La discusión se iba dando mientras la ocupación se desarrollaba en medio de una fuerte tensión, “había compañeros que querían parar todo” dice el querido compañero Ernesto Goggi, protagonista del “cadenazo” junto a Ernesto Vega, pero predominó la posición de ir manejando caudales dentro de las posibilidades técnicas”.
El principal vocero de la dictadura era el ministro del Interior, coronel Ernesto Bolentini, cuya aparición en radio y televisión era permanente, la dictadura quería demostrar que el país seguía funcionando y los medios de comunicación eran una herramienta crucial.
El 1º. de julio la planta fue ocupada por las FFAA, entraron derribando portones, con tanquetas, caballos y perros, la represión y las amenazas no se hicieron esperar, la información que se brindaba a la prensa era que el ejército había ingresado a la refinería y que se había retomado la operativa normal (la realidad era que la planta sólo funcionaba en su capacidad mínima).
Pero no sólo a los medios de comunicación apeló la dictadura para tratar de instalar la percepción que la Huelga General se estaba debilitando, el 2 de julio de 1973 el coronel Bolentini dio un largo discurso dónde intentó instalar la idea que la actividad productiva se había normalizado y que la comprobación de dicha afirmación era que la icónica llama de la refinería estaba prendida, por lo tanto “la producción de combustibles y el país estaba bajo control”.
Ese fue el detonante, si existía alguna duda en la Federación Ancap y en la CNT, las declaraciones de Bolentini haciendo alusión a “la llama de la ANCAP” la despejaron, no quedaba otra alternativa que parar la refinería, la parada no iba a poder ser por los medios convencionales ya que la planta estaba militarizada, las salas de control estaban custodiadas por militares, por lo que se tomó LA DECISIÓN, la parada iba a ser provocada por un cortocircuito en los transformadores utilizando una cadena.
Era una decisión que implicaba asumir una gran responsabilidad, no era sólo ocasionar un cortocircuito, se trataba de provocar una parada brusca que podía tener graves consecuencias para los equipos e instalaciones de la refinería y fundamentalmente a la integridad física de las personas, hecho que obviamente, la Federación Ancap como la CNT querían evitar, la acción llevó un gran trabajo de coordinación, adentro y afuera, había que evitar toda posibilidad de accidente.
Los encargados de provocar el cortocicuito en el transformador de 6300 Kv. fueron Ernesto Goggi (el Tano) y Ernesto Vega, planificaron como hacerlo, conocían el lugar, coordinaron con los compañeros de Central Térmica para que estuvieran preparados y garantizaran los servicios auxiliares para una parada relativamente segura, consiguieron una cadena adecuada y el transporte necesario para poder acceder al lugar y luego desaparecer.
Se requería mucho valor y los compañeros lo tenían, pero no iban solos, eran impulsados por miles de trabajadores y trabajadoras que también se la estaban jugando, en las fábricas, en los centros de estudio, en la calle, aguantando la huelga, miles de heroicos y heroicas anónimas y el sentir de todo el pueblo sosteniendo la resistencia.
La cruzada no empezó bien, al saltar el muro Vega cae mal y se quiebra, todo el plan parecía venirse abajo sin embargo el compañero sigue, indudablemente impulsado por la adrenalina, el coraje y el pueblo, no se trataba sólo de tirar la cadena, había que hacerlo de una manera especial de forma de tocar las barras y que sobrara un pedazo para cada lado, era muy difícil pero lo lograron, indudablemente una fuerza especial los impulsaba, a decir del Tano “éramos pueblo organizado”.
La explosión fue impresionante, la llamarada que salió por la Antorcha iluminó Montevideo, el caos se instaló en la refinería, los militares no entendían nada, gritaban, amenazaban, presionaban para que se volviera a retomar la normalidad sin darse cuenta que la parada era inevitable, sólo había que evitar accidentes y se logró, la resistencia se fortalecía, la histórica Huelga General seguía firme, y seguirá firme, impregnada de pueblo, generadora de conciencia, presente en la memoria de la clase trabajadora.
Esa memoria colectiva que es inspiradora de las nuevas luchas que buscan desmalezar el camino hacia la emancipación humana, germen de la construcción de una sociedad más justa, inclusiva y solidaria, aquellas luchas forjaron nuestra identidad, en la rica historia de nuestro movimiento sindical existieron miles de “cadenazos”, los seguiremos protagonizando.
La democracia debemos defenderla en forma permanente, con el compromiso profundo de buscar a nuestros desaparecidos y desaparecidas hasta que nos digan dónde están, elevando nuestra voz y repudiando miserables intentos de reivindicar figuras siniestras del proceso, o posicionamientos políticos que buscan enterrar en el olvido las atrocidades de la dictadura cívico-militar aduciendo que a 50 años de los hechos se debe dar vuelta la página (porque el terrorismo de estado comenzó bastante antes de 1973).
La democracia debemos defenderla respetando sus principios básicos esenciales, sus instituciones, las libertades plenas de sus ciudadanos y ciudadanas, la libre expresión y el derecho al debate ante propuestas de cambios de la institucionalidad democrática como los contenidos en la LUC, el derecho a la protesta, manifestación social y el derecho a huelga.
El debate hace a la democracia, el gobierno de coalición neoliberal y autoritario pretende imponer su proyecto político privatizador, punitivista, excluyente y concentrador del poder y la riqueza, amparado en las limitaciones de una pandemia y la utilización de un instrumento que recorta la posibilidad del debate parlamentario y ciudadano, el pueblo tiene herramientas para fortalecer la democracia promoviendo un amplio debate en la sociedad, hagámoslo, el pueblo organizado necesita resistir al neoliberalismo, la historia nos reclama otro “cadenazo”.
El 8 de julio de 1973 una bala cobarde y traicionera de un policía mató a nuestro compañero de la JSU Walter Medina, fue en el momento que pintaba en un muro “CONSULTA POPULAR”, no llegó a completar la frase, a 47 años de ese episodio y bajo otras circunstancias mantenemos viva en nuestra memoria su militancia comprometida y seguimos reclamando verdad, justicia y nunca más, mientras la coyuntura política nos reclama mayores niveles de organización y lucha.
El presente es complejo, para las y los trabajadoras siempre lo fue, el presente es de lucha, para el pueblo siempre lo fue, el desafío es organizarse para resistir y luchar, así como un día “apagamos la llama” hoy toca mantenerla encendida, la llama de la ANCAP, pero también la llama del proyecto político emancipador, nacional, soberano y popular.
Gerardo Rodríguez, Secretario de Movilización Social y Cultural del Partido Socialista de Uruguay