La marcha del 8 de marzo marca un antes y un después en la lucha por los derechos de la mujer. Desde hace años alzamos la voz para pelear por los mismos. Esta vez el pueblo uruguayo se unió y salió a las calles para decir “basta” a la injustificable situación que padecemos las mujeres en pleno siglo XXI.
La del 8M fue una marcha histórica. Sus consignas fueron amplificadas prácticamente por todos los medios, aunque hubo algunos que decidieron no enterarse, cuando, en realidad, resulta imposible ignorar un hecho popular de tal magnitud.
Sabemos que esta sociedad está contaminada por gente que defiende atavismos retrógrados, que configura una “doble moral” y que actúa para que persista la inequidad de género
Sabemos que esta sociedad está contaminada por gente que defiende atavismos retrógrados, que configura una “doble moral” y que actúa para que persista la inequidad de género. Atacan por todos los medios posibles: desde las prácticas de la vida cotidiana hasta las pautas institucionales – se siguen viendo publicaciones con solicitudes de empleo exclusivas para hombres – inclusive en el ámbito público – que contravienen la legislación existente -.
¿Acaso de verdad creen que las mujeres no tenemos mérito para ocupar cargos de decisión y tener igual remuneración a igual tarea que los hombres? Solamente si se está conservado en estado paleolítico se pueden realizar afirmaciones de esa índole.
Aún existen quienes insisten para controvertir la legítima igualdad. Es inaudito escuchar personas que dicen “las mujeres se tienen que ganar su lugar a fuerza de mérito y no por decreto”. Vaya latiguillo, hay que tener rostro de piedra para decir esas cosas. ¿Acaso de verdad creen que las mujeres no tenemos mérito para ocupar cargos de decisión y tener igual remuneración a igual tarea que los hombres? Solamente si se está conservado en estado paleolítico se pueden realizar afirmaciones de esa índole.
La ONU acaba de publicar un informe en el que describe la magnitud de esta situación. Uruguay está por debajo del promedio regional y mundial, ubicado en la posición #93 del ranking mundial de la UIP de mujeres en los parlamentos (http://www.ipu.org/wmn-e/classif.htm). El lugar de las mujeres uruguayas en los cargos de decisión no solo es bajo en la esfera política sino también en el área sindical (el Secretariado Ejecutivo del PIT-CNT está compuesto únicamente por hombres) y en el área empresarial (las empresas medianas con gerente general mujer son el 13,8% y las empresas grandes el 4,3% respectivamente)[1].
Si alguien quiere explicar estas flagrantes inequidades por falta de capacidad de las mujeres -léase falta de méritos de formación o voluntad de trabajo –, los datos le van a decir que está equivocado -, si alguien quiere explicar estas flagrantes inequidades por falta de agallas de las mujeres para ocupar los altos cargos de decisión, alcanza contrastar esa afirmación con los hechos y con la propia experiencia personal de tales temeridades y basta mirar las vidas de sus propias madres e hijas.
Esta es la tercera columna de las últimas seis en la que abordo el derecho de la mujer, y esta vez sucede a la marcha del pasado 8 de marzo, la cual constituye – reitero – un enorme mensaje e impulso para toda la sociedad.
La marcha del 8M permitió rebelarse masivamente y en paz ante situaciones de tan larga y profunda injusticia. Por todo ello es que en la lucha por los derechos ya no hay marcha atrás. Allí está la clave: tolerancia cero con la discriminación.
[1] Ver: “El lugar de las mujeres uruguayas en la toma de decisiones”, noviembre 2016, Inmujeres (Mides) – Naciones Unidas en Uruguay: http://lac.unwomen.org/es/digiteca/publicaciones/2016/11/lugar-de-las-mujeres.
*Médica Cardióloga, Secretaria General del Partido Socialista del Uruguay, Senadora de la República.