Entre un gobierno de diálogo y los agravios.

Escribe: Monica Xavier.

El año empezó intenso. La oposición está empecinada en acelerar los tiempos de campaña electoral a pesar que aún falta casi la mitad del período de gobierno y los voceros de los autoconvocados tensan la cuerda a pesar de las múltiples soluciones que el gobierno dispone ante sus planteos.

Como es sabido, la semana pasada a la salida de una importante reunión con una representación de estos productores, que tuvo lugar en el Ministerio de Ganadería, el Presidente, quien participó en la misma, fue agraviado por un grupo de personas que manifestaban estar en apoyo de quienes, dentro del ministerio, acababan de celebrar una reunión en términos correctos.

El presidente no se dejó patotear ni tampoco hizo oídos sordos a la calumnia. Lejos de subirse a su auto o refugiarse en su custodia enfrentó uno a uno a los airados planteos. Los manifestantes, al comprobar que los insultos no amedrentaban al presidente, tuvieron la infeliz idea de “amenazarlo” con enfrentarlo en las urnas – como si Tabaré Vázquez no hubiese legitimado de sobra ante la ciudadanía uruguaya su presidencia con dos triunfos por mayorías absolutas-. El presidente tampoco dejó pasar esta bravuconada, tomó el guante y les retrucó: “nos vemos en las urnas”, además de desenmascarar sus ahora confesas “intenciones electoralistas”.

El diálogo sincero, respetuoso de la institucionalidad, es la condición básica para alcanzar acuerdos superadores a nivel social en una democracia. Desde el inicio de la era progresista, las políticas diseñadas e implementadas dan la clara muestra de un gobierno dialogante, que se sienta a la mesa a escuchar los problemas de la gente y sus legítimas demandas para encontrar las mejores soluciones posibles. Todas las Reformas puestas en marcha en la última década están diseñadas desde la base del diálogo. El Sistema Nacional de Cuidados, la Ley de Educación, la Ley de Defensa, el Sistema de Salud, el sistema de Inclusión Financiera, las políticas de Seguridad y Convivencia, el diálogo sobre Seguridad Social, son claros ejemplos de ello. Así como también los Consejos de Ministros abiertos, algo inédito en nuestro país, donde los gobernantes mantienen cientos de audiencias con compatriotas de todo el país, de todas las actividades y de toda condición social. Allí están las claves que permitieron avanzar a nuestra sociedad como nunca antes, a lo largo de tres períodos consecutivos de gobiernos frenteamplistas.

Ante esta realidad tan contradictoria de un estilo de gobierno abierto versus la violencia manifiesta tanto en el episodio del ministerio de Ganadería como en las redes, donde se viralizaron textos y audios de claro corte antidemocrático, una de las preguntas que nos debemos plantear es: ¿cuánto pueden contaminar a la democracia los agravios y los portazos de unos pocos con fácil acceso a los medios masivos de comunicación? El primer apunte que no debemos soslayar es que quienes se oponen de esa manera a este proceso inclusivo y democratizador en derechos, y no escuchan propuestas ni reconocen soluciones, solo persiguen el beneficio particular.

Por último, cabe destacar que los gobiernos del Frente Amplio siempre han actuado en absoluto respeto hacia las leyes y la institucionalidad, y subrayamos que nunca vamos a abandonar la prédica del diálogo como insumo esencial hacia la inclusión, la igualdad y el desarrollo. No nos van a detener los insultos, vamos a seguir gobernando con la convicción que avanzamos juntos o no se avanza, con actitud dialogante.